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Entre la globalizaci�n y la autarqu�a: Una lectura cr�tica de Stiglitz

“El libro tiene muchas otras perlas pero ni el espacio de esta charla ni la paciencia de la audiencia permiten que las aborde exhaustivamente. No quiero terminar sin advertir que, no obstante el sabor cr�tico de mis comentarios, (justificado porque la superficialidad y falacias del autor son tan peligrosas que es importante desenmascararlo), el libro tiene un buen n�mero de lecciones y sugerencias valiosas de pol�tica econ�mica, pero para extraerlas hay que poder discriminar entre lo verdadero y lo falso, entre la investigaci�n rigurosa y la propaganda, en otras palabras, hay que separar la paja del trigo, para desechar la primera.”


Francisco Gil D�az
VIERNES, 16 DE FEBRERO DE 2007
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Stiglitz respira por la herida en cada una de sus p�ginas, en las que por cierto poco o nada aborda el tema del t�tulo de su libro. Su trabajo no es sobre la globalizaci�n. Trata s�lo al principio y eso de pasada sus supuestos malestares sin referirse a una sola de las investigaciones que se han realizado sobre el particular. Y si bien son escasas las referencias a la globalizaci�n, casi no hay p�gina en que no aparezca mencionado el FMI. El hilo conductor del libro es una cr�tica sin piedad al FMI. Seg�n Stiglitz, el fundamentalismo de mercado del Fondo ha contribuido a ahondar o crear las crisis de los pa�ses a los que se supone debe ayudar.

A estas alturas ya tendr�n ustedes una idea clara del matiz de mis comentarios. Sin embargo tambi�n estoy obligado a hacer un reconocimiento. Stiglitz, aun fuera de su territorio intelectual, es un pensador profundo y provocativo, vale la pena leerlo y conocer sus argumentos. Adem�s, se trata de una persona genuinamente preocupada por encontrar soluciones a la desigualdad y a la pobreza. Muchas de sus cr�ticas a los programas de estabilizaci�n propugnados por el Fondo Monetario Internacional (FMI), el �leit motif� de su libro y la N�mesis del autor, contienen lecciones y an�lisis de gran valor escritos con sencillez. Se trata de una obra que, bien espulgada, contiene lecciones ricas y valiosas para los practicantes de la econom�a y para el p�blico en general. Conviene por eso aprovechar su val�a, pero por tratarse de un trabajo apasionado que frecuentemente se desv�a del rigor l�gico o de la evidencia emp�rica, es menester desbrozar y descartar lo que sobra.

Stiglitz condena la globalizaci�n sin una sola cifra o cita de alg�n estudio emp�rico que analice sus consecuencias sobre el bienestar de las mayor�as. �Ser� que esto es as� porque los hechos no se compadecen de sus dichos? Las estad�sticas sencillamente no lo sustentan. Para constatarlo basta con leer recopilaciones de estudios emp�ricos sobre la globalizaci�n como la que hace Guillermo de la Dehesa.

Para tratar tan expeditamente como Stiglitz lo relacionado con los estragos de la globalizaci�n, me limitar� a citar y comentar algunas de las escasas oraciones que le dedica al tema: �Incluso los pol�ticos conservadores, como el presidente franc�s Jacques Chirac, han manifestado su preocupaci�n porque la globalizaci�n no est� mejorando la vida de quienes m�s necesitan de sus pretendidas ventajas. Es claro para casi todo el mundo que algo ha funcionado terriblemente mal��-�La creciente divisi�n entre los poseedores y los despose�dos ha dejado a una masa creciente en el tercer mundo sumida en la m�s abyecta pobreza y viviendo con menos de un d�lar por d�a.�

Comentarios por el estilo contin�an en estos breves p�rrafos sobre las supuestas consecuencias nefastas de la globalizaci�n. Dichos p�rrafos son por cierto los �nicos que responden al t�tulo del libro. El resto est� dedicado cari�osamente a los funcionarios del FMI.

