No, López ya
no es un peligro para México, es una verdadera escoria, una verdadera escoria
que desea impedir la modernización económica de México. Sí, ahí está la escoria
López incitando a la violencia, mintiendo y amagando a todo aquel (aunque sea
correligionario) que pretenda discutir cualquier tema en materia de reforma
energética. Y lo peor, veo un PAN asustado, amedrentado, con argumentos poco
claros para modernizar a la industria petrolera, que sólo se ha conformado en mostrar
un comercial de televisión que se parece a esa rancia publicidad que el PRI
solía usar para defender sus programas populistas. Si el PAN está esperando un
cambio en el PRD está perdiendo vilmente el tiempo. Este partido hoy se lo
disputan los populistas y los estalinistas. No tiene remedio.
En cuanto al
PRI, veo como se están imponiendo los dinosaurios de Bartlett,
hoy representados por el senador Manlio Fabio Beltrones. Ya nos salió Manlio
con una puntada: “en el PRI no aceptaremos ni contratos de riesgo ni cambios a
la constitución. Luego, Santiago Creel, “no
permitiremos que se toque la renta petrolera,” ¡uff!
Vaya, que si son estúpidos nuestros políticos.
De la
mayoría de los periodistas ni hablar, también he oído puras estupideces; que si
las privatizaciones no han funcionado, que si el neoliberalismo, que si tata
Cárdenas, etc.
No,
entendámoslo de una vez, cualquier intento de verdaderamente modernizar a la
industria petrolera mexicana, forzosamente pasa por un cambio constitucional,
en particular de los artículos 27 y 28 que le dan al Estado mexicano poderes
monopólicos nefastos sobre los recursos naturales, lo que por supuesto incluye
al petróleo.
Si PEMEX se
quiere convertir en una empresa pública moderna debe ver lo que se hizo en
Brasil.
La empresa
petrolera brasileña, PETROBRAS, inició operaciones en 1954 como un monopolio
estatal dedicado a la exploración, producción, refinación, investigación y
transportación de petróleo y sus derivados. Vaya, PETROBRAS era un monopolio
ineficiente como lo es hoy PEMEX.
Pero el
cambio llegó en el año de 1976, en donde la petrolera brasileña ya no era capaz
de abastecer de petróleo al mercado interno, pues sólo alcanzaba a cubrir el
50% de la demanda, por lo que tuvo que importar petróleo (lo que parece será el
destino inexorable de México, de persistir la terquedad de abrir PEMEX al
capital privado). Esto llevó a que ese mismo año PETROBRAS firmará por primera
vez un contrato de riesgo (esos de los que el PRI amenaza, no pasarán) con la
petrolera privada British Petroleum
para explorar y explotar petróleo en las llamadas aguas profundas del mar.
Dado que en
PETROBRAS persistían las ineficiencias, en 1997 el entonces presidente
brasileño Enrique Cardoso promulgó una ley que
permitía a otras empresas competir con PETROBRAS. Sí, ojo, esas expresiones que
odian los políticos mexicanos, como son cambios legales y mayor competencia. A
partir de ese momento, las actividades de exploración, desarrollo y producción
de yacimientos se llevan a cabo mediante contratos de concesión, asignados
mediante licitaciones en donde distintas empresas privadas a PETROBRAS compiten
por los distintos campos petroleros. Asimismo, el gobierno también introdujo
una nueva metodología para que los precios de los productos derivados fueran
determinados por el mercado (eliminó los controles de precios, esos que tanto
le gustan al Presidente Calderón), y decidió eliminar todos los subsidios al
transporte de petróleo y etanol.
Posteriormente,
el gobierno brasileño decidió bajar su participación en PETROBRAS del 84% a
poco más de 50%, mediante la emisión de acciones en la bolsa de valores. Sí,
decidió que parte de sus acciones fueran poseídas por particulares, lo que a
los políticos mexicanos les pone los pelos de punta.
Si bien en
el rubro de la exploración la petrolera brasileña tiene la mayor parte del
mercado, el gobierno brasileño ha aceptado la competencia privada, por lo que
hoy PETROBRAS tiene que competir con empresas como Agip,
Devon, Shell, Maersk, Statoil, Chevron Texaco, Encana, El Paso y
BG Group. En el rubro de la distribución de petróleo,
la petrolera estatal no tiene dominio y sus competidores principales son empresas
pequeñas que están en franco crecimiento. En distribución de productos derivados,
lo mismo, PETROBRAS tiene el 40% del mercado y sus competidores principales son
Shell, Esso y Texaco.
