MIÉRCOLES, 31 DE ENERO DE 2007
Escuelas privadas en los países más pobres
¿A quién apoya usted en el conflicto por el ejercicio de la revocación de mandato?
Al INE
A López Obrador

James Tooley






La lección más importante de lo que está sucediendo hoy en los países en vías de desarrollo puede ser que el financiamiento público puede ser parte del problema, no de la solución.


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James Tooley es director del E.G. West Centre for Market Solutions in Education de la Universidad de Newcastle en Inglaterra. El es el coeditor de What America Can Learn from School Choice in Other Countries (Cato, Mayo 2005), libro en el cual una versión más larga de este ensayo aparece. Además es el autor del estudio “La educación privada es buena para los pobres: Un estudio sobre las escuelas privadas atendiendo a los pobres en los países de bajos ingresos” (Cato, Diciembre 2005). El ensayo presentado aquí fue originalmente publicado en el Cato Policy Report de Septiembre/Octubre del 2005. Cortesía de Cato Institute para Asuntos Capitales.

En abril del 2004, la Campaña Global para la Educación lanzó su auto-denominada “campaña más grande del mundo que jamás se haya hecho” en la que “los políticos y los líderes de 105 países se enfrentaron cara a cara con los niños”. Cerca de un millón de personas se unieron para “hacerse escuchar con respecto al derecho a la educación”. Nelson Mandela añadió su voz a los “millones de padres, profesores y niños alrededor del mundo” “que le piden a sus gobiernos que provean educación gratis, de buena calidad y educación básica para todos los niños del mundo”.

Sin importar qué tan bien intencionada, la Campaña Global para la Educación está pasando por alto algo importante que está sucediendo en los países en vías de desarrollo hoy: el crecimiento fenomenal de las escuelas privadas para los pobres.

Yo descubrí por primera vez el fenómeno de las escuelas privadas para los pobres mientras realizaba una consultación para la Corporación Internacional de Finanzas, el brazo de finanzas privadas del Banco Mundial, en Hyderabad, India, en el 2000.

Yo había acabado de publicar un argumento a favor de la privatización de la educación, Recobrando la educación (Reclaiming Education), y estaba luchando con la crítica proveniente aún de los lectores de criterio similar de que lo que yo argumentaba podría ser bueno para los países ricos, pero que ¿Qué pasaría con los pobres, especialmente en los países pobres? Esa crítica me molestaba. Yo sabía, por mi lectura del libro La educación y el estado (Education and the State) de E.G. West, que los pobres en la Inglaterra victoriana eran en gran parte provistos por la educación privada, antes de que el estado se haya involucrado. ¿Por qué no ocurriría lo mismo con los pobres de hoy? Por curiosidad, yo dejé mi trabajo—observando a escuelas privadas de las elites y las clases medias—y fui a los barrios pobres que se encuentran por detrás del imponente Charminar del siglo 16 en el centro de la Ciudad Vieja. Y me sorprendí al encontrar escuelas privadas en casi cualquier esquina de la calle. Inspirado por eso, llegué a conocer muchos de los dueños, profesores, padres, y niños de las escuelas; yo aprendí cuáles eran sus motivaciones y dificultades y sus éxitos y requisitos.

Desde ese entonces he encontrado escuelas privadas en edificios con cicatrices de combate en Somalia y Sierra Leona; en el pueblo pobre de Mokoko sostenido por cañas colocadas sobre las lagunas en Nigeria; esparcidas entre las chozas de cartón y hojalata del barrio pobre más grande de África, Kibera, Kenya; en los apretados municipios situados a lo largo de la costa de Accra, Ghana; en los barrios pobres y aldeas a lo largo de India; entre la “población flotante” de Beijing; en las remotas aldeas Himalayas de China. De hecho, todavía me falta encontrar un ambiente de país en vías de desarrollo donde las escuelas privadas para los pobres no existen. Mis equipos han examinado áreas pobres—barrios pobres o pueblos pobres en y alrededor de las ciudades y aldeas más importantes habitadas por granjeros campesinos y pescadores—recorriendo cada calle y camino trasero, preguntándole a las personas en los mercados y en las calles a qué escuelas los pobres están mandando a sus niños. Y mientras hemos estado conduciendo los censos, hemos estado averiguando lo que más podemos sobre las escuelas, cómo son sus facilidades, si los profesores están enseñando, construyendo una idea comprehensiva de las escuelas privadas y comparándolas con la alternativa estatal. Luego, lo más importante de todo, hemos estado comparando el desempeño de los estudiantes de las escuelas privadas y estatales; examinando una población estratificada escogida al azar de 4,000 niños en cada país, escogidos en igual proporción de las escuelas privadas registradas, las escuelas privadas no registradas, y de las escuelas estatales; y usando técnicas avanzadas de estadística para controlar la mayor cantidad posible de variables de entorno, para descubrir si los pobres son mejor servidos por la educación pública o por la privada. Aunque el estudio no acaba y descubrimientos adicionales son anticipados, hay siete conclusiones que han emergido de la data que yo puedo reportar en términos generales.