Sin embargo, el fen�meno de la globalizaci�n ha sido ampliamente documentado y estudiado. Los resultados que recopila De la Dehesa se pueden resumir en lo siguiente:
1) Al mismo tiempo que se ha acelerado la globalizaci�n durante las �ltimas dos d�cadas, se ha dado una significativa reducci�n mundial de la pobreza absoluta. 2) No obstante el �enorme crecimiento de la poblaci�n en los �ltimos 20 a�os, la reducci�n de la pobreza en t�rminos relativos ha sido espectacular.� 3) Es interesante notar la diversidad geogr�fica de estos efectos: donde no se aprecian disminuciones en la pobreza absoluta y relativa es en �frica, y parcialmente, en Latinoam�rica. En el primer continente pr�cticamente no ha habido reformas estructurales en su conjunto y en la segunda regi�n las reformas han sido pocas, varias de ellas mal instrumentadas y en todo caso, incompletas, inconsistentes y con gran lentitud en su andar. 4) Por lo que hace a la desigualdad, la conclusi�n es que, gracias a la globalizaci�n, ha registrado una ligera disminuci�n y que, en los pa�ses en los que ha aumentado, como en China e India, la mayor desigualdad se debe a que ha subido relativamente m�s el ingreso de las personas de mayor capacidad econ�mica y no porque se haya empobrecido el resto de la poblaci�n. 5) Tambi�n aborda De la Dehesa la acusaci�n relativa a la explotaci�n de la fuerza trabajadora de los pa�ses emergentes. Sin duda que la inversi�n ha fluido hacia lugares en donde, adem�s de otras condiciones, es competitivo el costo de la mano de obra. La pregunta pertinente no es sin embargo si se est� aprovechando el bajo costo de la mano de obra, sino qu� ha sucedido con el bienestar econ�mico y los salarios de esos trabajadores. La evidencia emp�rica recopilada por De la Dehesa muestra que las empresas extranjeras �pagan salarios m�s elevados que los de las empresas nacionales y sus condiciones de trabajo son siempre mejores que las generales de los pa�ses donde se ubican, adem�s de darles a sus empleados m�s formaci�n y mejores condiciones de retiro.� 6) Sin embargo, no todo es color de rosa en el entorno del comercio internacional y de la globalizaci�n. Los gobiernos de los pa�ses desarrollados perjudican a los trabajadores m�s pobres del resto del mundo a trav�s de barreras al comercio en productos agr�colas y de los subsidios a sus agricultores y de la reducci�n que ha tenido la ayuda oficial a los pa�ses m�s necesitados. Pero De la Dehesa hace ver que estas pol�ticas de los pa�ses desarrollados no tienen que ver con la globalizaci�n, sino con la falta de la misma.

Esta �ltima cr�tica a la pol�tica comercial de los pa�ses desarrollados la comparte Stiglitz, y es v�lida, pero no da para una condena de la apertura comercial en general ni justifica ni explica la pobreza extrema a la que las malas pol�ticas p�blicas de los pa�ses no desarrollados han condenado a grandes porcentajes de su poblaci�n.

Antes de entrar en la materia del libro y a prop�sito de la N�mesis de Stiglitz, conviene plantear una pregunta que a m� me parece elemental. Si el Fondo es tan da�ino, �por qu� los pa�ses se someten a sus prescripciones?, o m�s a�n, �por qu� no simplemente lo abandonan? El mismo autor reconoce que estar fuera del Fondo no equivale a una maldici�n: Stiglitz argumenta que Malasia ignor� con �xito las recomendaciones del Fondo y que adem�s gracias a eso evit� padecer las penurias que debieron soportar los pa�ses que acatan las condiciones del FMI. Polonia seg�n Stiglitz tambi�n actu� con independencia y eso contribuy� seg�n �l a un desempe�o econ�mico superior al de Rusia, la que de acuerdo al autor fue asediada por los malos consejos del Fondo a los que se sujet�. Para Stiglitz China es otro caso de independencia y �xito.

Entonces, si hay casos exitosos de emancipaci�n y la participaci�n en el Fondo y en su caso la aceptaci�n de sus programas resulta de la voluntad soberana de los Estados de pertenecer al mismo, �por qu� los grandes estragos que se aduce se desprenden de los programas de estabilizaci�n, son responsabilidad de los dirigentes del Fondo y no de los pa�ses que los aceptan?

El trato de Stiglitz a los diversos pa�ses v�ctimas, seg�n �l de los errores de pol�tica econ�mica del FMI, es el de un sabio condescendiente que amonesta a unos menores de edad. Stiglitz cree fustigar al FMI, pero en realidad a quienes critica, o debiera hacerlo si reflexionara en donde descansa la verdadera responsabilidad, es a quienes aceptan las prescripciones del Fondo.

APERTURA FINANCIERA: LA TERCA REALIDAD DESMIENTE A STIGLITZ

Pero vale la pena entrar al coraz�n de los comentarios que hace Stiglitz a la apertura financiera, ya que seg�n �l se derivan diversos colapsos econ�micos de la imposici�n que hace el FMI de la libertad de movimiento de capitales. Estos colapsos no son, nos instruye el maestro Stiglitz, m�s que consecuencia de un fundamentalismo ciego que lleva al Fondo a exigir que se abra la cuenta de capital de la balanza de pagos. Aqu� Stiglitz ignora ol�mpicamente importantes y contundentes excepciones a su afirmaci�n. No toma en cuenta, entre otros, el programa alrededor de la crisis mexicana de 1982 que el Fondo apoy� en medio de un control cambiario con un mercado de cambios dual. No s�lo eso, el Fondo acept� que M�xico cerrara la cuenta de mercanc�as, que inici� 1983 con requisitos de permiso previo para la totalidad de las importaciones. No menciona Stiglitz que dicho hermetismo pudo haber contribuido al colapso y postraci�n de la econom�a mexicana durante tantos a�os. Al contrario, de lo que no puede culpar al Fondo en este caso es de haber causado el largo estancamiento de la econom�a mexicana por haberse sujetado a un fundamentalismo que en este caso brill�, pero por su ausencia. �Pec� entonces el Fondo de falta de fundamentalismo?

