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“Lo nico que se saba era que estbamos convertidos en bestias de carga, luchando ciegamente, en un lugar que era mitad hospital, mitad almacn, sin marchar hacia ningn objetivo, excepto la incompetencia, el desastre y las enfermedades. ramos bestias colocadas all como instrumentos de aqul que quisiera satisfacer las necesidades de otro.”
Ayn Rand
MARTES, 17 DE OCTUBRE DE 2006
Comments Fragmento de la novela "La rebelin de Atlas", reeditada en Argentina por la editorial Grito Sagrado.
-En la fbrica donde trabaj veinte aos ocurri algo extrao. Fue cuando el viejo muri y se hicieron cargo sus herederos. Eran tres: dos hijos y una hija que pusieron en prctica un nuevo plan para dirigir la empresa. Nos dejaron votar y todo el mundo, o casi todo el mundo, lo hizo favorablemente, porque no sabamos en realidad de qu se trataba. Creamos que ese plan era bueno, o mejor dicho, pensamos que se esperaba de nosotros que lo creysemos bueno. Consista en que cada empleado en esa fbrica trabajara segn su habilidad o destreza, y sera recompensado de acuerdo a sus necesidades. Nosotros... pero qu le ocurre, seora? Por qu me mira de ese modo? -Cmo se llamaba esa fbrica? pregunt Dagny con voz apenas perceptible. -Twentieth Century Motor Company, seora. En Starnesville, Wisconsin. -Contine. -Votamos por el plan en una gran reunin a la que asistimos unos seis mil, es decir, todos los que trabajbamos all. Los herederos de Starnes pronunciaron largos discursos, no demasiado claros, pero nadie hizo preguntas. Ninguno estaba seguro de cmo funcionara ese plan, pero todos pensbamos que nuestros compaeros lo haban comprendido. Si alguien tena dudas al respecto, se senta culpable y deba mantener la boca cerrada, porque todo aquel que se opusiera al plan hubiese parecido un desalmado, al que no era justo considerar humano. Nos dijeron que aquel plan significaba la concrecin de un ideal muy noble. Cmo bamos a pensar lo contrario? No habamos odo decir durante toda nuestra vida, a nuestros padres y maestros, y a los pastores religiosos, ledo en todos los peridicos y visto en todas las pelculas, y escuchado en todos los discursos pblicos que aquello era recto y justo? Quiz nuestra conducta en la reunin poda ser comprensible hasta cierto punto. Votamos por el plan, y conseguimos lo previsto. Usted sabe, seora, que quienes trabajamos durante los cuatro aos del plan en la fbrica Twentieth Century somos hombres marcados. Qu se supone que es el infierno? Maldad, pura y simple, verdad? Pues bien, eso es lo que vimos all y lo que ayudamos a construir. Creo que estamos condenados por eso y quiz no se nos perdone nunca... "Sabe cmo funcion aquel plan y cules fueron sus efectos en nosotros? continu explicando el vagabundo . Es como verter agua en un depsito en cuya parte inferior hay un cao por el que se vaca con ms rapidez de la que usted lo llena y cada balde que echa dentro ensancha ese desage cada vez ms, entonces cuanto ms uno duramente trabaja, ms se le exige; primero trabaja cuarenta horas semanales, luego cuarenta y ocho, y, ms tarde, cincuenta y seis, para pagar la cena del vecino, la operacin de su mujer, el sarampin del nio, la silla de ruedas de su madre, la camisa de su to, la educacin de su sobrino, o para el nio que ha nacido en la casa de al lado, o el que va a nacer; en fin para cuantos lo rodean, y que han de recibirlo todo, desde paales a dentaduras postizas, mientras uno trabaja desde el amanecer hasta la noche, un mes tras otro y un ao tras otro, sin tener ms para mostrarles a esas personas que el propio sudor, sin otra expectativa que la complacencia de los dems para el resto de su vida, sin descanso, sin esperanza, sin fin... De cada uno segn sus capacidades, para cada uno de acuerdo con sus necesidades... "Nos dijeron que formbamos una gran