Los precios de los alimentos y las materias primas suben y el dinamismo económico que necesita el mundo para aliviar la pobreza decae. Son tiempos difíciles y sobre todo desalentadores, pero ¿cómo fue que llegamos a esto? Ya lo sabemos, lo escuchamos a cada rato, nos lo recuerdan siempre los políticos, los medios y demás opinadores profesionales, “son las típicas fallas del mercado, consecuencias inevitables del capitalismo”. “Por eso es necesaria la acción correctora del Estado”, dicen los gubernamentólatras. Pero, ¿no será más bien que lo que nos trajo hasta aquí fue precisamente la intervención de la fatal arrogancia y que lo que nos está pasando es una prueba de que el odioso capitalismo, la economía de mercado, realmente funciona?
Durante su reciente visita a nuestro país, el Dr. Miguel Angel Alonso Neira, reconocido catedrático de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, expuso en exclusiva para ASUNTOS CAPITALES su visión sobre las causas de la prevaleciente situación económica en el mundo. De acuerdo con el especialista en la escuela austriaca de economía, el entorno actual es resultado de la combinación de una serie de factores relacionados entre sí: 1) La crisis financiera, básicamente ocasionada por la política monetaria de los principales bancos centrales, en especial de la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) y del Banco Central Europeo (BCE); 2) la crisis hipotecaria, que resulta de esa misma crisis financiera; 3) la crisis de los alimentos; y 4) la crisis energética, ambas resultado de las anteriores. La combinación de ellos hace que la crisis actual tenga nuevos ingredientes que la pueden definir como una de las crisis más peligrosas que hayamos vivido.
El inicio de la actual situación económica puede ubicarse en 2001 -señala el Dr. Alonso-, cuando los atentados terroristas del 11 de septiembre llevaron a la FED a expandir la oferta monetaria de manera importante para evitar una crisis financiera en Estados Unidos (EU). Ésta se mantuvo posteriormente con la crisis de las empresas punto com, donde la nueva amenaza de una crisis financiera llevó a Alan Greenspan a continuar elevando la oferta monetaria y a mantener una política de tasas de interés artificialmente bajas. A ese plan se unió el BCE que, durante los años siguientes y en línea con EU, elevó la oferta monetaria y mantuvo una política de tasas de interés que llegaron incluso a ser negativas en términos reales en algunos países de la Unión Europea.
Para Alonso Neira, la concepción austriaca de los ciclos económicos explica perfectamente la situación económica que se ha vivido, que se está viviendo y que se vivirá en los próximos 2 ó 3 años. Según la teoría de esa escuela de economía, cuando las autoridades monetarias expanden la oferta monetaria y bajan las tasas de interés generan en los mercados una falsa señal que lleva a los inversionistas a dirigir sus nuevas inversiones a sectores de la economía que requieren de más tiempo para la producción del bien final (por ejemplo: vivienda, automóviles, etc.), olvidando otros sectores, aquellos donde los bienes y servicios requieren menos tiempo para su terminación y donde los beneficios del bajo precio del crédito puede que no sean tantos, como pueden ser los bienes de consumo inmediato (vestido, calzado o productos agrícolas).
Se tiene pues que la política de los bancos centrales de principios de siglo orientó de manera equivocada la inversión, ya que el descenso (artificial) de las tasas de interés transmitió al inversionista la (falsa) señal de que al consumidor en ese momento le interesaba más comprar casas o coches, en vez de pantalones y zapatos, provocando que los empresarios destinaran sus capitales hacia aquello que creían sería más rentable. Pero lo que consideraban que iba a tener más demanda no ocurrió precisamente porque las tasas de interés no estaban informando realmente lo que necesitaba el mercado, dando así lugar al error empresarial. La distorsión de precios, en este caso del crédito, equivocó como siempre sucede la asignación de recursos, en este caso el destino del capital.
“Por eso, hasta el verano del año pasado, hubo un exceso de inversión en la construcción, no sólo en EU sino también en Europa, que se tradujo al mismo tiempo en una burbuja en el sector inmobiliario, la cual tarde o temprano tenía que reventar, como finalmente ocurrió, ya que la demanda no evolucionó en la misma línea que la oferta”, señala Alonso.