Siete características de la educación privada para los pobres

Primero, hay datos sorprendentes sobre la provisión por el sector privado de escuelas para los pobres. En cada una de las áreas pobres estudiadas en detalle, hemos encontrado que una gran mayoría de las escuelas atendiendo a los pobres son privadas, con tanto una larga mayoría o una considerable minoría de padres pobres eligiendo la opción privada.

Segundo, en contra de las expectaciones, vemos que la mayoría de las escuelas privadas son administradas no como un esfuerzo filantrópico pero como negocios. Esas escuelas privadas son en gran parte creadas por empresarios locales que responden a la necesidad en sus comunidades. En general, luego de estudiar el ingreso reportado y el gasto de las escuelas privadas, podemos ver que son instituciones que generan ganancias—lo cual por supuesto ayuda a explicar por qué hay tantas de ellas—con la gran mayoría del ingreso de las escuelas viniendo de las pensiones escolares en vez de, como algunos podrían sospechar, de donaciones filantrópicas.

Tercero, hay grandes diferencias entre el salario y la dedicación de los profesores de las escuelas públicas y privadas que atienden a los pobres. Los profesores de las escuelas privadas son reclutados localmente de las comunidades atendidas, a diferencia de las escuelas estatales que son traídos desde afuera. A los profesores de las escuelas privadas se les paga un salario considerablemente menor que a los profesores de las escuelas públicas. Pero las escuelas privadas nunca sufren de una escasez de profesores, sugiriendo que el precio demarcado para los profesores es mucho más bajo que aquel determinado por los sindicatos de profesores en las escuelas públicas. Cuando nuestros investigadores se han presentado sin aviso en la clase, en cada ocasión ellos han encontrado un ausentismo considerablemente mayor entre los profesores de las escuelas públicas que entre los de las escuelas privadas.

Cuarto, hemos descubierto diferencias estadísticamente relevantes en los ingresos de recursos entre las escuelas públicas y privadas. La proporción de estudiante a profesor es más baja en las escuelas privadas que en las estatales—y las comodidades tales como las bibliotecas, excusados, y el agua apta para el consumo son usualmente mejor provistas en las escuelas privadas antes que en las estatales.

Quinto, hay diferencias entre países en el costo relativo de la educación privada y pública. En los países en que la educación estatal es completamente gratis en el punto de entrega—India por ejemplo—claramente, las escuelas privadas cuestan más para los padres. Pero en otros países—China y Ghana, por ejemplo—donde las escuelas públicas cobran una pensión baja o un pequeño “impuesto”, vemos que algunas veces las escuelas privadas son mejores en ofrecer un precio más bajo que las escuelas públicas, porque los realmente pobres no pueden pagar la opción pública. Lo que hace a las escuelas privadas atractivas financieramente es que estas permiten a los padres pagar por día—tal vez 10 centavos al día—en lugar de tener que pagar el periodo completo en una sola suma como lo deben hacer para las escuelas públicas, aún cuando esto puede que resulte ser más barato si pudieran pagarlo. En Kenya, el gobierno ha introducido recientemente “la educación primaria gratis”, pero nuestras entrevistas con los padres indican muchos “costos escondidos” de las escuelas públicas, tales como el del requisito de usar uniformes, lo que en la práctica significa que las escuelas privadas de los barrios pobres muchas veces resultan ser más baratas.