familia, que todos participbamos en la empresa juntos, pero no todos trabajbamos ante la luz de acetileno diez horas diarias, ni padecamos a la vez un dolor de vientre. Cmo establecer, de un modo exacto, la capacidad de unos y las necesidades de otros? Cuando todo se hace en comn, no es posible permitir que cualquiera decida sobre sus propias necesidades, verdad? Si lo hace, pronto acabar pidiendo un yate, y si sus sentimientos son los nicos valores en que podemos basarnos, nos demostrar que es cierto. Por qu no? Si no tengo derecho a tener un auto, hasta que caiga en una sala de hospital por haber trabajado para proporcionarle un coche a cada holgazn y a cada salvaje del mundo, por qu no puede exigirme tambin un yate, si an sigo de pie, si no he colapsado? No? Por qu no? Y entonces, por qu no exigirme tambin que prescinda de la crema de mi caf, hasta que l haya podido pintar su habitacin...? Oh, bien!... Acabamos decidiendo que nadie tena derecho a juzgar sus propias necesidades o sus propias convicciones, y que era mejor votar sobre ello. S, seora, votbamos en una reunin pblica que se celebraba dos veces al ao. De qu otro modo podamos hacerlo? Imagina lo que suceda en semejantes reuniones? Bast una sola para descubrir que nos habamos convertido en mendigos, en unos mendigos de mala muerte, gimientes y llorones, ya que nadie poda reclamar su salario como una ganancia lcita, nadie tena derechos ni sueldos, su trabajo no le perteneca sino que perteneca a la familia, mientras que sta nada le deba a cambio y lo nico que poda reclamarle eran sus propias necesidades, es decir, suplicar en pblico un alivio a las mismas, como cualquier pobre cuando detalla sus preocupaciones y miserias, desde los pantalones remendados al resfriado de su mujer, esperando que la familia le arrojara una limosna. Tena que declarar sus miserias, porque eran las miserias y no el trabajo lo que se haba convertido en la moneda de aquel reino, as que se convirti en una competencia de seis mil pordioseros, en la que cada uno reclamaba que su necesidad era peor que la de sus hermanos. Qu otra cosa podamos hacer? Quiere saber lo que ocurri? Quiere saber quines mantuvieron la calma, sintiendo vergenza y quines se aprovecharon de la situacin? "Pero eso no fue todo. En la misma reunin se descubri otra cosa. La produccin de la fbrica haba disminuido en 40 por ciento en el primer semestre, y se lleg a la conclusin que alguien no haba trabajado de acuerdo con su destreza o capacidad. Quin era? Cmo averiguarlo? La familia vot tambin sobre eso. As se determin quines eran los ms capacitados, y a stos se los sentenci a trabajar horas extra cada noche durante los siguientes seis meses. Horas extras sin paga, porque no se pagaba por el tiempo trabajado, ni por la tarea realizada, sino tan slo segn las necesidades. "Quiere que le cuente lo que sucedi despus? Y en qu clase de seres nos fuimos convirtiendo, los que alguna vez habamos sido seres humanos? Empezamos a ocultar nuestras capacidades y conocimientos, a trabajar con lentitud y a procurar no hacer las cosas con ms rapidez o mejor que un compaero. Cmo actuar de otro modo, cuando sabamos que rendir al mximo para la familia no significaba que fueran a darnos las gracias ni a recompensarnos, sino que nos castigaran? Sabamos que si un sinvergenza arruinaba un grupo de motores, originando gastos a la compaa, ya fuese por descuido o por incompetencia, seramos nosotros los que pagaramos esos gastos con horas extra y trabajando hasta los domingos. Por eso, nos esforzamos en no sobresalir en ningn aspecto. "Recuerdo a un joven que empez lleno de entusiasmo por ese noble ideal, un muchacho brillante, sin estudios, pero con una inteligencia asombrosa. El primer ao ide un plan de trabajo que nos ahorr miles de horas-hombre y lo entreg a la familia, sin pedir nada a cambio, aunque