Mientras transcurr�a uno de los tantos programas con el Fondo, se dio en M�xico en 1985 una apertura comercial amplia y unilateral, no solicitada por el Fondo ni acordada con el mismo, fue s�bita, no gradual, motiv� el despegue de la modernizaci�n de la planta productiva mexicana y del crecimiento mete�rico de sus exportaciones, m�s r�pido incluso que el de los famosos Tigres Asi�ticos. De este cambio abrupto de la pol�tica comercial, y de un conjunto de medidas que tampoco solicit� y menos impuso el FMI, tales como desregulaci�n de mercados, disoluci�n de diversos monopolios y privatizaciones, se desprendi� un fuerte crecimiento de la productividad en la econom�a mexicana.

Otro peque�o detalle que Stiglitz omite es la raz�n por la cual se dieron varios fracasos relacionados con medidas de ajuste a crisis de balanza de pagos. Stiglitz los desmenuza uno por uno, pero curiosamente no le advierte al lector de un interesante com�n denominador: La existencia de un tipo de cambio fijo. Las dificultades en que cayeron los pa�ses que menciona son atribuidas a que hayan permitido el libre movimiento de capitales, sin advertir que fue el tipo de cambio fijo la causa de sus males y que ese solo hecho ha bastado para generar algunas de las crisis, incluso en casos sin libre movimiento de capitales.

Tratar� m�s adelante porqu� en ausencia de una Caja de Conversi�n, de a de veras como la de Hong Kong y no de a mentiritas como la de Argentina, un tipo de cambio fijo es una peligrosa bomba que incuba poco a poco crisis may�sculas. Antes presento la lista de pa�ses que durante los �ltimos a�os padecieron alguna crisis importante precedida por el intento de sostener un tipo de cambio fijo. Casi todos por cierto lo abandonaron, y los que lo han hecho no han vuelto a tener crisis, aunque podr�n volver a tenerlas, pero por otras causas, tales como acumulaciones insostenibles de deuda p�blica.

 

Econom�as en las Cuales se Combinaron
un Tipo de Cambio Predeterminado y Crisis

1976

 

M�xico

Espa�a

 

 

 

1981

 

Argentina

 

 

 

 

1982

 

Chile

M�xico

Uruguay

Bolivia

 

1983

 

Colombia

Tailandia

Filipinas

 

 

1985

 

Argentina

 

 

 

 

1986

 

Brasil

Indonesia

 

 

 

1989

 

Brasil

 

 

 

 

1990

 

Argentina

 

 

 

 

1991

 

Finlandia

 

 

 

 

1992

 

Suecia

 

 

 

 

1994

 

M�xico

Venezuela

 

 

 

1997

 

Indonesia

Malasia

Filipinas

Tailandia

Corea

1998

 

Rusia

Paraguay

 

 

 

1999

 

Brasil

Colombia

 

 

 

2001

 

Turqu�a

 

 

 

 

2002

 

Argentina

Uruguay

 

 

 

Fuente: Reinhart, Carmen y Kenneth Rogoff, �The Modern History of Exchange Rate Agreements: A Reinterpretation�, Working Paper Series, N�m. 8963, NBER, 2002.� �datos del Anexo de la versi�n revisada marzo 2003)�; Kaminsky, Graciela, y Carmen Reinhart, �The Twin Crises: The Causes of Banking and Balance-of-Payments Problems�, American Economic Review, Vol. 89, N�m. 4, E.U., 1999; Bloomberg.

Con una evidencia tan arrolladora se vuelve obligado preguntar qu� papel juega un tipo de cambio fijo en la gestaci�n de una crisis en lugar de culpar a la apertura de la cuenta de capitales.

Un tipo de cambio fijo o, lo que es casi equivalente, una flotaci�n con bandas, genera diversas patolog�as en el comportamiento de los mercados. Si el tipo de cambio permanece en el piso de su banda de flotaci�n, se presentan dos incentivos. Primero, atrae grandes vol�menes de recursos, porque mientras los actores econ�micos conserven la expectativa de que el tipo de cambio seguir� adherido al piso, tienen la confianza de que cosechar�n cuantiosos rendimientos, por lo menos en comparaci�n con lo que obtienen en otros mercados. Segundo, la percepci�n de mayor rendimiento es transitoria o de corto plazo, porque los inversionistas saben que la disponibilidad de divisas dentro de un r�gimen cambiario con la promesa impl�cita de convertibilidad ilimitada, tiene un l�mite: las reservas internacionales.

