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“Veinticinco aos despus del inicio de las transiciones, los avances "formales" de la democracia en Centroamrica son innegables, pero sus posibilidades de consolidacin a ms largo plazo se ven comprometidas por resultados econmicos y sociales limitados.”
David Martnez-Amador y Brenda Sanchinelli
JUEVES, 15 DE NOVIEMBRE DE 2007
Comments Introduccin Ms all de sus connotaciones afectivas, utpicas e ideolgicas, la democracia es, hoy en da, una forma emprica de organizacin sociopoltica, un tipo particular de rgimen poltico que se asocia con un tipo especfico de Estado. Asumiendo que el Estado puede definirse como un ente autnomo que "reivindica con xito" el ejercicio de la autoridad legtima sobre una poblacin y un territorio dados, cules son, entonces, los rasgos distintivos que caracterizan a los estados democrticos contemporneos? Para poder ser calificado de democrtico, un Estado tiene que cumplir con, al menos, tres requisitos relacionados con la participacin y la representacin -regulares, plurales y efectivas- de los distintos sectores de la ciudadana, as como con el apoyo y la legitimidad que stos le otorgan a sus gobernantes y representantes. Por ello, el voto y los procesos electorales son elementos clave en la articulacin de los conceptos de Democracia y Estado, ya que permiten observar y medir la intensidad de la participacin poltica, sus efectos en trminos de representacin, as como evaluar, en su conjunto, la legitimidad de la que pueden disponer las autoridades electas para impulsar sus polticas. Cun "democrticos" son, desde esta ptica, los estados contemporneos del istmo? Los anlisis recientes de los procesos polticos en Centroamrica revelan la presencia de estados dbiles e ineficientes, carentes de legitimidad y de capacidad de accin, que sobreviven en un contexto crtico, caracterizado por el desencanto creciente de la ciudadana y una deficiente representacin. En efecto, la conquista de elecciones libres a lo largo de los aos 80 coincide, aqu, no solamente con violentos conflictos internos sino, tambin, con otras profundas y silenciosas revoluciones, de orden econmico, social y demogrfico. Dentro del contexto de la crisis de la deuda desencadenada en 1982, todos los gobiernos se vieron obligados a realizar reformas estructurales, a reducir drsticamente el gasto pblico, a privatizar, desregular y abrir sus economas. A pesar de contar hoy en da con procesos electorales cada vez ms confiables y competitivos, muchos ciudadanos centroamericanos expresan en las encuestas importantes reservas en cuanto a la utilidad, efectividad y legitimidad de sus democracias. Pero el Estado nacional no es el nico actor, ni el nico nivel pertinente para analizar la democracia. Como es bien sabido, los procesos sociopolticos y las instituciones no funcionan ni se desenvuelven de manera homognea en el conjunto del territorio nacional, sino que su desarrollo y eficiencia dependen fuertemente de factores locales. Para entender las lgicas ms finas de los procesos democrticos y electorales, resulta entonces indispensable trascender el nivel estrictamente nacional para explorar las dinmicas temporales y espaciales, as como los clivajes sociodemogrficos y territoriales que estructuran los diversos pases. Al enriquecer el anlisis mediante una multiplicidad de escalas de observacin, la exploracin territorial y transversal del voto permite detectar dos tendencias opuestas -de fragmentacin y de polarizacin poltica- que tienden a convergir a nivel subregional. En vistas de contribuir a alimentar el debate y una agenda para futuras investigaciones, a continuacin esbozamos cuatro ejes transversales para el estudio de la geografa poltica centroamericana: (1) las dinmicas espaciales de la participacin electoral; (2) las estructuras y tendencias territoriales del voto y de la ofertas partidistas; (3) el anlisis de los votos "quebrados", "razonados" o "cruzados"; y (4) la deteccin espacial de irregularidades e inconsistencias electorales. Sin ser exhaustivas, estas cuatro dimensiones permitirn ilustrar algunas de las posibilidades del anlisis territorial, multidimensional y comparativo del voto a partir de ejemplos concretos del istmo. 