tampoco hubiera podido hacerlo. Se port como crea correcto, lo haca por el ideal, segn dijo. Pero cuando en una votacin lo declararon el ms inteligente de todos, y lo sentenciaron a trabajar de noche porque no habamos conseguido extraerle an lo suficiente, cerr la boca y el cerebro. Le aseguro que el segundo ao no aport ninguna idea nueva. "Qu era eso que siempre nos haban dicho acerca de la competencia descarnada del sistema de ganancias, donde los hombres deban competir por ver quin realizaba mejor trabajo que sus colegas? Cruel, no es as? Deberan haber visto lo que ocurra cuando todos competamos por realizar el trabajo lo peor posible. No existe medio ms seguro para destruir a un hombre, que ponerlo en una situacin en la que no slo desee no mejorar, sino que, adems, da tras da se esfuerza en cumplir peor sus obligaciones. Dicho sistema acaba con l mucho antes que la bebida o el ocio, o el vivir haciendo malabares para tener una existencia digna. Pero no podamos hacer otra cosa, estbamos condenados a la impotencia. La acusacin que ms temamos era la de resultar sospechosos de capacidad o diligencia. La habilidad era como una hipoteca insalvable sobre uno mismo. Para qu tenamos que trabajar? Sabamos que el salario bsico se nos entregara del mismo modo, trabajramos o no, recibiramos la asignacin para casa y comida, como se la llamaba, y ms all de eso no haba chances de recibir nada, sin importar el esfuerzo. No podamos planear la compra de un traje nuevo para el ao siguiente porque quiz nos entregaran una asignacin para vestimenta, o quiz no. Dependa de si alguien no se rompa una pierna, necesitaba una operacin o traa al mundo ms nios, y si no haba dinero suficiente para adquirir ropas nuevas para todos, no lo habra para nadie. "Recuerdo a cierto hombre que haba trabajado duramente toda su vida porque siempre haba querido que su hijo fuera a la universidad. Bueno, el muchacho termin la secundaria durante el segundo ao del plan, pero la familia no quiso entregar al padre ninguna asignacin para que siguiera sus estudios. Dijeron que su hijo no poda ir a la universidad hasta que hubiera suficiente dinero para que los hijos de todos pudieran hacerlo. El padre muri al ao siguiente en una ria de bar. Una pelea sobre nada en particular, en la que salieron a relucir navajas. Ese tipo de altercados se estaban haciendo muy frecuentes entre nosotros. "Tambin, haba un viejo viudo y sin familia que tena una aficin: los discos fonogrficos. Creo que era todo cuanto pudo desear conseguir de la vida. En otros tiempos sola ahorrar en comida para poder comprar algn disco nuevo de msica clsica. Pues bien: no le dieron "asignacin" para discos por considerarlo un lujo personal pero durante esa misma reunin, una nia fea y desagradable, de ocho aos, llamada Millie Bush, que era la hija de alguno, consigui que votaran para comprarle un par de aparatos de oro para sus dientes, porque se trataba de una necesidad mdica segn el psiclogo que consider que si no se enderezaban sus dientes, la nia tendra un complejo de inferioridad. El viejo amante de la msica se dio a la bebida, hasta tal punto que rara vez lo veamos sobrio. Pero haba algo que no poda olvidar. Cierta noche, mientras se tambaleaba por una calle, vio a Millie Bush y empez a darle puetazos hasta dejarla sin un diente, ni uno solo. "La bebida era lo nico que nos proporcionaba algn consuelo y todos nos volcamos a ella en mayor o menor grado. No pregunte de dnde sacbamos el dinero. Cuando todos los placeres decentes quedan prohibidos, existen siempre medios para llegar a los vicios. No se entra a robar a un bar durante la noche ni se registran los bolsillos de un compaero para comprar sinfonas clsicas o adquirir accesorios de pesca, pero s para emborracharse y olvidar. Accesorios de pesca? Escopetas de caza? Cmaras fotogrficas? No existan