Decepcionante y preocupante (¿o debo escribir preocupante y decepcionante?), la propuesta de reforma tributaria (centro la atención en el tema de los impuestos), presentada por Peña Nieto y Videgaray que, de aceptarse tal cual fue presentada (algo que seguramente no sucederá), supondrá cambios accidentales en el sistema tributario mexicano (mismo que he calificado de engendro tributario), pero de ninguna manera el cambio sustancial que necesitamos. Muchas veces lo escribí: en materia de impuestos debemos comenzar de cero, y no seguir metiéndole mano al engendro tributario que padecemos, y que, ¡ojo recaudadores!, limita considerablemente la capacidad de recaudar. La propuesta de reforma tributaria de Videgaray y Peña Nieto supone, precisamente, eso: seguir metiéndole la mano el engendro tributario, proponiendo cambios accidentales, que mantienen la esencia del mismo, y a una de muchas pruebas me remito.
Entre las propuestas de Peña Nieto y Videgaray está la de cobrar el IVA del 16 por ciento a espectáculos, ¡menos al teatro y al circo!, lo cual supone dejar de cobrarle el impuesto a los ricos y a los pobres, para cobrárselo nada más a la clase media. Me explico. Aceptemos, para efectos del ejemplo, que el teatro es un espectáculo elitista, para “ricos”, y que el circo, ¡salvo el caso del Cirque du Soleil!, es un espectáculo popular, para “pobres”, de tal manera que la propuesta de Videgaray y Peña Nieto beneficia, al exentarlos del pago del IVA, a esas dos “clases”, pero no así a la clase “media”, que no va ni al teatro ni al circo, sino al cine, cuya entrada sí se pretende gravar con el 16 por ciento de IVA. ¿A quién se le vuelve a cargar la mano? A la clase media.
Más allá de este ejemplo, que involucra tres tipos distintos de espectáculos, y tres tipos distintos de clases sociales, lo que llama la atención es la manera por demás enredada de concebir el cobro de impuestos (sí IVA a espectáculos, menos a teatro y circo), que ha dado como resultado el mentado engendro tributario, siendo un engendro, según la definición del Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia de la Lengua, aquella criatura informe que nace sin la proporción debida, o aquel plan, designio u obra intelectual mal concebidos, definiciones que se aplican, como anillo al dedo, al sistema tributario mexicano, que fue creado a partir de la siguiente idea: por qué hacer las cosas fáciles si se pueden hacer difíciles. ¡Qué alguien nos convenza de lo contrario!
La propuesta de reforma tributaria presentada por Peña Nieto y Videgaray supone, con cambios accidentales (eliminas dos impuestos: IETU e IDE; elevas otro: ISR; generalizas uno más: IVA; creas uno nuevo: a las ganancias bursátiles; etc.), más de lo mismo, como más de lo mismo supondrán las modificaciones que le hagan los legisladores, realidad ante la cual debemos preguntarnos si existe la posibilidad de una reforma tributaria “perfecta”. Lo primero que hay que hacer es explicar en qué consiste esa reforma, que califico de perfecta entre comillas.
Continuará.