1. Las dinmicas espaciales de la participacin electoral Para empezar, cabe destacar las fuertes variaciones regionales de la participacin electoral que, en s mismas, plantean toda una agenda para la investigacin. Se pueden distinguir dos tendencias subregionales en Centroamrica: Nicaragua, Honduras y Costa Rica tienen una participacin relativamente elevada, sensiblemente superior al promedio latinoamericano, a pesar de que los declives recientes registrados en los dos ltimos pases los han acercado claramente a este ltima. En cambio, Guatemala y El Salvador se caracterizan por tasas excepcionalmente moderadas de participacin electoral, entre las ms bajas de todo el continente americano. Lo ms interesante es que, a pesar de ser uno de los pases ms pobres de toda la regin y de haber sido azotado por una violenta guerra civil, Nicaragua presenta una fuerte y constante participacin ciudadana. Asimismo, los repuntes de la participacin electoral en Guatemala (en las primeras vueltas de las presidenciales de 1985 y 2003) y en El Salvador (en las presidenciales de 1984 y 2004) ilustran que, ni la pobreza ni la violencia poltica constituyen obstculos inexorables para ir a votar. Por el contrario, permiten formular la hiptesis que, cuando las elecciones tienen un significado concreto e importante para los ciudadanos, y cuando stas presentan un alto grado de incertidumbre democrtica, stos bien pueden poner de un lado su supuesta apata para movilizarse fuertemente hacia las urnas. As, cabe destacar que los ltimos comicios presidenciales de 2003 en Guatemala (primera vuelta) y de 2004 en El Salvador movilizaron a una proporcin casi idntica de ciudadanos en edad de votar, que las ltimas elecciones presidenciales costarricenses de 2006. El segundo matiz proviene del fuerte incremento reciente del abstencionismo en Costa Rica, que ha suscitado interesantes debates sobre ese pas. A nivel nacional, este fenmeno ha sido interpretado como uno de los principales indicadores de una profunda crisis del sistema democrtico costarricense. En cuanto a las dinmicas espaciales de la participacin, lo cierto es que se observan patrones territoriales sorprendentemente estables, que permiten distinguir cantones y regiones abstencionistas y participativas claramente diferenciados, en contraste con las tendencias de los principales partidos polticos, que tienden a fragmentarse territorialmente. Pero sobre todo, el caso de Honduras parece desafiar abiertamente la teora democrtica. Tanto en la escala de los 18 departamentos como en la de los 298 municipios de este pas, tambin existe una fuerte correlacin entre el nivel de desarrollo y la participacin electoral. No obstante, esta relacin estadstica tiene un signo... negativo! En otras palabras: son los departamentos y municipios menos desarrollados los que parecen participar ms en las contiendas electorales. Significa ello que el subdesarrollo propicia la integracin poltica en Honduras, y que los sectores ms prsperos y educados participan en menor grado en el juego electoral? El anlisis sistemtico de las dimensiones espaciales del abstencionismo, que realizamos conjuntamente con nuestros colegas hondureos, permite matizar y profundizar esta aparente paradoja. Primero, porque tal fenmeno solamente se verifica en las elecciones generales de 2001 y 1997 y, en menor medida, en las constituyentes de 1980 y en las generales de 1981, desapareciendo casi por completo entre 1985 y 1993. Segundo, porque en realidad, no son los municipios con menores ingresos sino ms bien aquellos que tienen mayores grados de desnutricin y analfabetismo los que ms acuden a las urnas. Pero sobre todo, porque la distribucin geogrfica del fenmeno permite identificar cinco dinmicas territoriales diferenciadas, en las que la relacin entre el grado de desarrollo y la participacin adquiere significados distintos