He leído con cuidado el documento presentado por la
secretaria de Energía, y el director de PEMEX, titulado “Diagnóstico:
situación de PEMEX”, mismo que se puede sintetizar, para su análisis en tres
puntos: situación actual, propuestas y restricción. Voy por partes.
Situación actual. Leemos, en primer lugar, que “PEMEX
pasó de ser la sexta empresa petrolera más importante del mundo en
Propuestas. Primera: “Adecuar el marco regulatorio al que se sujeta a PEMEX para dotarlo de
mecanismos ágiles y modernos para su operación (para lo cual, esto obviamente
lo digo yo, hay que desaparecer a la Secretaría de Energía)”. Segunda:
“Asegurar que la flexibilidad operativa vaya acompañada de una mayor
transparencia, así como de un incremento en la eficiencia y productividad”.
Tercera: “Consolidar a PEMEX como una empresa de todos los mexicanos,
propiciando que provea información con absoluta transparencia, y que los
mexicanos puedan dar seguimiento pleno al comportamiento de la empresa,
promoviendo así una verdadera rendición de cuentas”. Cuarta: Impulsar un nuevo
método de control y fiscalización que erradique la corrupción, pero que al
mismo tiempo no obstaculice el trabajo y se enfoque a la obtención de
resultados”. Quinta: “Fortalecer a la autoridad reguladora, precisando sus
atribuciones y dando mayor claridad a sus objetivos, a fin de dar plena integralidad a la revisión del marco jurídico que rige a la
industria petrolera nacional”, todo ello sujeto a una restricción inamovible,
¡faltaba más!
Restricción. “Para lograr lo anterior – leemos en el
documento -, es necesario hacer una revisión integral al marco que regula la
industria petrolera estatal partiendo de las siguientes premisas (que no son
otra cosa, esto obviamente lo digo yo, más que restricciones). A) El petróleo
es, y seguirá siendo, de los mexicanos (cualquier cosa que ello signifique). B)
Se fortalece la rectoría del Estado sobre sus recursos energéticos (¿pues no
que son de los mexicanos?) C) No se privatiza PEMEX, ni sus activos o
infraestructura (no privatización que es contraria a la afirmación de que el
petróleo es de los mexicanos)”, restricciones que darán como resultado, si es
que se dan, cambios accidentales en la industria petrolera nacional, que
mantendrá su esencia – monopolio gubernamental en un sector estratégico de la
actividad económica -, con todos los excesos y defectos que ello supone,
siempre en contra de la competitividad de las empresas mexicanas, y en contra
del bienestar de los consumidores.
Por si fuera poco, en el campo de las restricciones,
se señala que todo ello debe darse “sin afectar la contribución de PEMEX a las
finanzas públicas”, es decir, manteniendo a la empresa petrolera como el
principal contribuyente del país, si bien es cierto que, entre otras cosas, se
propone adecuar “la regulación fiscal a que está sujeta” la empresa, pero, va
de nuevo, “sin afectar la contribución de PEMEX a las finanzas públicas”.
¿Cuántas veces se mencionan términos como
competencia, capital privado, coinversión? Ninguna
(aunque es cierto que se habla de “inversiones complementarias en aquellas
áreas de la industria petrolera NO reservadas al Estado”), muestra de lo dicho:
los cambios, si se dan, serán meramente accidentales, no sustanciales, por lo
que, en esencia, la industria petrolera nacional seguirá siendo la que ha sido,
con el problema de que, la que ha sido, ya no funciona.