La precariedad de las expectativas que genera un modelo as� motiva a los inversionistas a invertir sus capitales a plazos cortos, frecuentemente de s�lo 48 horas. Luego, cuando los capitales quieren salir debido a un cambio de percepci�n sobre el comportamiento de la econom�a o a perturbaciones pol�ticas, es entonces cuando el tipo de cambio se adhiere al techo de su estrecha banda, donde s�lo podr� sostenerse mientras el banco central disponga de divisas para defenderlo. A partir de tal momento se configura una cl�sica falacia de composici�n: Cada inversionista quiere fugarse y cree poderlo hacer, pero la suma de todas las cantidades que desean sacar del pa�s pronto supera el valor de las reservas internacionales lo que provoca el derrumbe de la moneda. Cuando esto sucede ning�n alza en las tasas de inter�s puede ofrecer una retribuci�n comparable al rendimiento de corto plazo que ofrece una devaluaci�n esperada, por peque�a que �sta sea.

Las bandas al tipo de cambio o un tipo de cambio fijo contienen por lo tanto est�mulos contrapuestos a los movimientos de capital: O a grandes influjos que se invierten en activos de corta duraci�n, o a que las divisas se fuguen a la mayor velocidad posible. Esta forma de atracci�n o de repulsi�n fatal a los flujos de capital en una econom�a abierta se ha dado dentro de un mundo con recursos financieros inmensos y crecientes que cruzan las fronteras a la velocidad de la luz. Es este conjunto de circunstancias el que se combin� para destruir los reg�menes cambiarios con tipo de cambio fijo o con bandas. Los ejemplos abundan: El sistema monetario europeo en 1992, el peso mexicano en 1982 y otra vez en 1994, las monedas de varios pa�ses latinoamericanos, de pa�ses escandinavos, de Europa Oriental y del Sudeste Asi�tico, entre otras.

El fen�meno descrito fue replicado pa�s por pa�s. El colapso cambiario fue seguido de aumentos s�bitos y considerables en las tasas de inter�s, a los que se sum� la necesidad de obtener elevadas cantidades en moneda local para hacer frente a las amortizaciones de pasivos en moneda extranjera. As�, de repente, los deudores amanecieron sin liquidez y algunos en estado de insolvencia. De la noche a la ma�ana los bancos, los locales y los extranjeros, se vieron impedidos de seguir prestando. Empresas y familias tuvieron que contraer dr�sticamente su gasto. Sobrevinieron quiebras empresariales y personales y recesiones econ�micas generalizadas.

Las tasas de inter�s, por cierto, no aumentan porque el Fondo lo exija. Si en un entorno como el descrito los gobiernos se obstinaran en mantener las tasas de inter�s artificialmente bajas, la ca�da en el ahorro financiero prolongar�a y agudizar�a el estancamiento y, parad�jicamente, tarde o temprano, encarecer�a el cr�dito m�s all� de lo que hubiera sucedido de haber aceptado el pa�s con realismo los mandatos de los actores econ�micos. �stos reaccionan exigiendo mayores rendimientos cuando crecen las expectativas de inflaci�n. Salvo contadas intervenciones oportunas de su Banco Central, M�xico, con tasas de inter�s libremente determinadas por el mercado a partir de la crisis de 1995, es un buen ejemplo de aumentos autom�ticos de las tasas en respuesta �nicamente a las expectativas de los actores econ�micos.

Adem�s del �xito del programa mexicano, Stiglitz omite entre otros a Brasil, Turqu�a y Corea, pa�ses que sin duda se recuperaron de sus crisis con mucha mayor soltura gracias a los apoyos del Fondo. �Por qu� limitarse a mencionar los que de acuerdo a �l fueron fracasos?

UNA CLAVE DESDE�ADA: EL COSTO DE OPORTUNIDAD

En condiciones como las descritas los pa�ses pueden o no acudir a las instituciones financieras internacionales, pero la ca�da en el producto, en el empleo, en los salarios reales, la volatilidad de las variables financieras, todos estos fen�menos son resultado de desequilibrios que se acumulan antes de que se solicite el auxilio del Fondo. Para entender el significado del costo de ajustar la econom�a a la nueva circunstancia, el que tanto desvela a Stiglitz, la pregunta pertinente consiste en saber qu� ocurrir�a si el pa�s no solicita apoyo internacional.

Si el pa�s no enfrenta vencimientos de pagos al exterior, sean del sector p�blico o del privado, tampoco necesita de apoyo alguno, pero de tener que cubrir pagos cuantiosos en divisas sin un puente de liquidez externa, el tipo de cambio se puede depreciar vertiginosamente, mucho m�s de lo que se requerir�a para enfrentar la crisis de contar con liquidez en moneda extranjera. La explicaci�n de esta mayor depreciaci�n es que el pa�s tendr� que generar divisas a partir de un super�vit en su balanza de mercanc�as de un tama�o tal que aporte la moneda extranjera necesaria para� pagar los vencimientos de deuda externa. Un ajuste as� puede alcanzar varios puntos porcentuales del producto equivalentes en magnitud a aumentos en el ahorro interno que normalmente toma d�cadas alcanzar.