y propios. En otras palabras, no son los hondureos con menos recursos monetarios los que ms votan, sino que son ms bien las personas ms hambrientas y menos alfabetizadas las que se movilizan en mayor grado en algunas de las contiendas electorales recientes. Siguiendo con los matices espaciales sobre la participacin electoral, volvamos sobre el caso de Nicaragua, donde los vaivenes del abstencionismo parecen afectar, esencialmente, a los partidos y coaliciones antisandinistas, mientras que el FSLN cuenta con un electorado extraordinariamente estable y estructurado en trminos territoriales. Ello tambin permite entender el xito que obtuvieron sus candidatos en las elecciones municipales del 2000 y del 2004, a pesar de movilizar a muchos menos electores que durante las elecciones generales del 2001. Y, sin embargo, no parece haber una relacin clara entre la distribucin espacial del voto del FSLN y la participacin electoral a nivel municipal. Dicha correlacin fue significativa en las elecciones de 1984 y 1996, pero desapareci prcticamente en 1990, en 2000 y en 2001. En cambio, se observan otras correlaciones curiosamente elevadas, que resultan problemticas de interpretar. En otras palabras, existen tanto bastiones sandinistas y liberales muy participativos, como bastiones sandinistas y liberales con altos porcentajes de abstencionismo electoral. Finalmente, no deja de sorprender que los datos que hemos podido sistematizar hasta la fecha tampoco indiquen una correlacin significativa entre la participacin ciudadana y el porcentaje de pobres, que stos sean urbanos o rurales. Asimismo, las dinmicas espaciales de la participacin plantean algunos interrogantes en El Salvador. Aqu, se observa una fuerte estructuracin territorial de este fenmeno a escala municipal, sobre todo entre 1994 y 1997, as como entre 2000 y 2003. En cambio, el fuerte incremento de la participacin electoral en 2004 rompe totalmente con esta estructura geogrfica, indicando una movilizacin ciudadana con caractersticas inusuales y propias. Asimismo, cabe notar que no se observa una relacin clara entre el grado de urbanizacin y el nivel de la participacin electoral, ni entre este ltimo y la zona de conflicto. Finalmente, los efectos polticos de esta variable fundamental tambin resultan problemticos de interpretar. Si bien es cierto que, a nivel nacional, las variaciones de la participacin tienden a beneficiar o a afectar, principalmente, al partido ARENA, a nivel municipal la situacin es muy distinta. En trminos territoriales se observa, en efecto, una relacin positiva y significativa entre la intensidad de la participacin y el voto a favor del FMLN, mientras que dicha relacin tiende a ser mucho menos fuerte, pero sobre todo negativa, entre el nivel de la participacin y el voto de ARENA. En otras palabras, es preciso distinguir entre los efectos polticos nacionales de las variaciones de la participacin entre dos elecciones sucesivas, y los efectos polticos municipales de dichas variaciones, lo que plantea nuevas vetas para futuras investigaciones. Finalmente, el caso de Guatemala es sumamente interesante. Aqu, se parte de un nivel relativamente elevado de participacin durante las elecciones fundacionales de 1985, en las que resulta electo el demcrata-cristiano Vinicio Cerezo. Luego, sta conoce un acentuado declive hasta mediados de los noventa, recuperndose paulatinamente para alcanzar nuevamente un nivel excepcionalmente alto en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2003, en las que participa como candidato del Frente Republicano Guatemalteco (FRG) el controvertido general Efran Ros Montt. Uno de los fenmenos ms curiosos es que, si bien no se registra ninguna relacin estadstica entre el ndice de desarrollo humano (IDH) y la participacin electoral en las legislativas y en las primeras vueltas de las presidenciales de 1999 y 2003, en la segunda vuelta de las presidenciales de 2003 se produce sbitamente un realineamiento interesante. Y, entonces, s aparece una correlacin muy significativa entre el IDH y la movilizacin ciudadana en estos comicios decisivos [Pearson=+0.493], que llevan a Oscar Berger a la presidencia de la Repblica. Significara esto que los clivajes socio-econmicos solamente se activan en ciertas coyunturas polticas, diluyndose hasta desaparecer en otras circunstancias? 