Washington (AIPE)- En los
tiempos actuales de tempestades financieras, es impresionante ver cómo Brasil
ha surgido en el mercado financiero internacional. En 2002, hace apenas 6 años,
se creía que Brasil seguiría el mal ejemplo argentino y dejaría de pagar las
deudas contraídas. Por el contrario, hoy los inversionistas consideran que
Brasil es un país confiable, en un mundo amenazado por las hipotecas de alto riesgo.
Y ahora, en su recién iniciado segundo período, el presidente Lula tiene la
oportunidad de solidificar la posición brasileña, instrumentando reformas de
libre mercado.
Aplicando cualquier medida
financiera, el desempeño de la economía brasileña ha sido estelar desde agosto,
cuando comenzaron los aprietos crediticios alrededor del mundo. También ha sido
impresionante el rendimiento de las inversiones en Brasil, donde se estima que
la capitalización de sus empresas ya excede la lograda por China, India y Rusia,
países que también gozan de grandes territorios y enormes poblaciones, razones
por las que atraen inversiones extranjeras.
Es cierto que el auge
brasileño se debe en parte al incremento en los precios de materias primas.
Brasil se ha beneficiado al batir el récord en sus ventas de soya y azúcar,
mientras que China muestra un apetito insaciable por las exportaciones
brasileñas de hierro y acero.
La dramática mejora de
Brasil en la evaluación del mercado financiero internacional se debe, en gran
parte, a los logros económicos de las políticas del presidente Lula. Durante
sus primeros cinco años mantuvo una disciplina fiscal y monetaria. Las finanzas
públicas brasileñas ahora se caracterizan por grandes excedentes en
presupuestos primarios y pequeño déficit total. Esto ha permitido una
considerable reducción de la deuda pública, evitando financiamientos
inflacionarios.
Complementando esa
prudencia fiscal, el presidente Lula le ha concedido total independencia en
política monetaria al Banco Central. El resultado es que Brasil ahora forma
parte del grupo de naciones con tasas inflacionarias bajas y estables, lo cual
contrasta con el pasado de ese país, y su inflación de 4% no es hoy muy
diferente a la de Estados Unidos.
Frente a las actuales
perturbaciones económicas mundiales, el principal reto del presidente Lula es
revigorizar las reformas económicas porque, de no hacerlo, Brasil perdería el
empuje requerido para mantenerse a la par de las otras economías importantes
del mundo. En especial habría que reducir el excesivo peso de los impuestos,
encarar el déficit del Seguro Social y hacer mucho más flexible su
exageradamente rígido mercado laboral.
En tiempos en que renace el
dañino proteccionismo en mercados alrededor del mundo, le convendría mucho a
Brasil ir contra esa corriente. Y la mejor contribución de Brasil sería aportar
su liderazgo a las economías emergentes, facilitando el intercambio comercial
en la Ronda de Doha, a la vez que adoptar una posición conciliatoria en el
polémico tema del robo de la propiedad intelectual.
No hay duda del inmenso avance
de la economía brasileña desde los malos tiempos de 2002, pero su propia
historia nos advierte del peligro de un retroceso en las reformas. El
presidente Lula debe estar más consciente de ese peligro, en la medida que desmejore
el ambiente económico internacional.
___* Académico, American Enterprise Institute.