1/24/2011
Más y más controles sobre los gobernados
Godofredo Rivera

Cuando surgen los primeros automóviles en el mundo, la libertad de circular era plena. Luego, cuando algunos particulares decidieron delinquir y afectar a otros, comenzó a surgir la necesidad de matricular a cada uno de los autos con el fin de tener plenamente identificados a los dueños, en caso de sufrir un robo o asalto, ó peor aún, en caso de asesinar y utilizar como instrumento de escape a un vehículo.

Así las cosas, conforme las transacciones que hacían las personas se fueron sofisticando, hubo necesidad de contar con documentos, con registros que aseguraran la identidad real de las personas para hacer valer plenamente sus derechos de propiedad.

Y después, conforme los gobiernos se hacen más y más grandes, ya no basta con una pequeña y razonable identificación, sino que crecen aún más y más los registros dictatoriales. Desde registros de seguros sociales colectivos obligatorios hasta los números de cuenta bancarios, los gobiernos se han asegurado tener el control total de los gobernados. Ahí comienza un serio peligro a las libertades individuales esenciales.

Ya ni para que hablo de las dictaduras, en dónde el mal uso de las identidades personales puede conllevar a la represión, al encierro y al asesinato.

¿Con cuántos trámites nos tiene identificados a usted y a mí el gobierno mexicano?

Para empezar, si somos contribuyentes cautivos, estamos plenamente etiquetados, con claves y claves sofisticadas. Luego, si al caso aplica, estamos matriculados con nuestros autos y licencias de conducir; si se posee una propiedad estamos también perfectamente ubicados; si asistimos al colegio, nos matriculan desde el kinder y hasta los estudios más avanzados que se realicen; si deseo viajar fuera del territorio, es necesario que nos asignen un número. Recientemente hasta si poseo un teléfono móvil debo dejar aclarado quién soy. Y en general, cualquier movimiento se marca de la cuna a la tumba; los gobernados estamos clasificados como animalitos de laboratorio.

Y de 20 años para acá, nos identificamos con la credencial de elector y más recientemente nos complementa la CURP. Luego entonces, ¿Para qué demonios quiere el gobierno actual otro documento en que registre el iris de mis ojos, si no ha podido siquiera asegurar que toda la población cuente con una credencial de elector?

Por lo pronto la Secretaría de Gobernación ha detenido momentáneamente el procedimiento de la llamada Nueva Cédula de Identidad. Pero ojo, el pasado lunes en el Diario Oficial de la Federación se anuncia por parte de la Presidencia de la República el inicio de programas piloto para comenzar con la cédula de identidad en estados como Baja California, Colima, Chiapas, Guanajuato, Jalisco y Nuevo León.

Se trata de un proyecto inicial del orden de los 70 millones de dólares y que podría luego hacer chocar al Ejecutivo con el poder Legislativo, con el propio IFE y con el IFAE.

¿Cuál es la prisa calderonista de tenernos perfectamente checaditos? ¿Con qué autoridad moral el gobierno me obliga a darle más confidencialidad de mis datos personales? ¿Qué sigue después?

Si el Presidente quiere usar esto contra su absurda guerra contra el narcotráfico, me niego rotundamente a ser sujeto de más y más controles sobre mi persona. El sólo hecho de pensarlo me da escalofrío.

Hasta el momento el gobierno ha mostrado ser completamente incompetente para proteger los datos confidenciales de los gobernados (sólo véase como el hampa le está tomando las medidas al RENAUT).

Los gobiernos ya poseen información plena desde nuestro patrimonio hasta nuestras cuentas bancarias (ya hay funcionarios que desde hace años han pedido poder echar manos de ellas como ocurre en EU. Qué horror). Insisto, ¿Para qué más y más información confidencial de los gobernados?

Perdone el lector mi rebeldía, pero ya estoy cansado de tanto abuso gubernamental. Por lo pronto, mientras no haya cambios que le resten poder político a los partidos, me negaré a darle más poder de información confidencial al gobierno.

Con acciones como estas, el PAN le hace el juego a los dinosaurios del PRI ó peor aún a los no pocos estalinistas de la izquierda mexicana. Qué desastre.



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