asignaciones para ese tipo de pasatiempos. La diversin fue lo primero que qued descartado. "Es que acaso no se supone que uno debe avergonzarse por cuestionar cuando alguien nos pide que dejemos algo que nos da placer? Hasta nuestra asignacin para cigarrillos qued reducida a dos paquetes mensuales, porque, segn dijeron, el dinero deba usarse para comprar leche para los nios. La produccin de nios fue la nica que no disminuy, sino que, por el contrario, se hizo cada vez mayor. La gente no tena otra cosa que hacer y, por otra parte, no tenan por qu preocuparse, ya que los nios no eran una carga para ellos, sino para la familia. En realidad, la mejor posibilidad para obtener un respiro durante algn tiempo, era una asignacin infantil, o una enfermedad grave. "Pronto nos dimos cuenta de cmo funcionaba aquello. Quien quisiera jugar limpio, tena que privarse de todo, perder el gusto por los placeres, aborrecer fumar o masticar chicle, preocupado de que hubiese alguien que necesitara ms esas monedas. Senta vergenza de la comida que tragaba, preguntndose quin la habra pagado con sus horas extras, pues saba que esa comida no era suya por derecho propio y prefera ser engaado antes que engaar. Poda aprovecharse, pero no hasta el punto de chupar la sangre de otro. No se casaba ni ayudaba en sus hogares para no ser una nueva carga para la familia. Adems, si conservaba cierto sentido de la responsabilidad, no poda casarse y tener hijos, puesto que no le era posible planear, prometer, ni contar con nada. Pero los desorientados y los irresponsables se aprovecharon. Trajeron nios al mundo, se casaron, y trajeron consigo a todos los indignos parientes que tenan en todo el pas, y a cada hermana soltera que quedaba embarazada y con el fin de obtener asignaciones por incapacidad, contrajeron ms enfermedades de las que cualquier mdico poda atender, arruinaron sus ropas, sus muebles y sus casas, pero qu importaba!: la familia pagaba todo. As, encontraron ms modos de tener necesidades que los que nadie hubiera podido imaginar, desarrollaron una habilidad especial para eso, la nica habilidad que mostraban. "Por Dios, seora! Se da cuenta de lo que sucedi? Se nos haba dado una ley con la cual vivir y que llamaban ley moral, que castigaba a quienes la cumplan. Cuanto ms tratbamos de vivir de acuerdo con esa ley, ms suframos y cuando ms la burlbamos, mayores recompensas obtenamos. La honestidad era una herramienta entregada a la deshonestidad ajena. Los honestos pagaban, mientras los deshonestos cobraban. El honesto perda y el deshonesto ganaba. Cunto tiempo puede un ser humano permanecer bueno con semejante ley? ramos un buen grupo de personas decentes al principio. No haba demasiados oportunistas entre nosotros. Conocamos bien nuestra tarea, nos sentamos orgullosos de ella, y trabajbamos para la mejor fbrica del pas, propiedad del viejo Starnes, que slo admita en su plantel a los ms selectos obreros. Al cabo de un ao del nuevo plan, no quedaba entre nosotros ni una sola persona decente. Aquello era maldad, la clase de maldad horrible e infernal con la que los predicadores solan asustarnos, pero que uno nunca imaginamos que existiera. No es que el plan haya incentivado a algunos cuantos bastardos, sino que transform a la gente decente en cretinos, sin que se pudiera obrar de otra manera... y a eso llamaban ideal moral! "Para qu habramos de desear trabajar? Por amor a nuestros hermanos? Qu hermanos? Para los aprovechadores, los sinvergenzas, los holgazanes que veamos a nuestro alrededor? Si eran simuladores o incompetentes, si no queran trabajar o estaban incapacitados para hacerlo, qu nos importaba a nosotros? Si quedbamos reducidos para toda la vida al nivel de su capacidad, fingida o real, para qu preocuparnos? No tenamos manera de saber cules eran sus verdaderas condiciones, carecamos de medios