2. Las estructuras territoriales del voto y de las ofertas partidistas Un segundo eje temtico que merece estudios ms profundizados de geografa electoral es el grado de arraigo de la oferta partidista, y en particular su estructuracin o fragmentacin territorial efectivas. En una perspectiva macrosociolgica y comparativa, en Centroamrica pueden distinguirse tres tipos de sistemas de partidos: Honduras y Costa Rica se caracterizan por bipartidismos relativamente estables y estructurados; mientras que El Salvador y Nicaragua tienen sistemas mutipartidistas menos estructurados pero fuertemente polarizados; Guatemala, finalmente, por el grado extremo de atomizacin y volatilidad de su oferta poltica, desafa cualquier intento de clasificacin. Desde otra ptica, dos estudios recientes confirman esta tipologa: Honduras y Costa Rica tambin tienen los ndices ms elevados de institucionalizacin, mientras que Nicaragua y El Salvador se encuentran en una situacin cambiante e intermedia, de transicin, y Guatemala destaca, nuevamente, como uno de los pases con menor institucionalizacin y mayor fragmentacin partidista de toda Amrica latina. Por supuesto, cada una de estas dimensiones tambin puede estudiarse desde una perspectiva histrica y espacial, reintroduciendo sus evoluciones temporales y multiplicando las escalas analticas hasta llegar a los niveles ms finos de la geografa poltico-electoral. Para sintetizar las principales transformaciones estructurales del voto y de las ofertas partidistas centroamericanas a lo largo de los ltimos 25 aos, hemos elaborado un conjunto de grficas que sintetizan, respectivamente, la fuerza relativa de los principales actores polticos a nivel nacional, as como su arraigo efectivo respecto al conjunto de la poblacin en edad de votar. Para empezar, destaquemos la fuerte estabilidad de los sistemas bipartidistas de Honduras y Costa Rica, aunque ambos pases hayan conocido una creciente fragmentacin en los ltimos aos, relacionada respectivamente con el debilitamiento del Partido Liberacin Nacional (PLN) y del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) en Costa Rica, y con las reformas electorales recientes en Honduras. No obstante, cabe destacar que ambos pases aun se caracterizan por la competencia regular y reida entre dos fuerzas polticas fuertemente estructuradas, que ha desembocado en una serie de alternancias pacficas de los gobernantes. Ciertamente, este juego bipolar fue cuestionado seriamente por el candidato del Partido Accin Ciudadana (PAC) en las ltimas elecciones presidenciales de 2002 en Costa Rica. Sin embargo, como lo veremos en la segunda parte de este volumen, tanto el Partido Liberal de Honduras (PLH) como el Partido Nacional de Honduras (PNH) siguen contando con bases electorales estructuradas en trminos territoriales, lo que le otorga una relativa estabilidad a su sistema poltico. Destaca aun ms la sorprendente estabilidad del juego poltico-electoral en Nicaragua, aunque sta se deba no a la coherencia de la oferta partidista, sino ms bien a su estructuracin en torno a un poderoso clivaje bipolar, que opone permanentemente al FSLN y a los -hasta la fecha mayoritarios- sectores antisandinistas. La fuerte estructuracin espacial de este clivaje aparece claramente cuando se relaciona sistemticamente la evolucin del voto del frente a nivel municipal. As, tras un cambio notable de la distribucin geogrfica de las bases sandinistas entre 1984 y 1990, stas no cesan de estructurarse a lo largo de los noventa, alcanzando una sorprendente correlacin territorial entre las dos ltimas elecciones presidenciales [Pearson=+0.949 y r = 90%]. En otras palabras, en el 90% de los 151 municipios del pas, no se verifica una variacin significativa entre el porcentaje