Cap�tulo II
Conflictivos

Jonathan camin� por algunas horas en direcci�n de una loma m�s all� de la playa, y pasaba por una vegetaci�n frondosa. De repente, escuch� los gritos de una mujer. Se detuvo para localizar la fuente del sonido. M�s all�, percibi� otro penetrante grito de ayuda. Avanzando por una masa de ramas y lianas, abri� dif�cilmente su camino hacia los sonidos. Pronto se liber� de la maleza, y entr� en un r�stico sendero.

Al correr por una aguda curva, Jonathan se choc� con toda fuerza contra un grueso hombre, quien lo empuj� al lado como si fuera un insecto. Desconcertado, alz� la mirada y vio dos hombres arrastrando a una mujer, quien pateaba y gritaba, mientras descend�an por el sendero. Despu�s de recuperar el aliento, el tr�o hab�a desaparecido. Seguro de que �l solo no podr�a liberar a la mujer, Jonathan subi� de nuevo en b�squeda de ayuda.

La vegetaci�n se abri� y vio un grupo reunido alrededor de un gran �rbol, al que golpeaban con palos. Jonathan se les acerc� r�pidamente, y agarr� del brazo a un hombre, quien miraba a los otros trabajar. �Por favor, se�or, �ay�deme!� gritaba Jonathan sin aliento. ��Dos hombres tienen capturada a una mujer y ella necesita nuestra ayuda!�.

��No te alarmes!� el supervisor le dijo bruscamente. �Esa mujer est� simplemente arrestada. Olv�dalo y �ndate, tenemos trabajo que hacer.�

��Arrestada!� dijo Jonathan, todav�a jadeando fuertemente. �Ella no parec�a ser, ummm� criminal.� Pero si era una criminal, pensaba Jonathan, �por qu� gritaba de manera tan desesperada por ayuda? �Perd�neme, se�or, �qu� crimen cometi�?�.

��Qu�?� el hombre comenz� a mostrar su irritaci�n. �Bien, si insistes en saber, ella amenazaba los puestos de todos los que trabajamos aqu�.�

��Ella amenazaba los puestos de la gente? �C�mo hizo eso?� pregunt� Jonathan con insistencia.

Con mirada feroz a su ignorante inquiridor, el supervisor indic� a Jonathan que lo siguiera hacia un �rbol, donde los obreros estaban golpeando un tronco. Orgullosamente, �l dijo, �Somos taladores. Tumbamos �rboles a golpes con estos palos. A veces, cien personas trabajando las veinticuatro horas pueden botar un �rbol de buen tama�o en menos de un mes.� El hombre apret� sus labios, y cuidadosamente quit� una part�cula de tierra de la manga de su saco elegantemente confeccionado. �Esa mujer lleg� esta ma�ana al trabajo con una afilada pieza de metal unida a un palo. Los otros se indignaron cuando sola, tumb� un �rbol en menos de una hora. �Imag�nate, tal amenaza a nuestro empleo tradicional tuvo que ser eliminada!�

Jonathan abri� los ojos, espantado al o�r el castigo para esa mujer por su creatividad. En su tierra, todo el mundo usaba hachas y serruchos para cortar los �rboles. As� �l hab�a conseguido la madera para su propio bote. ��Pero su invenci�n!� exclam� Jonathan. �Permitir�a a la gente de todo tama�o y fuerza tumbar �rboles. �No resultar�a m�s r�pido y barato conseguir madera?�

��Qu� quieres decir?� el hombre le demand� enojado. ��C�mo puede alguien respaldar una idea as�? �Este noble trabajo no puede hacer cualquier alfe�ique que asome con una brillante idea!�

�Pero se�or�, dijo Jonathan, tratando de no ofender, �estos buenos taladores tienen manos talentosas e imaginaci�n. Podr�an usar el tiempo ahorrado en tumbar los �rboles para otros trabajos. �Podr�an fabricar mesas, gabinetes, barcos, o hasta casas!�

�Escucha�, respondi� el hombre con una mirada agresiva, �la raz�n para el trabajo es conseguir empleo completo y seguro, �no nuevos productos! El tono de su voz se endureci�. �Suenas como un alborotador.�

�No, no se�or, no intent� causar problemas. Seguramente, usted tiene raz�n. Bien, tengo que marcharme.� Con eso, Jonathan, regres� por el camino por donde hab�a llegado, corriendo por el sendero, y sinti�ndose muy inc�modo por su primer encuentro con la gente de ese lugar.

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