No s�lo debe aumentar el ahorro, adem�s se le plantean a la econom�a reasignaciones dr�sticas de la producci�n para sustituir importaciones y para exportar en un plazo sumamente corto. Semejante esfuerzo de ahorro y de reestructura productiva se traduce en ca�das fuertes y s�bitas del consumo y de la inversi�n. El ajuste se vuelve inevitable, pero las disminuciones del producto y del empleo� pueden mitigarse si se obtiene una l�nea de cr�dito que financie el faltante temporal de liquidez y que transmita credibilidad a quienes pueden financiar los vencimientos de deuda. Un puente financiero de esta naturaleza se obtiene cuando el pa�s toma medidas tendientes a convertir la crisis en un fen�meno transitorio y as� mantener o recuperar la percepci�n de que se trata de una econom�a solvente y l�quida desde el punto de vista financiero.

Tambi�n se puede intentar sortear la crisis cerrando la econom�a a los pagos internacionales y decretando un control de cambios. El hecho de que la mayor�a de los gobiernos intenten a toda costa evitar una �soluci�n� de esta naturaleza y prefieran las odiosas condiciones de la ayuda externa nos dice algo acerca del costo de la autarqu�a financiera. Malasia, como afirma Stiglitz, sali� adelante sin programa con el Fondo. �Quiere eso decir que todo el que lo intente puede lograr un resultado igual? No lo creo, pero de ser as�, vuelvo a mi comentario del principio: El Fondo no puede obligar a nadie a aceptar sus programas y por errados que sean, los que los toman los prefieren a la alternativa que suele ser m�s larga y dolorosa.

Si el costo de no contar con un cr�dito puente, aun cuando se le condiciona, es varias veces mayor que el de aceptar las condiciones de un apoyo temporal, entonces el programa con el Fondo no impone penuria alguna, los problemas se los inflingi� el pa�s a s� mismo; el programa evita que tales problemas se conviertan en una espiral con enormes perjuicios econ�micos y descalabros pol�ticos.

Para entender el papel de una instituci�n como el Fondo que presta auxilio cuando se presenta un problema de suma gravedad, no debemos nunca olvidar que la medici�n de costos es enga�osa y que el verdadero costo de una decisi�n es su costo alternativo o costo de oportunidad. Lo que hay que considerar ante cualquier decisi�n, no es cu�l es la erogaci�n o su costo directo, sino cu�nto se pierde de no tomarla. Si el segundo costo, el de la alternativa desechada, es mayor, la primera alternativa no fue costosa. Siempre aceptaremos gustosos un bypass cu�druple en las coronarias frente a la alternativa, un infarto masivo al miocardio.

OTRA PIEDRA EN EL CAMINO DE STIGLITZ: RUSIA

Conviene ahora entrar al an�lisis de algunos episodios que Stiglitz utiliza selectivamente para seg�n �l ejemplificar el fracaso del fundamentalismo de mercado del Fondo. Uno entre tantos, objeto de una presentaci�n sesgada o ignorante, es el que se refiere a la experiencia rusa. Seg�n Stiglitz Rusia sigue al pie de la letra recomendaciones del Fondo consistentes en liberalizar todos los precios y privatizar todas sus actividades econ�micas. De acuerdo a su narraci�n, la velocidad y el descuido de las autoridades rusas al privatizar�por no establecer las instituciones que deben acompa�ar al funcionamiento de una econom�a de mercado- dieron lugar a una gran concentraci�n de la propiedad y a un funcionamiento ca�tico, a veces gangsteril, de la econom�a. Las reformas inspiradas en teolog�a econ�mica y no en consideraciones pr�cticas, entre �stas trabajar con gradualismo y a partir de un conocimiento de la realidad rusa, se tradujeron en un colapso de la producci�n y en fuertes incrementos del nivel general de precios.

Hay bastante de cierto en las afirmaciones de Stiglitz, pero para endosarle el problema al Fondo deja fuera una buena parte de la explicaci�n del mal desempe�o de la econom�a rusa. No toma en cuenta por ejemplo que al desaparecer el an�logo sovi�tico a nuestro Tratado de Libre Comercio de Am�rica del Norte, el COMECON, instrumento que Rusia utilizaba para orde�ar a sus sat�lites, el pa�s dej� de percibir rentas importantes y adem�s se descoyunt� s�bitamente el funcionamiento de una econom�a dependiente de v�nculos comerciales que se hab�an consolidado a lo largo de varias d�cadas.

