Alejandro Hope, de
GEA, me hizo notar la mayor joya de “sabiduría
infusa” contenida en el artículo de Sergio Aguayo Quesada comentado hace unos
días. Aguayo escribió lo siguiente:
"El gobierno de Fox recibió excedentes petroleros por
700 mil millones de pesos, la mitad de los cuales se fue a pagar los salarios y
compensaciones de una alta burocracia que, con pocas excepciones, no desquitó
lo cobrado."
Comenta Alejandro:
“La
alta burocracia (de director general hasta Presidente de la República) está
conformada por aproximadamente 4,000 funcionarios públicos. Si las cifras de
Aguayo son correctas, significaría que la compensación anual promedio de cada
uno de ellos fue de 14.6 millones de pesos (350 mil millones/4000/6).
Asumiendo, claro está, que no recibiesen un centavo del presupuesto ordinario.
Dicho de otra manera, Aguayo supone que en promedio, cada alto burócrata gana
siete veces más que el Presidente de la República. O tal vez considera que los
maestros, las enfermeras y el personal de línea forman parte de la alta burocracia. Pero, bueno, cuando se
cuenta con sabiduría infusa, la aritmética simple y el sentido común pueden
obviarse.”
Tiene razón Alejandro. En
realidad, del
Lo más chistoso es que Aguayo,
que es un paladín de la transparencia, no se ha percatado de que gracias a que
hace unos diez años Pemex recurrió a la colocación de
deuda en los mercados internacionales, dio también un salto gigante en materia
de transparencia.
Una odiosa entidad extranjera, la
SEC (comisión de valores de los Estados Unidos), establece parámetros estrictos
de información pública para autorizar la emisión de deuda. Gracias a eso, Pemex mide hoy con mayor precisión sus reservas e informa
de ellas y publica el contrato colectivo de trabajo que tiene con el sindicato
petrolero, entre otras cosas que obviamente Aguayo no necesita consultar.
Ventajas de la sabiduría infusa.