para controlar sus necesidades. Lo nico que se saba era que estbamos convertidos en bestias de carga, luchando ciegamente, en un lugar que era mitad hospital, mitad almacn, sin marchar hacia ningn objetivo, excepto la incompetencia, el desastre y las enfermedades. ramos bestias colocadas all como instrumentos de aqul que quisiera satisfacer las necesidades de otro. "Amor fraternal? Fue all cuando aprendimos a aborrecer a nuestros hermanos por primera vez en la vida. Los odibamos por todas las comidas que ingeran, por los pequeos placeres que disfrutaban, por la nueva camisa de uno, el sombrero de la esposa de otro, una salida familiar, o la pintura de la casa, porque todo eso nos era quitado a nosotros, era pagado con nuestras privaciones, nuestras renuncias y nuestro hambre. Empezamos a espiarnos unos a otros, con la esperanza de sorprendernos en alguna mentira acerca de nuestras necesidades y disminuir las asignaciones en la prxima reunin. Y empezamos a servirnos de espas, que informaban acerca de los dems, revelando, por ejemplo, si alguien haba comido pavo el domingo, posiblemente pagado con el producto de apuestas. Empezamos a meternos en las vidas ajenas, provocamos peleas familiares para lograr la expulsin de algn intruso. Cada vez que veamos a alguno saliendo en serio con una chica, le hacamos la vida imposible, y as arruinamos numerosos compromisos matrimoniales, porque no queramos que nadie se casara, no queramos ms gente a la que alimentar. "En los viejos tiempos, el nacimiento de un nio era celebrado con entusiasmo y generalmente ayudbamos a las familias a pagar sus facturas de la clnica si estaban apretadas. Pero luego, cuando naca un nio, estbamos varias semanas sin dirigirle la palabra a sus padres. Para nosotros, los nios eran como las langostas para los agricultores. En otras pocas ayudbamos a quien tuviera enfermos en su casa, pero luego... Voy a contarle un solo caso. Se trataba de la madre de un hombre que llevaba con nosotros quince aos. Era una anciana afable, alegre e inteligente, que nos llamaba por nuestros nombres de pila, y con la que todos solamos simpatizar. Un da se cay por la escalera del stano, y se fractur la cadera. Sabamos lo que eso significaba, a su edad, y el mdico dijo que tena que ser internada en un hospital de la ciudad para someterla a un tratamiento costoso y prolongado. La anciana muri la noche antes de ser traslada a la ciudad para su internacin. Nunca se pudo establecer la causa de su fallecimiento. No s si fue asesinada, nadie lo dijo, nadie hablaba del tema. Todo cuanto s es que... y esto es lo que no puedo olvidar... es que yo tambin dese que muriera. Que Dios nos perdone! Tal era la hermandad, la seguridad, la abundancia que se supona que el famoso plan nos iba a brindar. "Qu motivo haba para que se predicara esta clase de horror? Sac alguien algn provecho de todo esto? S, los herederos de Starnes. No vaya usted a contestarme que sacrificaron una fortuna y que nos entregaron la fbrica como regalo, porque tambin en esto nos engaaron. Es verdad que entregaron la fbrica, pero los beneficios, seora, dependen de aquello que se quiere conseguir. Y no haba dinero en el mundo que pudiese comprar lo que los herederos de Starnes buscaban porque el dinero es demasiado limpio e inocente para tal cosa. "El ms joven, Eric Starnes, era un sometido, sin valor ni energa para hacer nada en especial. Result electo director del departamento de Relaciones Pblicas que no haca nada y tena a sus rdenes a un personal ocioso, por lo cual no tena por qu quedarse en la oficina. Su paga, en realidad no debera llamarla as, porque no se pagaba a nadie... la limosna que se vot para l, era muy modesta, algo as como diez veces mayor que la ma, pero a Eric no le importaba el dinero, porque no hubiera sabido qu hacer con l. Pasaba el tiempo entre