Tampoco menciona que adem�s del Fondo, del Banco Mundial y de otros organismos internacionales, el gobierno ruso padeci� el atosigamiento de un enjambre de asesores econ�micos occidentales. �Qui�n dec�a qu� y qui�n verdaderamente influ�a en las decisiones del gobierno ruso, si es que le hac�an caso a alguien? Eso habr� que pregunt�rselo a los jerarcas rusos de la �poca, pero apuesto a que no van a confirmar la hip�tesis de que s�lo estaban esperando que los economistas del Fondo les hablaran al o�do. Otro peque�o detalle que se le escap� a Stiglitz es que con o sin consejos, es falso que Rusia haya adoptado una econom�a de mercado. Un an�lisis devastador de las reglas imperantes en la nueva Rusia de William W. Lewis revela varias de las agudas distorsiones que se introdujeron a una econom�a que aun con precios libres, empresas en manos privadas y apertura al comercio exterior, no adquiri� realmente una econom�a de mercado. Presento algunas de las observaciones de mayor relieve de Lewis: a) El gobierno le ordenaba a los bancos prestarle sumas gigantescas de dinero a empresas con problemas. No se recompensaba a empresas productivas o siquiera con utilidades y se aliment� una hiperinflaci�n creando cr�dito. �Creer� de veras Stiglitz que semejante conducta calza con recomendaciones del Fondo? (p. 168 en Lewis). b) Los gobiernos locales� aprovechan su control del suministro de gas y electricidad para forzar a un gran n�mero de fundiciones de acero peque�as, ineficientes y altamente contaminantes a seguir produciendo. Los productores de acero, al no poderlo vender en el mercado, se lo entregan en pago (altamente sobrevaluado) a los proveedores de gas y electricidad que a su vez se lo pasan a las compa��as nacionales de gas y electricidad. El gobierno acab� acumulando a un costo exorbitante grandes cantidades de acero, lo que contribuy� a su incapacidad para enfrentar los vencimientos de su deuda en 1998, y precipit� la crisis financiera. (pags. 172,173). c) El gobierno ruso ha mantenido artificialmente bajo el precio interno del petr�leo a trav�s de controles sobre las exportaciones, (el gobierno controla las exportaciones porque es due�o y monopolista de la tuber�a que se usa para exportar el petr�leo, adem�s controla todas las importaciones de equipo y de servicios petroleros), de ah� la incapacidad de la industria petrolera rusa para modernizarse y para elevar una productividad notablemente inferior a la de las compa��as petroleras internacionales. (p. 177).

Lewis aporta m�s observaciones sobre los impedimentos al buen funcionamiento de una econom�a de mercado en Rusia que, como el resto de su profundo an�lisis de econom�as comparadas a partir de estudios de productividad por industria, es lectura obligada y fascinante para quienes est�n interesados en las sutilezas y la complejidad del crecimiento econ�mico.

CHINA Y EL LIBRO QUE STIGLITZ ELOGIO SIN LEERLO

Los hechos tampoco perturban a Stiglitz cuando comenta los cambios en la econom�a China. El autor nos dice a prop�sito de la transformaci�n de la agricultura en ese pa�s: �fue un logro enorme, que involucr� a cientos de millones de trabajadores y fue alcanzado en pocos a�os; y de un modo tal que gener� un amplio respaldo: era ensayado en una provincia, con �xito, y despu�s en otras, tambi�n con �xito. La evidencia era tan abrumadora que el gobierno no ten�a que hacer nada para forzar el cambio, que era voluntariamente aceptado� (p. 231)

Cualquiera pensar�a que el gobierno Chino dise�� un plan para luego ejecutarlo. �Por qu� Stiglitz no informa al lector que el fen�meno chino sucedi� exactamente al rev�s de c�mo lo describe, que la poblaci�n se sali� del huacal, que fue algo que surgi� espont�neamente y que al principio los bur�cratas lo trataron de extinguir? �Por qu� no se refiere al milagro que fue que el Primer Ministro chino resultase no ser un comunista dogm�tico, que al darse cuenta de las maravillas que estaba produciendo un experimento liberador organizado por campesinos rebeldes lo dej� ser? �Por qu� no aclara que fue el gobierno el que acept� el cambio que indujo la poblaci�n?