de quienes votaron por el FSLN en 1996, y quienes lo hicieron nuevamente en 2001. Y evidentemente, en la medida en la que el juego poltico nicaragense est sumamente polarizado, este clivaje territorial tambin se verifica para el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) que, habiendo logrado constituirse como la principal alternativa al FSLN, tambin parece consolidarse entre 1996 y 2001, con una correlacin Pearson de 0.932 [r = 87%] a nivel municipal. En contraste, El Salvador presenta un grado mayor de fragmentacin, que tiende a mantenerse en los comicios legislativos y municipales a lo largo de la transicin, pero que suele reducirse considerablemente durante las elecciones presidenciales ms recientes. En efecto, la oposicin entre el Partido Demcrata Cristiano (PDC) y la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) -que marc la dcada de la guerra civil- tambin ha cedido paulatinamente a una creciente bipolarizacin en torno a las dos fuerzas que se enfrentaron durante el conflicto armado: la ARENA y el Frente Farabundo Mart de Liberacin Nacional (FMLN). Ello aparece particularmente en las ltimas elecciones presidenciales de 2004, que movilizaron fuertemente a la ciudadana en torno a los candidatos de estos dos ltimos partidos, y en las que las terceras fuerzas sufrieron un revez tan acentuado que estuvieron a punto de desaparecer del espectro poltico. Pero ms all de los efectos de arrastre que se observan tradicionalmente en los comicios presidenciales, lo que ms llama la atencin es la estructuracin territorial creciente del FMLN, que se extiende paulatinamente a partir de sus principales bastiones municipales, y parece contar con un electorado mucho ms estable que la gobernante ARENA. Finalmente, el caso de Guatemala resulta nuevamente excepcional, ya que aqu la fragmentacin de la oferta partidista adquiere dimensiones verdaderamente dramticas. Desde 1985, 59 partidos y 12 coaliciones han participado en alguna de las elecciones nacionales. Sin embargo, la mayor parte de estas organizaciones son tan efmeras que resulta difcil seguirlas durante ms de un proceso electoral. As, existen muchos casos de lderes polticos que, conservando el poder municipal o legislativo, cambian repetidamente de partido, por conflictos de intereses o por la simple prdida de sus registros electorales. Pero sobre todo, llama la atencin que ninguno de los partidos que tuvo la capacidad de conquistar la presidencia ha logrado conservar una parte significativa de los votos que le permitieron acceder a ella, desapareciendo en algunos casos simple y llanamente del espectro poltico-electoral. Y sin embargo, como lo ilustran los mapas que elaboramos con Mathias Rull y Luis Fernando Mack, incluso en este contexto de pulverizacin de la oferta partidista, la geografa electoral puede aportar elementos muy valiosos a la comprensin del comportamiento electoral de los guatemaltecos, revelando continuidades insospechadas en el ejercicio del poder municipal, y cuestionando muchos de los mitos recurrentes sobre la pretendida apata electoral de los sectores indgenas. ] Desde una perspectiva comparativa y subregional, finalmente, resulta interesante contrastar la evolucin de las siguientes grficas, que sintetizan las principales tendencias de estructuracin o fragmentacin territorial de los principales partidos polticos de Centroamrica, complementando tilmente los mapas que se estudian en las contribuciones cartogrficas sobre cada pas. As, se observa un declive significativo del grado de arraigo territorial del PNH y del PLH en Honduras, as como fuertes variaciones del PUSC y una cada constante y estrepitosa del arraigo territorial del PLN en Costa Rica. En contraste, tanto las coaliciones liberales y antisandinistas en Nicaragua, como el FSLN y el FMLN en El Salvador, conocen un incremento notable en su grado de estructuracin territorial. En resumidas cuentas, se registran dos tendencias opuestas que tienden a convergir a nivel sub-regional : mientras que los sistemas bipartidistas de Honduras y Costa Rica tienden a fragmentarse en trminos territoriales, los sistemas multipartidistas de Nicaragua y El Salvador tienden a estructurarse crecientemente, como consecuencia de la fuerte polarizacin poltica. En otras palabras, la llamada "excepcin costarricense" tiende a diluirse frente a los procesos de fragmentacin y estructuracin territorial del voto en los otros pases del istmo, lo que ilustra el inters de un anlisis comparativo y transversal de las mutaciones recientes de los procesos electorales en Centroamrica. 