Estimadas amigas y amigos: He tomado prestado el t�tulo de la famosa novela de Augusto Roa Bastos sobre la dictadura del doctor Francia (Jos� Gaspar Rodr�guez Francia, jefe m�ximo de Paraguay de 1814 a 1840), para invitarlos a la magna convenci�n, en el patio central de mi casa, durante la cual todos ustedes me elegir�n por aclamaci�n, a mano alzada, la Mera-Mera Jefaza Planetaria, la Non-plus-ultra de los jefes de Estado y la Presidenta perpetua de este pa�s, hasta hoy conocido como M�xico. S�lo como breviario cultural, les aviso que tomar� algunas medidas inmediatas, una vez hecha esta asamblea democr�tica (de previsibles resultados), similares a las que tom� el doctor Francia en Paraguay, tales como: Abolir la educaci�n superior, el sistema postal y los peri�dicos (para que vean que estoy actualizada tambi�n se abolir�n las cuentas de correo en la llamada Internet); cerrar las fronteras del pa�s para evitar la odiosa contaminaci�n cultural del imperialismo y los nefastos intercambios comerciales; erigirme como m�xima jerarca, sacerdotisa, de las iglesias cat�lica, evang�lica, bautista, presbiteriana, as� como de cualquier otro credo religioso e inclusive jerarca de los ateos y de las ateas en la hasta hoy llamada Rep�blica Mexicana y que cambiar� su nombre por Finca Clotilde en honor a su humilde refundadora; nombrarme, gracias a la democr�tica e inatacable elecci�n que ustedes har�n de mi humilde y bella personita, como la �nica autorizada para celebrar bautizos, matrimonios y primeras comuniones en el pa�s y ordenar�, tambi�n, la muerte inmediata de todos los perros en el territorio nacional (es que, �saben?, igual que el doctor Francia, �detesto a esos animales!). Adem�s, pondremos en subasta inmediata en el mercado mundial el territorio hasta hoy conocido como Tabasco con todos los originarios de esa entidad calurosa, pantanosa y bananera (tambi�n los detesto), se aceptar�n ofertas desde un d�lar el metro cuadrado, con opci�n a regatear (si el paquete incluye a L�pez, pagamos para que se lo lleven). Con esto se dar� fin a la rep�blica simulada que hoy padecemos y se iniciar� una era de paz, armon�a y progreso. Yo, Clotilde, la Suprema.