El idioma de la ciencia y de los negocios internacionales es el inglés. Quien no domina el inglés difícilmente puede convencer que está en la frontera de la ciencia. En efecto, así como antes el latín era el idioma usado en todo el mundo para escribir la ciencia, hoy es el inglés. Los hombres de ciencia, sean rusos, árabes, japoneses o argentinos se comunican en inglés. Los artículos científicos, sean en Italia, en Dinamarca o en Suecia, se escriben en inglés.
Qué tanta importancia se le ha dado al inglés en nuestra universidad. Es cierto que hay un centro de idiomas al que acuden los alumnos solo después de que han aprobado varios trimestres de sus carreras. En algunas licenciaturas ya se exige que hayan llevado tres o cuatro trimestres de inglés. Pero lo cierto es que los alumnos salen prácticamente sin saber inglés. Si se hiciera un examen a todos los que terminan una carrera en nuestra universidad, salen reprobados en las cuatro habilidades: leer, escribir, escuchar y hablar. En una escala de cero a diez el promedio sería de 3.2.
Hoy en día, si un nuevo profesionista sale sin dominar el inglés, es como un soldado que va a la guerra con un rifle de juguete, simplemente no está apto, está fuera del mercado, no es competitivo, se tendrá que conformar con trabajitos mal pagados de segunda o tercer categoría y a veces ni eso. Los chinos dicen que en el 2030 todos ellos hablarán inglés pues en 50 años solo quedarán 3 idiomas importantes en el mundo: Inglés, español y mandarían, pero en cien años solo quedarán español e inglés.
Por tal motivo propongo que la universidad considere primordial que los alumnos aprendan perfectamente el inglés durante su estancia en nuestras aulas y, por supuesto, el español. Para esto, se pueden seguir las siguientes estrategias:
Todo esto se puede hacer sin estar atenidos a que el gobierno nos dé más subsidios, pues lo podemos hacer de ya y de una manera sustentable, autofinanciable, generando recursos propios y atendiendo a la gran demanda insatisfecha.
Considero que estas estrategias pueden ayudar a formar mejores profesionales para que tengan herramientas y puedan competir en mejores condiciones en una economía de mercado abierta y competitiva. ¿Qué se necesita? Sólo voluntad de formar buenos profesionales, es decir, cumplir la tarea universitaria.