9/27/2013
La reforma tributaria "perfecta"
Arturo Damm

He demostrado cómo, con un Impuesto Único a las Compras del 15 por ciento, se puede lograr la reforma fiscal “perfecta”, aquella que conseguiría los siguientes objetivos: 1) que el gobierno recaude más; 2) que los contribuyentes paguen menos; 3) que quienes no pagan paguen; 4) que se eliminen los privilegios tributarios; 5) que se simplifique lo más posible el sistema tributario; 6) que se eleve la competitividad de la economía mexicana, de la cual depende cuánto se invierte en el país, de lo cual depende cuánto crece la producción de bienes y servicios, la generación del ingreso, y la creación de empleo, de lo cual depende el bienestar de la gente, momento de explicar por qué entrecomillo la palabra perfecta.

La reforma tributaria perfecta, sin comillas, es la que comienza por revisar en qué, cuánto y cómo gasta el gobierno, siendo que, dado que el gobierno mexicano –por pretender ser desde ángel de la guarda, y preservarnos de todos los males (incluida la desocupación involuntaria, y por ello la intención de crear el seguro de desempleo), hasta hada madrina, y concedernos todos los bienes (incluida la seguridad económica en la vejez, y por ello la intención de crear la pensión universal) –, gasta en lo que no debe, razón por la cual de entrada gasta de más, sin olvidar que en muchos casos gasta de mala manera, revisión del gasto que, de manera por demás explicable: ¡no se van a hacer el harakiri!, brilla por su ausencia en la propuesta de reforma fiscal de Peña Nieto y Videgaray.

Es iluso pensar que el gobierno presentará una propuesta de reforma tributaria que no tenga como fin aumentar la recaudación, dado que nuestros gobernantes están convencidos, erróneamente, de que el progreso y el bienestar depende de un mayor gasto gubernamental y, por lo visto, no hay manera de sacarlos de su error, por lo que, apegados a la Realpolitik, debemos preguntarnos si existe alguna opción de reforma tributaria que logre, de entrada, este doble objetivo: que el gobierno recaude más y que los contribuyentes paguen menos. ¿Existe esa opción? Sí, claro que sí, y es la del Impuesto Único a las Compras, cobrado al 15 por ciento, tal y como lo demostré en esta serie de Pesos y Contrapesos.

La propuesta de reforma tributaria de Videgaray y Peña Nieto parte de estos dos supuestos. Primero: que a mayor gasto gubernamental mayor progreso y bienestar. Segundo: que basta con que el Legislativo lo avale con una ley para que el recaudador federal pueda, sin cometer una injusticia, y por lo tanto justificadamente, meter más la mano en los bolsillos de los contribuyentes, sobre todo con el fin de redistribuir, es decir, de quitarle a A lo que es de A, para darle a B lo que no es de B, lo cual no deja de ser una expoliación legal.

La reforma fiscal perfecta, sin comillas, antes que tributaria debe ser presupuestaria reforma perfecta que el gobierno jamás propondrá. Ya lo estamos viendo.



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