Han pasado muchos años desde que vi por primera vez la gran película de Frank Capra Mr. Smith Goes to Washington en la que un hombre ingenuo protagonizado por James Stewart es elegido por el gobernador de su estado para llenar una vacante en el senado federal, donde se enfrenta a la extendida corrupción prevaleciente.
Mediante un arcano recurso legislativo conocido como “filibuster,” el senador Smith paraliza las actividades del senado tomando el piso para pronunciar un discurso interminable, pero siendo una película de Hollywood todo termina bien con Smith triunfando sobre la corrupción y casándose con la chica guapa del film.
Esta historia viene a cuento porque el senador Ted Cruz, republicano de Texas de origen cubano, se aventó anteayer un discurso ininterrumpido de 21 horas que haría palidecer de envidia a su paisano Fidel Castro, en el que expresó su intención de desfondar a las reformas a la cobertura médica del Presidente Barack Obama.
El hecho es que la cámara de diputados de EU, dominada por los republicanos, ya aprobó por enésima ocasión un presupuesto que específicamente excluye financiar al programa de cobertura que popularmente se conoce como Obamacare, pero la historia en el senado es diferente pues prevalece la mayoría demócrata.
Cruz es uno de los radicales extremistas de derecha que tanto le han costado al partido republicano y que están dispuestos a cerrar el gobierno el martes de la semana próxima, cuando la administración federal se queda sin recursos, a no ser que el Congreso apruebe una resolución que autorice continuar con su gasto.
Por si fuera poco este grave amago, el Congreso debe aprobar un aumento al techo del endeudamiento del gobierno a más tardar el 17 de octubre o enfrentar de nueva cuenta la posibilidad de caer en la suspensión de pagos en su deuda, lo que puede tener funestas consecuencias para el prestigio de las finanzas públicas de EU.
La posición de los radicales de derecha en el Congreso no tiene nada contentos al resto de sus colegas, que están conscientes que los votantes los ven como negativos y obstruccionistas que se oponen a todo, incluido el proyecto de reforma migratoria que fue aprobado por el senado solo para languidecer sin fin en la cámara baja.
La actitud más sensata para los miembros de la oposición al gobierno que están ciertos que Obamacare tiene consecuencias desastrosas y que es imposible de implementar, como señaló George F. Will en su columna de ayer en el Washington Post, sería dejar que “la artillería silenciosa del tiempo lo destruya.”
Esto implica una estrategia completamente distinta a la emprendida por los radicales como Cruz: dejar que los demócratas insistan en iniciativas profundamente impopulares, como son partes de Obamacare, pero asegurándose que este programa se extienda a cubrir a los integrantes del Congreso y su staff, que hoy están exentos o que gozan de generosos subsidios que no se le otorgarán a los ciudadanos comunes.
Ello forzaría al Presidente a vetar la legislación por contener tales disposiciones, y a los demócratas en el Congreso a apoyar el veto presidencial, lo que pondría en evidencia la proclividad de los demócratas de medir con un rasero bien distinto a la clase política y a sus amigos, que el utilizado para los ciudadanos comunes.
Sería útil que los radicales entendieran que no pueden gobernar sólo con su mayoría en la Cámara de Diputados, cuando están en minoría en el Senado y fuera de la Casa Blanca, y que se concentraran más bien en ganar los escaños necesarios para controlar el Senado en la elecciones de 2014 y recuperar la Casa Blanca en 2016.
Pero no es probable que esto ocurra, sino más bien todo lo contrario: varios de estos radicales, empezando por Cruz que apenas está por cumplir un año como senador, tienen prisa y ya han empezado a coquetear con la nominación presidencial de su partido, por lo que han iniciado sus peregrinajes a Iowa y New Hampshire donde ocurren las primeras selecciones de candidatos para la elección presidencial.
Es por ello que no se puede descartar que los radicales impongan su agenda obstruccionista y logren cerrar el gobierno federal el próximo martes y rechazar elevar el techo del endeudamiento el próximo 17 de octubre, hechos que tendrían negativas secuelas para la economía de EU, que pueden llegar a ser desastrosas.
Me temo que a diferencia de la película de Jimmy Stewart, ésta con Ted Cruz como estrella, no tendrá un final feliz.