3. Votos "cruzados", "razonados" o "quebrados" El tercer eje transversal para el anlisis espacial de los comportamientos electorales de los Centroamericanos se relaciona con los fenmenos recurrentes del voto "cruzado", "razonado" o "quebrado", que se observan entre distintos tipos de elecciones celebradas simultneamente. Como muestra palpable del inters de este tipo de anlisis, destaquemos que, incluso, en los dos pases centroamericanos con sistemas bipartidistas consolidados, una parte importante y creciente del electorado vota, cuando lo puede, por candidatos, independientemente de su adscripcin partidista. Tal fue el caso en las elecciones generales de 2001 en Honduras, en las que 329,723 electores (el 15% del total de los votos vlidos) votaron por un partido distinto en los comicios presidenciales y municipales. Este fenmeno inicia de hecho en 1997, con una serie de reformas electorales que separan sucesivamente las boletas para los distintos tipos de eleccin, antes de introducir ms recientemente la posibilidad para los electores de elegir a sus representantes entre varias listas, invirtiendo incluso el orden de los candidatos (Clix, En este volumen). La importancia creciente de este fenmeno incita as a matizar la impresin que se pudo tener sobre el voto "duro" del PLH y del PNH en el pasado. Aunados a las tendencias ms recientes del voto en el pas, estos efectos se incrementarn muy probablemente en el futuro prximo, lo que plantea una importante interrogante sobre la evolucin del sistema bipartidista hondureo. ] Asimismo, se puede mencionar el significativo voto "quebrado" que se dio en las elecciones generales del 2002 en Costa Rica. En efecto, el 17% de los 400,681 electores que votaron en las presidenciales por el candidato "tercerista" del Partido Accin Ciudadana (PAC), no le aportaron su sufragio a los colegas diputados de Otton Sols, mientras que el 24% de ellos vot por un partido distinto en las elecciones municipales. Evidentemente, las dinmicas territoriales de estas variaciones, calculadas aqu a nivel nacional, pueden ser desagregadas y analizadas en las escalas de los 81 cantones, de los 462 distritos, y hasta de las 6,681 juntas receptoras de votos que fueron instaladas, en 2002, en el pas. ] Un tercer ejemplo ilustrativo de este tipo de anlisis lo constituye el voto "cruzado" en las elecciones presidenciales y legislativas del 2003 en Guatemala, promovido activamente por muchas organizaciones sociales. En stas, algunos analistas afirmaron que se haba producido un voto de sancin en contra del candidato del FRG, el general Efran Ros Montt. No obstante, lo curioso es que con todo y las dificultades que el antiguo dictador y fundador de este partido tuvo para que le autorizaran su registro como candidato, ste obtuvo en realidad 15,994 votos ms en las presidenciales (518,464) que los otros candidatos que se registraron bajo las mismas siglas, en las elecciones legislativas (502,470). Y este fenmeno aparece de manera todava ms pronunciada a escala municipal. En efecto, si bien es cierto que, en 124 municipios, un total de 20,915 ciudadanos votaron por el FRG en las legislativas sin votar por Ros Montt en las presidenciales, en los otros 203 municipios en los que se celebraron elecciones, se produjo precisamente el fenmeno inverso. Aqu, 36,909 electores votaron por el general, ms no por el partido que ste representaba. Por otra parte, cabe destacar que un efecto de arrastre similar se haba producido en 1999, pero de manera aun mucho ms