Cito, para contrastar la versi�n de Stiglitz, el relato detallado que hace John McMillan sobre esta experiencia (en mi traducci�n): �Un comienzo min�sculo deton� esta extensa reforma: Una reuni�n clandestina de familias en un peque�o pueblo rural. En 1978 los campesinos del pueblito Xiogang de la provincia china Anhui estaban en un estado de desesperaci�n. La comuna en que trabajaban colectivamente no funcionaba. Conocida como el granero de China, Anhui contiene tierra de la mayor fertilidad en China, pero las 20 familias de� Xiogang no produc�an suficiente arroz para alimentarse. Se hab�an reducido a depender en parte de mendigar en otras regiones. Cuando el clima no les favorec�a pasaban hambrunas. Temerosos de que los arrestaran, los pobladores se reunieron secretamente y se pusieron de acuerdo para dividirse entre ellos la tierra comunal. Tomaron tres determinaciones. Primero, como estaban yendo en contra de la pol�tica del gobierno, la asignaci�n individual de tierra la mantendr�an en secreto, no la divulgar�an a nadie fuera de la comuna. Segundo, al gobierno le seguir�an entregando la misma cantidad de arroz que �ste hab�a estipulado. Tercero, si a cualquiera lo encarcelaban, los dem�s criar�an a sus hijos hasta que alcanzaran la edad de 18 a�os. Sellaron el pacto con sus huellas digitales. Se sucedi� un r�pido vuelco. Los agricultores de Xiaogang se volvieron s�bitamente m�s productivos. �El hoy es distinto del ayer�, dijo uno. �Trabajamos cada cual para uno mismo�. Trabajando sus propias parcelas pod�an ver una liga directa entre su esfuerzo y la recompensa. Cualquier cantidad que produjeran en exceso de lo que le ten�an que entregar al Estado se la pod�an quedar o vender. En un a�o se duplic� la superficie plantada con arroz y empezaron a producir un excedente. A pesar de su juramento, se empez� a divulgar lo que estaba sucediendo. Nadie entend�a la ineficiencia de la agricultura comunal mejor que los mismos campesinos. A lo largo de toda China, los campesinos estaban listos para el cambio. Con rompimientos rebeldes del r�gimen comunal en otros poblados, el cambio prolifer� r�pidamente. En las palabras de un campesino, el cambio se extendi� como �epidemia de pollo. Cuando un poblado lo adquiere, toda la regi�n acaba infectada�.

Este cambio desde abajo fue resistido por los de arriba. Previendo que perder�an poder, los bur�cratas locales castigaron a Xiaogang cort�ndole el suministro de semillas, fertilizante y pesticidas. Pero los pobladores estaban de suerte: Su levantamiento coincidi� con una nueva actitud de Pek�n. Habiendo fallecido Mao, la nueva clase pol�tica pens� que se le presentaba una oportunidad para explotar los cambios en la agricultura como parte de su empuje para expulsar a los mao�stas. Funcionarios provinciales visitaron el poblado y bendijeron el cambio. Despu�s un funcionario de alto nivel de Pek�n viaj� visitando varios poblados para estudiar los efectos de la agricultura individual. Su informe sobre la mejora en la producci�n y en el nivel de vida de las familias campesinas tuvo una gran influencia cuando circul� entre los l�deres nacionales. En la Conferencia del partido comunista de 1982 el l�der principal, Deng Xiaoping, endos� las reformas. En 1983 el gobierno central declar� que la agricultura individual era compatible con una econom�a socialista y por lo tanto permitida. Para 1984, apenas seis a�os despu�s de iniciado el movimiento por Xiaogang, hab�an desaparecido las comunas�. (P�gs. 94 y 95).

Como que no se parecen las dos versiones, �verdad? Seg�n Stiglitz el cambio revolucionario en la econom�a china se dio desde arriba, la realidad fue otra: -se produjo desde abajo y, lo que es tambi�n de enorme inter�s, la mayor prosperidad rural aliment� la proliferaci�n de peque�as unidades de producci�n para proveer de bienes y servicios a los campesinos que ahora gozaban de mayor prosperidad. As� naci� el nuevo modelo econ�mico de libre mercado y privatizaciones crecientes de la econom�a china. El gradualismo que con justicia alaba Stiglitz no fue producto de un gran designio, fue resultado del cambio que las masas arrancaron al sistema en su af�n de escapar de una pobreza desesperante.

Reproduje tantas citas del libro de McMillan por dos razones. Primero, porque proporcionan un ejemplo elocuente del potencial que se desata cuando se permite florecer la iniciativa individual. Segundo, porque, como �ste, podr�a ofrecer much�simos otros contrapuntos a las afirmaciones de Stiglitz, varios por cap�tulo, pero para desmentirlo basta un bot�n, o dos. Por cierto el libro de McMillan tiene en su portada una sola cita y quien la proporciona es nada menos que el mism�simo Stiglitz en la que nos informa: �There could be no better guide to the modern view of markets than John MacMillan�s new book�. �Lo habr� le�do?

LAS PIRUETAS IMAGINARIAS DEL CAD�VER DE LORD KEYNES

En otra de sus tergiversaciones el profesor Stiglitz nos informa que: �Hoy el FMI t�picamente aporta dinero s�lo si los pa�ses emprenden pol�ticas como recortar los d�ficits (sic) y aumentar los impuestos y los tipos de inter�s, lo que contrae la econom�a. Keynes se revolver�a en su tumba si supiera lo que ha sucedido con su criatura.� No hace falta que Keynes d� volteretas bajo tierra, no se necesita saber mucho de c�mo se gest� la creaci�n del Fondo para conocer que las ideas que prevalecieron en lo fundamental provienen de Harry Dexter White - el representante de los Estados Unidos en Breton Woods durante la creaci�n del Fondo - y no de Keynes. Este �ltimo aport� ideas valiosas pero eso no lo convierte, ni remotamente, en padre de la �criatura�.

