11/27/2013
Consumo familiar, a la baja
Arturo Damm

En los dos últimos Pesos y Contrapesos analicé, primero, el comportamiento del Producto Interno Bruto, PIB, durante el tercer trimestre del año y, segundo, el comportamiento del Indicador Global de la Actividad Económica, IGAE, a lo largo de los tres meses –julio, agosto y septiembre– que integraron ese tercer trimestre, y las cifras confirmaron lo que se vivió en los hechos: la actividad económica en México, es decir, la producción de bienes y servicios, enfrentó, por lo menos hasta el pasado mes de septiembre, un “atorón”. En el tercer trimestre del año, en términos anualizados, el PIB creció 1.3 por ciento. ¿Cuánto creció en el tercer trimestre del 2011 y el 2012? 4.1 y 3.5 por ciento, respectivamente. En julio, agosto y septiembre pasados, en términos anualizados, el IGAE creció 2.1, 1.1 y 0.8 por ciento, respectivamente. ¿Cuánto creció en julio, agosto y septiembre de 2011 y 2012? 2011: 3.4, 4.7 y 4.2 por ciento, respectivamente. 2012: 4.2, 3.3 y 1.8 por ciento, en cada caso.

¿Qué tuvimos (¿lo seguimos teniendo?)? Un “atorón”, cuya principal causa se encuentra en el nulo dinamismo que ha tenido la inversión fija bruta en el año, y que se realiza en instalaciones, maquinaria y equipo, proporcionando por ello la infraestructura física para llevar a cabo la producción de bienes y servicios, razón por la cual si no crece (o no crece lo suficiente), no hay manera de que la producción de mercancías crezca (o que crezca más). Entre enero y agosto (no hay datos más actualizados) dicha inversión, comparada con el mismo período del 2012, decreció 0.9 por ciento (creció 7.9 por ciento en el mismo período del 2011 y 6.3 puntos porcentuales en el mismo período del 2012), comportamiento por demás mediocre de la inversión fija bruta que explica, en muy buena medida, los pésimos resultados en materia de producción de bienes y servicios, y con ella de la generación del ingreso, y en buena medida también de la creación de empleos, todo lo cual afectó el consumo familiar, del cual depende el nivel de bienestar de las familias, lo cual, en un país en el cual la mitad de la población sobrevive en la pobreza, resulta inaceptable (pero, y ya lo vimos, no imposible).

El consumo familiar puede medirse por medio de las ventas realizadas por los establecimientos dedicados al comercio al por menor, dato que calcula y publica el INEGI, con los siguientes resultados, en términos anualizados, para los meses de julio, agosto y septiembre (entre paréntesis están los datos de 2011 y 2012): julio, 1.3 por ciento (2011: 2.6; 2012: 3.1); agosto, menos 2.2 por ciento (2011: 4.8; 2012: 2.7); septiembre, menos 4.0 por ciento (2011: 3.8; 2012: 4.7). El crecimiento promedio mensual del consumo familiar, durante el tercer trimestre del año, fue, en 2011, 3.7; en 2012, 3.5; en 2013, menos 1.6 por ciento, muestra, este último dato, del efecto del “atorón” sobre las compras de las familias y, por ello, sobre el nivel de bienestar de los mexicanos.



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