Sexto, los dueños de las escuelas privadas están muy al tanto de los problemas de los más pobres de los pobres: para esos padres que son demasiado pobres para mandar a sus niños a una escuela privada, o como una ayuda para esos niños que se han convertido en huérfanos o que vienen de familias grandes, los empresarios de las escuelas—en cerca de un 20 por ciento de los lugares en una población de India y cerca de un 10 por ciento en la población estudiada de Nigeria—ofrecen becas gratis o subsidiadas.

Finalmente, nuestros primeros resultados en nuestra investigación del desempeño de los estudiantes demuestran que las escuelas privadas se han desempeñado considerablemente mejor que las escuelas públicas en matemáticas e inglés, luego de controlar para las variables de entorno que pueden haber conducido a determinada elección de tipo de escuela. Todo esto por un costo por estudiante considerablemente más bajo. Si nuestros resultados se sostienen ante el escrutinio, entonces parecería que los pobres están siendo razonables al mandar a sus niños a escuelas privadas en vez de a las públicas.

Tres áreas de concordancia sorprendente con los expertos en desarrollo

Lo raro es que, resulta que mi “descubrimiento” no era para nada un descubrimiento sino un fenómeno que en realidad era ampliamente conocido, por lo menos por algunas figuras claves en los círculos de los expertos en desarrollo. Pero nadie parecía estar diciendo la conclusión obvia. En cambio, aquellos con influencia en los círculos de desarrollo parecían estar involucrados, si no era en un silencio de conspiración, era por lo menos en una negación a explorar las implicaciones a las que la evidencia parecía llevar. En los círculos del desarrollo, todos estaban repitiendo el mismo refrán de que “la educación para todos” requería de la intervención del gobierno, asistida por las agencias internacionales; la presencia de las escuelas privadas para los pobres era irrelevante.

Muchos expertos en desarrollo parecen no haber tenido problema aceptando las tres proposiciones que a mí me parece conducen a una dirección completamente diferente de la que los expertos perciben:

Primero, parece ser aceptado ampliamente que las escuelas privadas para los pobres están floreciendo. El Reporte sobre la Educación de Oxfam, por ejemplo, la Biblia de muchos expertos en desarrollo y educación, cuestiona la “mal concebida” noción de que las escuelas privadas atienden las necesidades solamente de una “pequeña minoría de padres ricos” y señala al “sector privado de menor costo” que ha aparecido para “satisfacer las necesidades de los hogares pobres”. Una de las fuentes de este reporte es el Reporte Probe sobre la educación en cinco aldeas en los estados del norte de India. Ese reporte dice que “aún entre las familias pobres y las comunidades desaventajadas, uno encuentra padres que hacen grandes sacrificios para mandar más de o a todos sus niños a las escuelas privadas, así de desilusionados están con las escuelas estatales.

Segundo, entre los mismos expertos, parece ser sabiduría convencional que la razón por la cual los padres pobres están mandando a sus niños a las escuelas privadas es, en parte, por las graves insuficiencias de la educación estatal, especialmente por las faltas de los profesores. El Reporte sobre la Educación de Oxfam establece claramente que son las “insuficiencias de los sistemas de educación pública” lo que ha llevado a “muchos hogares pobres hacia los sistemas privados”. Esas insuficiencias incluyen “la inversión pública inadecuada”, causando la desmoralización del personal y de los estudiantes y la provisión de malas comodidades. Más importante, sin embargo, dice el reporte, es el problema del ausentismo y la dedicación de los profesores. El equipo Probe reportó que cuando sus investigadores visitaron sin aviso las escuelas estatales dentro de su grande población estudiada, ¡en sólo un 53 por ciento de ellas había “actividad de enseñanza” alguna ocurriendo! En un 33 por ciento el profesor principal estaba ausente. El reporte da algunos ejemplos emocionales de padres que están luchando en contra de la marea para mantener a sus niños en la escuela mientras que sus niños están aprendiendo casi nada. El equipo Probe observó que en las escuelas estatales, “generalmente, la actividad de enseñanza ha sido reducida a un mínimo, tanto en esfuerzo como en tiempo”. Cabe recalcar que “este desarrollo no se limita a la minoría de los profesores irresponsables—se ha convertido en un estilo de vida dentro de la profesión”.