El plan Keynes consist�a en una c�mara de compensaci�n de pagos mundial con la posibilidad de crear medios de pago, la unidad se llamar�a bancor con una capacidad de giro para cada pa�s relacionada con el tama�o de su comercio exterior. Sobregiros importantes estar�an cubiertos mediante cr�ditos del Tesoro de los EEUU. La alternativa White, la que triunf� en parte gracias a la hegemon�a post guerra de Estados Unidos y en parte por ser la f�rmula m�s responsable, consisti� en la creaci�n de un fondo constituido a trav�s de aportaciones de cada pa�s miembro sobre el que se podr�a girar ocasionalmente para cubrir faltantes de la balanza de pagos. Tanto el plan Keynes como el White preve�an un mundo sin controles a los componentes de la balanza de pagos. De manera que tampoco tendr�a motivos Keynes para revolcarse en su tumba cuando el Fondo procede de acuerdo al mandato de apertura al que el mismo Keynes contribuy�.
Curiosamente, aunque Stiglitz le da un tinte ideol�gico a su rabia anti Fondo, haci�ndonos creer que su oposici�n le da un ropaje de centro izquierda, el verdadero enfoque adverso al Fondo, mucho m�s contrario porque m�s all� de cuestionar sus pol�ticas cuestiona su existencia misma, es el de economistas ortodoxos que preferir�an que el Fondo desapareciera y que en su lugar reapareciera el patr�n oro .

PARA TERMINAR, UNA PERLA M�S DEL LIBRO DE STIGLITZ

La aparente ignorancia hist�rica del profesor tambi�n est� acompa�ada de una profunda inocencia, �o ser� que tiene poco aprecio por la inteligencia de los lectores? Cito: �supongamos que una empresa en un pa�s subdesarrollado acepta un cr�dito a corto plazo de un banco norteamericano por cien millones de d�lares a un inter�s del 18 por ciento. Una pol�tica prudente por parte del pa�s requerir�a aumentar las reservas en cien millones. Las reservas generalmente se tienen en Letras del Tesoro de EEUU, que pagan un 4 por ciento. La verdad es que el pa�s simult�neamente pide prestado a EEUU a un 18 por ciento, y le presta a EEUU a un 4 por ciento�. Veamos profesor: Ni los pa�ses ni las empresas necesitan disponer de liquidez, por prudentes que sean, en cantidades equivalentes al cien por ciento de sus obligaciones. Adem�s, las divisas para pagar las deudas de las empresas tendr�n que salir del mercado de moneda extranjera, y pueden provenir de las que entregan los exportadores y de quienes prestan servicios al exterior, o de la contrataci�n de nuevos cr�ditos por parte por ejemplo de la misma empresa a la que alude el profesor, o de otras empresas. Adem�s, el monto de reservas prudente depender� del r�gimen cambiario. Deber� ser muy alto, mucho mayor por cierto a las obligaciones en moneda extranjera del pa�s, si se tiene una caja de conversi�n y, en el otro extremo, con tipo de cambio libre, los requerimientos de reservas ser�n mucho menores.

El libro tiene muchas otras perlas pero ni el espacio de esta charla ni la paciencia de la audiencia permiten que las aborde exhaustivamente. No quiero terminar sin advertir que, no obstante el sabor cr�tico de mis comentarios, (justificado porque la superficialidad y falacias del autor son tan peligrosas que es importante desenmascararlo), el libro tiene un buen n�mero de lecciones y sugerencias valiosas de pol�tica econ�mica, pero para extraerlas hay que poder discriminar entre lo verdadero y lo falso, entre la investigaci�n rigurosa y la propaganda, en otras palabras, hay que separar la paja del trigo, para desechar la primera.


Varias de las posturas en este sentido se pueden consultar en: Maquillan, Lawrence J., y Meter C. Montgomery (comps.), The Internacional Monetary Fund: Financial Medic to the World?, Hoover Institution Press, Stanford, California, E.U., 1999.

Lewis, William W., The Power of Productivity: Wealth, Poverty, and the Threat to Global Stability, The University of Chicago Press, E.U, 2004.

McMillan, John, Reinventing the Bazaar: The Natural History of Markets, W.W. Norton and Company New York-London, E.U., 2002.


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Recent Comments

  • Jano2811

    El liberalismo jamás apoyó totalmente la revolución francesa, si leyeras algo de Burke lo sabrías, los liberal-conservadores de España abogaban por la monarquía constitucional a diferencia de los...

    Manuel J. Clouthier · 5 months ago

  • Jano2811

    He aquí el típico rojo enfermo, resentido ignorante y anacrónico. Tal como diría Montaner, L.Barrientos: El perfecto idiota latinoamericano

    Ian Vásquez · 5 months ago

  • Jano2811

    Y pensar que los disparates se leen solo en X. Vuestro comentario además de ser disparatado es un completa mezcla de anacronismo sin sentido. ¿Acaso Hume o Burke mataron a una persona en su vida?...

    Roland Baader · 5 months ago


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