Como puede
ver amigo lector, las causas por las que PETROBRAS se ha expandido exitosamente
en los últimos años es su asociación con empresas privadas, la competencia a la
que está sometida y el allegarse recursos de los mercados de capital. En una
palabra, PETROBRAS ha aplicado un principio fundamental para el éxito
empresarial: más mercado y menos gobierno.
Ah, pero
nuestros políticos socialistas sólo quieren hacer un cambio de forma y no de
fondo en PEMEX. No entienden que el problema de PEMEX no consiste en darle más
recursos; el problema de PEMEX es que no tiene incentivos a ser competitivo y
la razón es simple: es un monopolio obeso que no compite con nadie y no rinde cuentas.
Asimismo, cuenta con un sindicato corrupto, y la falta de definición de
derechos de propiedad sobre el “oro negro,” sólo ha hecho que los gobiernos de
todos los colores y todos los niveles quieran echarle mano a los ingresos
petroleros. Sí, esa es la maldición de PEMEX.
Es
importante entender que es la competencia lo que da incentivos a que las
empresas sean eficientes. Es la competencia lo que redunda en productos mejores
y a bajos precios para el consumidor. Es la competencia lo que al final de
cuentas da mayor libertad a los consumidores. Por increíble que parezca, esto
no ha sido entendido, ya no digamos por los políticos, sino por los periodistas
en su mayoría. Escuchaba la otra vez a un periodista (de esos privilegiados de
uno de los duopolios televisivos) decir que la
solución no era privatizar PEMEX (lo que ojo, nadie ha planteado), pues en
México las mismas habían sido un rotundo fracaso; citaba los casos de la
aviación, los bancos, los ferrocarriles y las telecomunicaciones.
A ver, este
despistado periodista no sabe historia económica (se cree un experto). En
México la causa por la que algunas de las privatizaciones no han funcionado es
por que está metida la apestosa mano del gobierno. Durante el porfiriato, los ferrocarriles, el petróleo, los bancos y la
mayoría de las empresas eran privadas (nacionales y extranjeras) y funcionaban
razonablemente bien. Pero luego vinieron los gobiernos revolucionarios y
realizaron expropiaciones masivas, lo que dio al traste a la competencia y por
tanto a la economía. Luego, algunos de estos mismos gobiernos revolucionarios
intentaron “corregir” los excesos estatistas y a
emprender privatizaciones de empresas estatales quebradas. Ahí empezaron los
problemas. Primero, se privatizaron monopolios del gobierno (Telmex) y se
convirtieron en monopolios privados (ó dominantes); en otros casos el gobierno
mexicano expropió y luego privatizó y puso en manos equivocadas a las empresas
reprivatizadas. Estoy hablando de los bancos, que antes de la expropiación de
1982 funcionaban razonablemente bien; luego, al reprivatizarse, en vez de
regresárselos a sus dueños originarios (banqueros con experiencia) se les
vendieron a precios inflados a los “casabolseros”
cuyo negocio era el bursátil y no el bancario. A raíz de las pifias en materia
de política cambiaria (otra vez, el culpable el gobierno), se desata la crisis
de 1994, lo que ocasiona el quebranto del sistema bancario, por lo que entra el
gobierno al rescate (ya no de los banqueros, sino de los ahorradores); hoy la banca
se ha expandido, pero los costos regulatorios son
enormes, lo que dificulta la competencia en el sector (tenemos alrededor de 40
bancos; en EU existen más de 10 mil) y no se traduce en precios bajos y calidad
para los consumidores de los servicios bancarios. En la aviación lo mismo, en
vez de abrir el mercado (como se ha hecho recientemente) el gobierno se dedicó
a garantizar a sólo dos empresas el mercado; así, además de proteger de la
competencia a las empresas de aviación, cuando caían en desgracia el gobierno
entraba al rescate una y otra vez para seguir con el circulo vicioso; ojo,
insistimos otra vez, la culpa no son los mercados competitivos, sino la mano
del gobierno que lo que menos fomenta es la competencia. Y así podríamos
seguir, enumerando las tonterías cometidas por los gobiernos en las distintas
privatizaciones.
Hay que
entenderlo, es la competencia lo que le conviene a los consumidores y el
petróleo no es la excepción. Ojalá lo entiendan los
políticos. De la escoria de López, ni hablar, nunca entenderá, pues está
dogmatizado. La única manera de frenarlo será con el uso de la razón (no con
López, sino con algunos de sus correligionarios que están abiertos a la
discusión) y con la aplicación estricta de la ley. Ya veremos si los políticos
deciden cambiar de una vez por todas la estructura perversa
en que opera PEMEX. Si no lo hacen, lo harán las circunstancias internacionales,
pero ello sería costoso, muy costoso para el pueblo mexicano.