Esos problemas no se dieron en las escuelas privadas que atienden a los pobres. Cuando los investigadores del equipo Probe visitaron sin avisar en las aldeas su población escogida al azar de escuelas privadas que no reciben ayuda, “actividad febril en la clase” estaba ocurriendo. De hecho, las escuelas privadas para los pobres, según el reporte de Oxfam, algunas veces “ofrecen una alternativa a la provisión estatal más barata y de mejor calidad”.

¿Cuál es el secreto del éxito en las escuelas privadas? Una tercera proposición parece estar ganando amplio apoyo entre los expertos en desarrollo. El Reporte Probe lo dijo de una manera concisa:

En una escuela privada, los profesores tienen que rendirle cuentas al administrador (que los puede despedir), y, mediante él o ella, a los padres (que pueden sacar a sus niños de la escuela). En una escuela estatal, la cadena de rendición de cuentas es mucho más débil, como los profesores tienen un trabajo permanente con salarios y promociones no relacionados con el desempeño. Este contraste es percibido con claridad cristalina por la gran mayoría de los padres.

De hecho, tal era la opinión de los méritos relativos de las escuelas públicas y privadas que “muchos padres dijeron que, si los costos de mandar a un niño a una escuela estatal y privada eran iguales, ellos preferirían mandar a sus niños a la escuela privada”.

Que los padres pobres en algunas de los países más pobres en este planeta estén corriendo a las escuelas privadas porque las escuelas estatales son inadecuadas o incapaces de rendir cuentas parece ser un territorio inmensamente importante que los expertos en desarrollo deberían conceder. Mientras más leo de esta evidencia, más parece que estos expertos en desarrollo están pasando por alto la conclusión obvia que puede ser deducida de ella. Si estamos preocupados por alcanzar el ideal de “educación para todos” los niños en educación primaria de buena calidad para el 2015, seguramente deberíamos estar esperando que el sector privado juegue un rol importante en esto. Seguramente deberíamos estar anunciando sus éxitos y buscando formas de ayudar a que mejore como una fundamental respuesta a la necesidad de educación para todos—esto es, dejarse llevar por el granito de libertad para escoger que tienen los padres y pensar sobre el potencial que la educación privada tiene para satisfacer las necesidades educacionales de todos.

Cuatro áreas de discordancia sustancial

Curiosamente para mí, sin embargo, eso no es una posibilidad que está siendo actualmente explorada o desarrollada por los expertos en desarrollo: el reporte de Oxfam es típico. Aunque, como se indicó, es bien explícito cómo las escuelas privadas para los pobres están floreciendo y que esas escuelas son superiores a las estatales para los pobres, su posición usual es que “no hay alternativa” sino es la provisión universal para lograr la educación para todos. El único mensaje de los expertos en desarrollo parece ser que los padres están equivocándose en tomar decisiones a favor del sector privado y que sus hijos deberían ser arrastrados de vuelta a las escuelas estatales. ¿Por qué?

El Probe Report da cuatro razones, las cuales parecen ser compartidas por la percepción común de desarrollo. Concede que, aunque ha denotado una imagen “relativamente romántica” del sector privado, donde hay un “alto nivel de actividad en la clase… mejor utilización de las facilidades, más atención a los niños jóvenes, más atención a las quejas de los padres por parte de los profesores”, esto no significa que la educación privada sea la respuesta al problema de proveer educación para todos, porque

  • Las escuelas privadas están fuera del alcance de la gran mayoría de los padres;
  • Las escuelas privadas “muchas veces se aprovechan de la vulnerabilidad de los padres”, lo cual lo hacen al mantener las “apariencias sin impartir mucha educación a los niños”;
  • “el objetivo general” de los profesores privados es el de “llenar apresuradamente la cabeza de los estudiantes, para que ellos puedan pasar los exámenes y evaluaciones relevantes”, en vez de participar en actividades educacionales más amplias; y
  • Si los padres pobres apoyan la educación privada, esto “lleva consigo un peligro real de socavar el sistema estatal de educación”.