nosotros, demostrndonos su compaerismo y su espritu democrtico. Le encantaba que la gente le demostrase afecto. Su mayor empeo consista en recordarnos a cada instante que nos haban dado la fbrica. Ya no podamos soportarlo. "Gerald Starnes era nuestro director de produccin. Nunca pudimos averiguar la medida de su rastrillaje de ganancias, pero hubiramos necesitado todo un equipo de contadores y otro de ingenieros para saber de qu modo todo aquel dinero pasaba por una tubera directa o indirectamente a su despacho. Sin embargo, nada figuraba como beneficio particular, sino como medios con los que pagar los gastos de la compaa. Gerald tena tres automviles, cuatro secretarias y cinco telfonos, y sola organizar fiestas con champn y caviar, que ningn gran magnate que pagara impuestos en el pas poda permitirse. Gast ms dinero en un ao que el que gan su padre en los dos ltimos de su vida. En su despacho encontramos unos cuarenta kilos de revistas, llenas de artculos sobre nuestra fbrica y nuestro noble plan, con grandes retratos de Gerald Starnes, en los que se lo mencionaba como un gran paladn social. Por la noche le gustaba entrar en las tiendas vestido de etiqueta, con gemelos de brillantes, del tamao de monedas, desparramando la ceniza de su puro por doquier. Un bruto con plata que no tiene otra cosa que exhibir aparte de su dinero, ya es un tipo desagradable, pero al menos no necesita mostrar que el dinero es suyo y uno puede contemplarlo con la boca abierta si lo desea. Pero cuando un bastardo como Gerald Starnes se exhibe de ese modo y declara una y otra vez que no le preocupa la riqueza material y que slo sirve a la familia, que todos aquellos lujos no son para l sino en beneficio del bien comn porque es preciso mantener el prestigio de la firma y del noble plan de la misma... entonces es cuando uno aprende a aborrecer a esos seres como nunca se ha aborrecido a ningn ser humano. "Pero su hermana Ivy era peor. A ella realmente no le importaba la riqueza material. La asignacin que reciba no era mayor que la nuestra, y siempre iba con zapatos chatos y faldas simples y camisas, con el fin de demostrar su indiferencia. Era directora de Distribucin, a cargo de nuestras necesidades, la que, en realidad, nos tena agarrados del cuello. Se supona que la distribucin se realizaba por votacin, por la voz de la gente, pero cuando la gente son seis mil voces roncas que tratan de decidir sin ningn criterio, medida o razn, cuando no existen reglas y cada uno puede pedir lo que quiera sin tener derecho a nada, cuando cada cual ejerce el derecho sobre la vida ajena pero no sobre la suya, todo acaba como efectivamente termin: Ivy Starnes acab siendo la voz del pueblo. Al finalizar el segundo ao, abandonamos aquella farsa de las reuniones de familia para proteger la eficacia productora y economizar tiempo, que solan durar diez das, y todas las peticiones fueron enviadas directamente a la oficina de la seorita Starnes. No, no eran enviadas. Mejor dicho, cada peticionante en persona deba presentarse all y ella elaboraba una lista de distribucin que nos lea en una reunin que duraba tres cuartos de hora. Luego votbamos. Haba diez minutos para la discusin y las objeciones, pero no formulbamos ninguna, para ese tiempo ya nos habamos dado cuenta. Nadie puede dividir la renta de una fbrica entre miles de obreros, sin una norma con que medir el valor de la gente. La de la seorita Ivy era la adulacin a su persona. Desinteresada? En los tiempos de su padre todo su dinero no le hubiera permitido hablar al tipo ms bajo de su empresa en el modo como ella sola hablarles a nuestros ms hbiles obreros y a sus esposas. Tena unos ojos plidos, vidriosos, fros y muertos. Si se quera conocer la maldad absoluta, bastaba con observar cmo resplandecan sus ojos cuando alguien le responda a un cuestionamiento para entonces ya no