Basta con que suba un precio relativo para que los parásitos chupa sangre, los grupos oligopólicos, los que viven de la ubre gubernamental a base de subsidios y proteccionismo, comiencen a chillar para que los gobiernos les “concedan” subir precios y tarifas. Alegan que la “inflación” los está carcomiendo. ¿Cuál inflación, si el tipo de cambio que se ha apreciado contiene cualquier alza generalizada de precios? Si sube el precio del limón eso es un precio relativo -que luego baja- y no causa inflación. Pretextos para abusar del poder monopólico sobran.
En éste contexto de abuso tenemos a los taxis de la Ciudad de México; a pesar de que está demostrado que las alzas en las gasolinas, por su ponderación en el índice de precios al consumidor, tienen un impacto general muy bajo en la inflación, ya presionaron y lograron que el gobierno del DF les conceda un alza de 10% (lo doble de la inflación anualizada) en el llamado banderazo que cobran. Y ya amenazan con más aumentos en el costo por kilometraje.
Otros grupos que han presionado con amagar con alzas en sus precios son los tortilleros, los concanacos, de la canacar y los canacintros. ¿Qué papel tiene el gobierno en estas situaciones? Lejos de alentar la competencia, los gobiernos intervienen en los mercados y “controlan” los precios. Tal es el caso del llamado transporte público, que aunque operado por particulares, nada tiene de mercado libre y competitivo, pues es el gobierno quién decide quién es concesionario y quién no, el precio abusivo de las placas y licencias y qué tarifas mínimas se cobrarán.
En el caso de los llamados industriales, transportistas y comerciantes, varios de sus mercados están protegidos por el gobierno con aranceles que frenan la competencia, ó de plano les proporcionan créditos a tasas subsidiadas (que terminamos pagando los contribuyentes para beneficiar a unos pocos), ó ya en el cinismo total les proporcionan subsidios indiscriminados que serán cobrados a la mayoría silenciosa. De ahí que no sorprenda el cinismo de canacintros y otros que viven de la dádiva y proteccionismo estatal.
Lo que mejor podrían hacer los gobernantes contra los abusos de estos grupos de poder económico es, mediante nuevas leyes, abrir más agresivamente los mercados de todos los sectores. Así, aunque los canacintros amenacen con subir precios (y en general cualquier grupo que viva de la ubre y el proteccionismo gubernamental), simplemente estarán limitados por la propia competencia de mercado. Si yo subo el precio de mis velas, de mis bicicletas, de mis tortillas, de mi ropa, de mi manufactura que vendo, si los mercados están abiertos totalmente al resto del mundo, simplemente venderé menos, pues el consumidor podría optar por comprarle a la competencia. Así de fácil.
El problema es que en el gobierno, en todos los niveles y en cada uno de los poderes que lo integran, no se entiende el funcionamiento de los mercados ó peor aún, por ignorancia, por dogmatismo no se cree en los mercados libres. Se piensa que el gobierno debe intervenir para frenar “el abuso” de productores y comerciantes. Así las cosas tenemos al gobierno mexicano metido hasta la cocina en varios sectores económicos, a veces directamente, y muchas, muchas veces indirectamente fijando precios y tarifas.
Doy ejemplos que demuestran cómo la intervención gubernamental fracasa ante los mercados libres.
Mexicana de Aviación, hoy una línea quebrada y con incertidumbre sobre su regreso, pagó las consecuencias de la intervención gubernamental. En los distintos episodios en que quebraba (aún con un mercado cautivo que la aislaba de la competencia internacional), el gobierno la rescataba y terminaba por manejarla de manera ineficiente y corrupta, lo que se traducía en alzas desproporcionadas en salarios y prestaciones de los empleados (muy por arriba de su productividad), así como el crecimiento desmedido de la plantilla laboral; luego, al reprivatizarla en más de una ocasión, con la entrada de nuevos participantes en la industria de la aviación, simplemente los salarios, las prestaciones y el número de personal no se podían sostener. No se puede retribuir por encima de lo que se paga en el mercado, so pena de quebrar como le pasó a Mexicana. ¿Cómo han evolucionado los precios de los boletos de avión en México? Aún cuando no hay política de cielos abiertos (competencia con otras aerolíneas del mundo en las rutas del territorio nacional), hoy podemos ver tarifas que compiten inclusive con las que cobran autobuses terrestres. Bueno, incluso si uno llega a apartar boletos con buena anticipación obtiene descuentos impresionantes que se traduce en boletos por debajo de los 200 pesos. Con eso simplemente no compiten las aerolíneas de alto costo como le pasó a Mexicana y ya empieza a sucederle a Aeroméxico.
Otro ejemplo, cuando el gobierno abre a la competencia a los servicios de taxis que operan en los aeropuertos, se termina con el monopolio y las tarifas caen. Hay ejemplos en México que lo demuestran. El problema es que aún falta mucha competencia en este sector.
El caso del azúcar, a pesar de ser un mercado controlado por el gobierno (otros vividores, los productores de azúcar, de la ubre y proteccionismo gubernamental), cuando empieza a haber escasez y los precios suben, basta con permitir mayores cuotas de importación y se contiene el alza. Si este mercado estuviera realmente abierto a la competencia, México tendría uno de los precios en azúcar más competitivos del mundo. Pero nuevamente, los chupetradores, los vividores se imponen.
No es papel del gobierno “vigilar,” “controlar,” o “autorizar” el comportamiento de los precios relativos. Su papel debe centrarse exclusivamente en legislar a favor de que en los mercados no haya barreras a la entrada, concesiones especiales, y menos aún monopolios privados y de gobierno.
A ver si aprendemos la lección. Por lo pronto los grupos chupeteadores ahí están amagando con alzas de precios. ¡Es hora de abrir todos, todos los mercados sin excepción!