La primera objeción es sobre las pensiones. Seguramente las escuelas que hemos examinado, mientas que cobran pensiones bajas, están fuera del alcance de algunos de los padres más pobres. Pero ¿por qué es visto eso como una objeción para un mayor rol para la educación privada? Claramente, hay la posibilidad de crear vouchers dirigidos o becas para los más pobres, lo cual podría solucionar la objeción. De hecho, como se indicó antes, las escuelas privadas están al tanto de las necesidades de los más pobres y proveen becas para ellos. De manera que seguramente una forma de reformar la primera objeción es que hay que seguir el liderazgo de las escuelas privadas emitiendo recibos públicos o privados, o ambos, para los más pobres.

La segunda y la tercera crítica son sobre la calidad de la educación privada. Pero luego de leerse más detenidamente, ellas mismas no parecen estar basadas en la evidencia del Reporte Probe pero en el mejor de los casos fueron aseveraciones subjetivas sobre las escuelas. Nuestra investigación está sugiriendo que estas no son críticas válidas. En nuestro estudio detallado de las escuelas privadas en Hyderabad, por ejemplo, las escuelas estaban claramente no sólo “enseñando el examen” sino que estaban involucradas en enseñar el currículum entero y varias actividades extracurriculares. Los padres nos reportaron que ellos tomaban las decisiones activamente y estaban al tanto de retirar a sus niños si la calidad de la escuela no era la que ellos querían. La mayoría de ellos consideraban varias escuelas antes de escoger la de su hijo.

En cualquier caso, si la calidad fuese menos que la deseada, aquello no significaría necesariamente que las escuelas privadas deben ser descartadas por completo—porque hay, como se indicó, un amplio reconocimiento de que las escuelas estatales proveen calidad pobre y que los expertos en desarrollo están tratando de mejorarlas. Así que aún si el equipo Probe estuviera en lo correcto, eso casi implicaría buscar maneras de mejorar las escuelas privadas, no de abandonarlas como una opción para obtener la educación para todos.

Pero el cuarto punto parece ser el más extraño. Lo que parece decir es que los padres pobres solamente tendrán que esperar hasta que “las cosas mejoren”. Al remover a sus niños de una escuela estatal completamente inadecuada, implican los expertos en desarrollo, que usted está poniendo en peligro el sistema estatal de educación. No importa que usted mismo sea pobre y que la educación de su niño sea la única forma viable para salir de la pobreza; usted mejor debería quedarse en el sector estatal y esperar a que algo pase para que las cosas mejoren. Mientras tanto, sus niños pueden sufrir irrevocablemente de profesores que no se presentan en clase, hasta que los gobiernos aprendan la lección de los experimentos de otros lugares. Pero no, haga lo que haga, ¡mande a sus niños a una escuela privada!

Me parece que los padres en los barrios pobres y en las aldeas pueden ser menos sanguíneos y más impacientes. Los padres puede que no sientan que están teniendo un impacto en los procesos políticos distantes y corruptos. Ellos puede que no crean en cualquier caso que los políticos pueden o ejecutarán soluciones a sus problemas. Su única alternativa realista puede que sea salir del sistema estatal. Cada vez más, me parece que el progreso hacia una educación con mayor capacidad de rendir cuentas puede que no necesite de un complejo proceso político y de una realineación de las relaciones de poder. En cambio, las lecciones viniendo bulliciosamente y claramente de los padres usando el sistema privado puede que sean que la educación con la capacidad de rendir cuentas involucra una transferencia de poder muy simple y fácil del político al padre, y eso puede realizarse ahora.

Claramente, la evidencia y la discusión presentada aquí tienen implicaciones para la política de desarrollo internacional estadounidense. ¿Pero acaso tiene algunas implicaciones para el debate de alternativas de educación para los estadounidenses también? Yo creo que sí, que el creciente cuerpo de evidencia de las alternativas de educación entre algunas de las personas más pobres del mundo podría inspirar y vitalizar nuevamente el movimiento de la libertad educacional en EE.UU.

Dos lecciones de la libertad para escoger en EE.UU.