recibir ms que la "asignacin bsica". Al observar aquello, comprendamos el motivo real de quienes fueran capaces de apreciar la consigna: De cada cual segn su capacidad; a cada cual segn sus necesidades. "All resida el secreto de todo. Al principio no dejaba de preguntarme cmo era posible que hombres educados, justos y famosos, pudieran cometer un error semejante y presentar como buena tal abominacin, cuando cinco minutos de reflexin les hubieran indicado lo que sucedera en caso de que alguien pusiera en prctica semejante idea. Ahora comprendo que no obraron as por error, porque errores de este tamao no se cometen nunca inocentemente. Cuando alguien se hunde en alguna forma de locura, imposible de llevar a la prctica con buenos resultados, sin que exista, adems, razn que la explique, es porque tiene motivos que no quiere revelar. Y nosotros no ramos tampoco tan inocentes cuando votamos a favor del plan, en la primera reunin. No lo hicimos slo porque creyramos que la vieja y empalagosa farsa que nos presentaban fuera buena. Tenamos otro motivo, pero la farsa nos ayud a ocultarlo de nuestros vecinos y de nosotros mismos. La farsa nos daba una posibilidad de hacer pasar como virtud algo de lo que nos hubiramos avergonzado. Ninguno vot sin pensar que dentro de una organizacin de tal clase participara en los beneficios de quienes eran ms hbiles que l. Nadie se consider lo bastante rico y listo para no creer que alguien lo sobrepasara, y este plan lo participara de la riqueza y la inteligencia ajenas. Pero pensando conseguir beneficios de quienes estaban por encima, olvidamos que haba seres inferiores, que buscaban lo mismo de nosotros, olvidamos a los inferiores que trataran de explotarnos del mismo modo que cada uno intentara explotar a sus superiores. El obrero impulsado por la idea de que sus necesidades le daban derecho a un automvil como el de su jefe, olvid que todo pordiosero y vagabundo de la tierra empezara a exigir un refrigerador como el del obrero. se fue nuestro motivo real cuando votamos. Tal es la verdad pero no nos gustaba reconocerlo y cuanto ms lo lamentbamos, ms alto gritbamos nuestro amor hacia el bien comn. "Conseguimos lo que nos habamos propuesto, pero cuando nos dimos cuenta de lo que aquello representaba, ya era demasiado tarde. Estbamos atrapados, sin lugar a dnde huir. Los mejores de entre nosotros abandonaron la fbrica en la primera semana del plan. As perdimos a los mejores ingenieros, supervisores, capataces y obreros especializados. Todo el que se respete no quiere verse convertido en vaca lechera de la comunidad. Algunos intentaron impedir el proyecto, pero no lo consiguieron. Los hombres huan de la fbrica como de una zona infectada, hasta que no quedaron ms que los necesitados, sin habilidad ni condiciones. "Si algunos de nosotros, dotados de ciertas cualidades, optamos por quedarnos, fue porque llevbamos all muchos aos. En los viejos tiempos, nadie renunciaba a Twentieth Century y no podamos hacernos a la idea de que aquellas condiciones ya no existieran ms. Transcurrido algn tiempo, nos fue imposible marcharnos, porque ningn otro empresario nos habra admitido, y no se los puede culpar. Nadie, ninguna persona respetable, quera tratar con nosotros. Los dueos de las tiendas donde comprbamos empezaron a abandonar Starnesville a toda prisa, hasta que no nos quedaron ms que los bares, las salas de juego y algunos comerciantes estafadores y aprovechadores, que nos vendan bazofia a precios exorbitantes. Nuestras asignaciones fueron perdiendo valor a medida que aumentaba el costo de vida. En la empresa, la lista de los necesitados se fue estirando, al tiempo que la de sus clientes se acortaba. Cada vez era menor la riqueza a dividir entre ms y ms gente. En los viejos tiempos sola decirse que Twentieth Century Motors era una marca tan buena como el