Mientras tanto -continúa el Dr. Alonso-, la reducción de la oferta de pantalones, zapatos o productos agrarios cuya demanda no ha cambiado, desemboca en las tensiones inflacionarias que estamos viendo ahora. Así, tenemos que el alza de precios de los alimentos y materias primas es resultado de la propia política monetaria de los principales bancos centrales del mundo, en especial de EU y de Europa.
Para contrarrestar las presiones inflacionarias que ellos mismos crearon, los bancos centrales responden elevando las tasas de interés, provocando que se reviente la burbuja en el sector inmobiliario y poniendo en problemas financieros a las familias, muchas de las cuales ven perdido parte de su patrimonio. “Así lo enseña la fase de exuberancia irracional de la teoría austriaca de los ciclos, donde en la fase de expansión, o de construcción excesiva en este caso, se produce una gran acumulación de stocks de viviendas, que cuando viene la crisis y los bancos centrales atacan la inflación elevando las tasas de interés, provocan una contracción de la demanda de viviendas. Todo lo invertido en exceso, y que ahora no tiene salida, da lugar a otra crisis financiera que los bancos centrales tratan de resolver nuevamente elevando la oferta monetaria, volviendo a cometer el mismo error que desencadenó la crisis actual. Esta crisis no se resuelve inyectando dinero, ya que eso genera más presiones inflacionarias en la economía, así que las soluciones que se están adoptando no son las correctas”, puntualiza el especialista.
La manipulación del dinero, sea burda o fina, tiene sus consecuencias en la economía real. Desde los años veinte del siglo pasado sabemos que la factura de las pifias monetarias tarde o temprano la tiene que pagar el empleo y la actividad económica. Ahora nos encontramos ante un escenario en el que el ritmo económico mundial cae aceleradamente: España –el país de la Unión Europea que más fuerte ha crecido- ya se encuentra en fase de estancamiento y se augura una tasa de crecimiento negativa; Japón está entrando en recesión, al igual que EU. En América Latina las cosas tampoco van muy bien. Diversos especialistas consideran que esta crisis de dimensión mundial podría tener una duración de hasta cinco años, aunque para Alonso ésta será variable para cada país pues dependerá del tipo de medidas que se adopten, es decir, de cómo los gobiernos decidan afrontarla.
¿Cómo salir del atolladero? Alonso Neira destaca que la crisis se puede superar más rápido y con menos costos mientras los países no recurran a las recetas keynesianas que se están aplicando en EU y Europa, basadas en políticas monetarias y fiscales expansivas y programas de rescate por parte de los gobiernos, ya que éstas en lugar de resolver la crisis podrían acentuarla. Ante la apertura comercial y la integración económica mundial, “la mejor manera de salir de una crisis es ser capaz de vender más y mejor, por lo que no se debe actuar por el lado de la demanda, que es lo que se está haciendo en el más puro estilo keynesiano, sino por el lado de la oferta.”
Así, lo primero es ser más productivos y competitivos, lo cual implica que se deben estimular las políticas de Investigación y Desarrollo en las empresas, mediante incentivos fiscales por ejemplo, para poder vender más y mejor y ser capaces de crecer y de generar empleo. Luego, hay que llevar a cabo reformas estructurales que promuevan esa mejora de competitividad: hay que liberalizar más los mercados, sobre todo el de los sectores más protegidos; reducir el tamaño de la administración pública, con lo cual se puedan disminuir los impuestos, especialmente los empresariales para que las empresas puedan competir mejor vía costos; y disminuir el peso del estado en la economía y así dar mayor flexibilidad y peso a la iniciativa privada, por lo que se necesita justo lo contrario a lo que se está haciendo.
“En la medida en que nos enfrasquemos en el mismo error, la crisis no sólo podría prolongarse sino que es probable que no se supere y, por lo tanto, vivamos los episodios de crisis recurrentes que se han presentando a lo largo de los años, ya que lo único que se ha hecho es poner parches a la economía, sin resolver los problemas de origen, creando la sensación de que se ha superado la crisis durante un periodo de 4, 5 u 8 años, pero eventualmente vuelven a aflorar los mismos problemas, ya que sólo se ocultaron con políticas que sólo sirven para eso”, agrega Miguel Alonso.
