10/21/2013
El otro impuesto (I)
Arturo Damm

Los impuestos le quitan dinero al ciudadano. La inflación le quita poder adquisitivo al dinero del ciudadano. En ambos casos se le quita poder de compra, limitando sus posibilidades de adquirir más bienes y servicios y, por ello, restringiendo sus oportunidades para elevar su nivel de bienestar, que depende de la cantidad y la calidad de las mercancías que pueda comprar, independientemente de cuánto se le quite y de para qué se le quite. La inflación tiene el efecto de un impuesto. De hecho la inflación es eso, un impuesto, y para colmo de males el más injusto de ellos, porque le quita más a quien menos tiene. La inflación es un impuesto regresivo –¡le quita más a quien menos tiene!–, mismo que se sigue cobrando en México (y todo indica que se seguirá cobrando).

Lo anterior viene a cuento porque se han celebrado los 20 años de la autonomía del Banco de México, independencia del banco central que es una de las condiciones necesarias para que éste pueda cumplir su tarea que es, tal y como se señala en el artículo 28 constitucional, preservar el poder adquisitivo de la moneda nacional, lo cual se logra, estrictamente hablando, si, y sólo si, no hay inflación, algo que en México todavía no se logra, si bien es cierto que hoy, autonomía del Banco de México de por medio, la inflación es más baja de la que fue antes de la misma.

Repasemos el comportamiento de la inflación en las últimas décadas, y hagámoslo en función de la inflación promedio anual en cada una de ellas. Década de los 50’s del siglo XX: 7.1 por ciento; de los 60’s: 2.5; de los 70’s: 16.2; de los 80’s: 51.2; de los 90’s: 16.2 (curiosamente la misma de la década de los 70’s); 00’s del siglo XXI: 4.4 por ciento (2011, 3.7; 2012, 3.5). La inflación hoy ya no es la que fue en las tres últimas décadas del siglo pasado, la época de la inflación, pero sigue siendo, y continúa ejerciendo los efectos de un impuesto regresivo, que le quita más poder de compra a quien menos poder de compra tiene, y pongo un ejemplo.

Supongamos a A, el rico, y a B, el pobre, y supongamos que no hay inflación. A genera un ingreso de $10,000, consume $8,000, ahorra $2,000 (es rico). B genera un ingreso de $1,000, los consume todos, no ahorra (es pobre). Supongamos inflación del 10 por ciento. A genera el mismo ingreso de $10,000 y, para seguir consumiendo lo mismo que consumía, ahora debe gastar $8,800 y reducir su ahorro a $1,200 (pero sigue ahorrando). B genera el mismo ingreso de $1,000, lo gasta todo pero, por obra y gracia de la inflación, ahora recibe solamente el 90 por ciento de los bienes y servicios que con esos mismos $1,000 recibía antes de la inflación, de tal manera que, si quiere seguir consumiendo lo mismo, debe pedir prestados $100 (se endeuda). La inflación, ¿a quién afectó más?

Continuará.



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