oro. No s qu pensaran los herederos de Starnes si es que pensaban algo, pero tengo la impresin de que, igual que todos los planificadores sociales y los salvajes insensatos, estaban convencidos de que aquella marca era en s misma una especie de emblema mgico dotado de un poder sobrenatural que los mantendra ricos, igual que a su padre. Pero cuando nuestros clientes empezaron a notar que nunca logrbamos entregar un pedido a tiempo, y que siempre haba algn defecto en los que entregbamos, el mgico emblema empez a operar en sentido inverso: la gente no aceptaba un motor marca Twentieth Century ni regalado. Lleg un momento en que nuestros nicos clientes fueron los que nunca pagaban ni pensaban hacerlo, pero Gerald Starnes, embrutecido y engredo por su propia publicidad, empez a ir de un lado a otro con aire de superioridad moral, exigiendo que los empresarios nos pasaran pedidos, no porque nuestros motores fueran buenos, sino porque necesitbamos esos pedidos urgentemente. "Por aquel entonces, una ciudad fue testigo de lo que generaciones de profesores pretendieron no observar. Qu beneficios podra reportar nuestra necesidad a una central elctrica, por ejemplo, si sus generadores se paraban a causa de un defecto en nuestros motores? Qu beneficio reportara a un hombre tendido en una camilla de operaciones, si, de pronto, se le cortara la luz? Qu bien hara a los pasajeros de un avin si el motor fallaba en pleno vuelo? Y si adquiran nuestros productos no por su calidad sino por nuestra necesidad, la accin moral del propietario de la central elctrica, del cirujano y del fabricante del avin sera buena, justa y noble? "Sin embargo, tal era la ley moral que profesores, directivos y pensadores haban querido establecer. Si esto fue lo que ocurri en una pequea ciudad donde todos nos conocamos, imagina lo que hubiera sido a escala mundial? Imagina lo que hubiera ocurrido si hubiramos tenido que vivir y trabajar, sujetos a todos los desastres y a todos los inconvenientes del planeta? Trabajar pensando en que si alguien fallaba en cualquier lugar, era uno quien debera pagarlo. Trabajar sin posibilidad alguna de progreso, con la comida, la ropa, el hogar y las distracciones pendientes de una estafa, una crisis de hambre o una peste en cualquier lugar del mundo. Trabajar sin posibilidades de una racin extra, hasta que los camboyanos tuvieran alimento suficiente o hasta que todos los patagnicos hubieran ido a la universidad. Trabajar con un cheque en blanco, en poder de cada criatura nacida, hombres a los que nunca vera, cuyas necesidades no conocera, cuya laboriosidad, pereza o mala fe nunca podra llegar a aprender o cuestionar. Tan slo trabajar, trabajar y trabajar, dejando que las Ivys o los Geralds del mundo decidieran qu estmagos habran de consumir el esfuerzo, los sueos y los das de su vida. Es sta la ley moral a aceptar? Es ste un ideal moral? "Lo intentamos y aprendimos la leccin. Nuestra agona dur cuatro aos, desde la primera reunin hasta la ltima, y todo termin del nico modo que poda terminar: en la quiebra. Durante la ltima reunin, Ivy Starnes fue la nica que intent forcejear un poco. Pronunci un corto, desagradable y agresivo discurso en el que dijo que el plan haba fracasado porque el resto del pas no lo haba aceptado, que una sola comunidad no poda llevarlo a la prctica y triunfar en medio de un mundo egosta y avaro; que el plan era un ideal noble, pero que la naturaleza humana no estaba a su altura. Un joven, el mismo que haba sido castigado por habernos dado una idea til durante el primer ao, se puso de pie, mientras todos seguamos sentados en silencio, y se dirigi a Ivy Starnes, que ocupaba el estrado. No dijo nada, sino que la escupi en la cara. Y se fue el fin del noble plan de Twentieth Century. Comentarios al artículo...
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