Seguramente, la evidencia de las investigaciones de los países en vías de desarrollo puede poner la experiencia en un contexto más amplio, socavando aún más las aseveraciones de aquellos que buscan presentar el movimiento de libertad educacional como algo que beneficia sólo a los privilegiados. Los modelos innovadores de alrededor del mundo de la manera en que la educación privada fortalece la libertad para escoger y mejora las oportunidades para los más desfavorecidos, la evidencia con respecto a la efectividad de aquellos modelos en alzar los estándares, e historias resaltando la creatividad y la mentalidad empresarial de los educadores involucrados pueden jugar un rol importante en fortalecer los llamados a que haya la libertad educacional en EE.UU.

Sin embargo, tal vez la evidencia nueva de los países en vías de desarrollo puede ir más allá de eso. Muchos participantes en el debate de la libertad educacional actualmente parecen limitar sus ambiciones a la posibilidad de que la educación sea financiada mediante un recibo—esto es, donde el gobierno le cobra impuestos, luego permite que una parte de su propio dinero sea transferido a la escuela que usted elija dentro de las restricciones estrictas establecidas por el gobierno. Aquí parece asumirse que el financiamiento público de la educación es por lo menos un requisito no negociable.

Pero dos lecciones mucho más radicales son sugeridas por la evidencia descubierta en los países en vías de desarrollo, las cuales podrían implicar que tales voces en el debate de la libertad educacional para EE.UU. no están siendo lo suficientemente atrevidas.

La primera lección radical se trata del espíritu de auto-ayuda. Aquí, si una escuela pública está fracasando en los barrios marginales de Nueva York o Los Ángeles, nosotros asumimos que la única manera en la cual los desaventajados pueden ser ayudados es mediante algún tipo de intervención pública—mediante los recibos, las escuelas públicas administradas por empresas de educación privada, o alguna otra propuesta de “libertad para escoger”. Pero los pobres en Asia no se sientan y se quedan con los brazos cruzados mientras están desposeídos y sin derechos—descripciones usadas por la elite demócrata para describir a los desaventajados en EE.UU.—consintiendo el fracaso de su gobierno hasta que alguien de afuera proponga tal reforma. En cambio, algunas de las personas más desaventajadas en este planeta participan en la auto-ayuda, votan con sus pies, se salen de las escuelas públicas, y meten a sus niños en las escuelas privadas que han sido puestas por los educadores-empresarios de sus propias comunidades que atienden las necesidades, sin ayuda externa. ¿Podrían las experiencias de los padres y los educadores-empresarios de aquellos países pobres inspirar una respuesta similar entre los desaventajados de las comunidades de EE.UU. también, y entre aquellos que quieren ayudarlos?

La segunda, y tal vez la lección más importante, la cual podemos aprender de los pobres en Asia y África es que no solo una mayoría de los pobres que hemos estudiado pueden pagar ellos mismos por la educación privada, sin la intervención estatal, pero es precisamente el pago de sus pensiones que parece mantener a estas escuelas con la habilidad de rendirle cuentas a ellos. Y la habilidad de rendir cuentas de la escuela, es la diferencia clave reconocida aún por los críticos de la educación privada, que mantiene los estándares más altos que en la alternativa pública. Si las escuelas privadas fuesen a ser traídas al sistema universal de recibos, como podría ser la ambición de muchos de los que proponen la libertad educacional en EE.UU., siendo los fondos estatales provistos para ellos a base de una calculación por cabeza, entonces esto podría socavar drásticamente o remover por completo la habilidad de los padres para asegurar la esencial habilidad de rendir cuentas.

La lección más importante de lo que está sucediendo hoy en los países en vías de desarrollo puede ser que el financiamiento público puede ser parte del problema, no de la solución. Un padre en nuestro estudio de Kenya lo puso de manera concisa. Él se había aprovechado de la educación pública gratis cuando ésta fue introducida, sacando a su niño de la escuela privada en los barrios pobres y metiéndolo en una escuela pública situada en las afueras del pueblo. Sin embargo, rápidamente desilusionado por lo que era ofrecido, transfirió a sus hijos de nuevo a la escuela privada. Nos dijo: “Si usted va al mercado y le ofrecen fruta y vegetales gratis, estarán podridos. Si usted quiere frutas y vegetales frescos, usted tiene que pagar por ellos”. Tal vez esa es una lección para aquellos que quieren mejorar la educación para los pobres en EE.UU.

Traducido por Gabriela Calderón.


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