Lo segundo para salir del bache es dejar que, como sucede con cualquier otro precio, sea el mercado el que determine las tasas de interés en una economía, ya que de esa forma se logra que éstas realmente coordinen las decisiones entre oferentes y demandantes de recursos intertemporales. “Desde el momento que hay un precio intervenido que no responde al juego de la oferta y la demanda, ese precio ya no sirve para nada, no cumple con su misión de transmitir información de lo que realmente está ocurriendo en el mercado, no permite coordinar las decisiones de los agentes, todo lo contrario las entorpece, que es lo que estamos viviendo. Los bancos centrales no deben fijar las tasas de interés a espaldas del mercado.”
Las perspectivas del Dr. Alonso en cuanto a EU tienen que ver con el ciclo político: “El partido en el poder tratará de crear un clima de expansión artificial de la economía, una sensación de que su gestión es buena para poder ser reelegido, por lo que las tasas de interés en este momento no las van a subir -al contrario de lo que está haciendo Europa- incluso quizá las podrían bajar, sobre todo si la situación económica sigue deteriorándose.”
En lo que toca a América Latina, el Dr. Alonso Neira señala que en general los países productores de petróleo podrían sacar un buen provecho de esta situación si administran bien los ingresos petroleros, aunque también, advierte, podrían desperdiciar la oportunidad, concretamente aquellos países donde peligrosamente sube la marea populista (Bolivia, Ecuador, Venezuela, ¿México?) y cuyos gobiernos introducen grandes rigideces en las economías, elevando el peso del estado. Ante esto, México parece estar doblemente amenazado: por un lado tiene la enorme responsabilidad de no desperdiciar su posición como productor y exportador de crudo, y por otro, y muy a pesar de su ventaja petrolera, está su estrecha dependencia del ritmo económico de EU, que muy probablemente entrará en recesión arrastrando a nuestra economía.
El Dr. Alonso señala que desde la crisis de los 80’s México vive una situación de “crisis crónica con altibajos”, por lo que para recuperarse necesita, al igual que muchos otros países incluso del primer mundo, realizar reformas estructurales en la economía: a) Reducir el tamaño del sector público, para invertir los ahorros generados en infraestructura, lo cual redundará en competitividad, en capacidad de producir más, mejor, crecer y generar empleo. b) Liberalizar más los mercados, en especial el mercado de trabajo, para evitar que en periodo de crisis se eleve rápidamente el desempleo. c) Introducir más competencia en el sector servicios. d) Reformar al sector energético: Introducir más competencia en el eléctrico y abrir la industria petrolera.
Respecto a esto último, el especialista está de acuerdo en que sería muy beneficioso para México la reforma de PEMEX, para permitirse inversión privada nacional y/o extranjera como en otros países. Según Alonso, “no es válida la argumentación de que el capital extranjero se lleva todo a sus países de origen, porque al ser empresas privadas tienen que competir o morir. Una empresa privada sometida a la disciplina de los mercados tiene que reinvertir gran parte de sus excedentes para poder seguir compitiendo y seguir sobreviviendo en el mercado, pero a la vez que hace esto genera empleo entre los nacionales y esto es muy importante para México.”
Finalmente, el Dr. Miguel Alonso nos recuerda que en tiempos de crisis en cualquier país del mundo es muy fácil venderse al populismo. “En estos tiempos la gente quiere que el Estado le ayude, pero el Estado no debe ser sobreprotector; debe recordarles a sus ciudadanos que ellos son responsables de sus acciones”. “Lo que no es válido es que si te va bien, entonces lo que ganes es tuyo, pero si te va mal entonces que los demás paguen tus errores. Eso, en resumen, es lo que está ocurriendo y ocurrió desde la crisis asiática de 1997 con los bancos. En la medida en que se evite caer en eso, se construirá una economía más eficiente y una sociedad mucho más madura, con mucha más capacidad para salir adelante en tiempos de crisis; de manera que sean capaces de valorar adecuadamente los riesgos. Un país donde el Estado está presente en todos los ámbitos de la vida de sus ciudadanos crea individuos irresponsables y delincuentes”, concluye.