acentuada. En este caso, 154,576 ciudadanos en 326 municipios votaron a favor de Alfonso Portillo en las presidenciales, pero no le dieron su sufragio al FRG en los comicios legislativos. ] 4. La deteccin espacial de irregularidades e inconsistencias electorales Finalmente, la cartografa electoral tambin es un poderoso instrumento para detectar las fronteras de fenmenos ms difusos, a veces ocultos, en la medida en la que stos pueden percibirse en ocasiones a travs de las "huellas territoriales" que dejan en los resultados electorales. Este tipo de anlisis puede tener muy diversas aplicaciones en Centroamrica. Por el momento, nos contentaremos de los siguientes ejemplos concretos, para ilustrar su inters y potencial. El primero de ellos se relaciona con los votos blancos, pero sobre todo con las boletas anuladas. En efecto, es bien conocido que el anlisis micro de estos dos indicadores puede revelar irregularidades o prcticas polticas sospechosas. Un buen ejemplo nos es proporcionado por la evolucin histrica y geogrfica de los votos nulos en Mxico, el cual constituye un indicador muy til de la evolucin de la calidad de los escrutinios en este pas. En trminos generales, desde 1991 se registran promedios bastante estables que varan ligeramente en el campo y en las ciudades, en la medida en la que estn fuertemente relacionados con las tasas de analfabetismo y escolarizacin. Por ello, fuertes desviaciones con respecto a estos porcentajes "normales" suelen indicar inconsistencias e irregularidades en el proceso electoral, por ejemplo cuando no se registra ningn voto anulado en localidades de alta marginacin, o cuando por el contrario su parte es tan importante que se vuelve decisiva para el resultado local de los escrutinios. En ambos casos, no se puede excluir la existencia de prcticas de fraude o coercin, mediante la "asistencia" e induccin del voto, o la alteracin de las boletas despus del cierre de los centros de votacin: para anular un voto no deseado basta con tachar una segunda opcin sobre la papeleta. ] En el caso de Centroamrica, otro fenmeno interesante fue comentado y discutido ampliamente durante los talleres de cartografa que realizamos en El Salvador, Costa Rica, Guatemala, Honduras y Nicaragua: la existencia de inconsistencias entre el nmero total de boletas que se contabilizan en escrutinios simultneos de distintos tipos. Como bien lo destac Oscar Hernndez en nuestro seminario de geografa electoral en San Jos, las "discrepancias" en los totales de votos recibidos en las elecciones presidenciales, legislativas y municipales de Costa Rica, por mnimas que stas sean, en teora no deberan existir. Tras un animado debate con los especialistas y funcionarios del TSE que estaban presentes, sealamos que, lo que realmente sera preocupante es que estas inconsistencias llegaran a tener una incidencia concreta sobre los resultados electorales de algunos distritos o juntas receptoras de votos. Para explorar esta posibilidad, se construy durante el taller de cartografa un mapa que relaciona el nmero absoluto de "discrepancias" con el nmero absoluto de votos que le otorgaron efectivamente la victoria a los contendientes en las distintas circunscripciones electorales, visualizando aquellas pocas que efectivamente pudieron ser problemticas. Debates similares se desarrollaron tambin en los otros pases de Centroamrica, donde las inconsistencias de los resultados electorales son, como era de esperarse, mucho ms importantes y problemticas. Por ello, cabe destacar lo que se propuso a menudo a modo de conclusiones, aunque esta hiptesis no satisfaciera siempre al conjunto de especialistas presentes, cada vez ms preocupados y exigentes con la calidad de los procesos y la exactitud de los resultados electorales: que lo que realmente importa no es la existencia de irregularidades -hasta cierto punto incompresibles, ya que tambin se dan en las democracias ms antiguas y consolidadas del mundo- sino su amplitud, evolucin y proporcin precisas -y si stas tienen una incidencia concreta sobre los resultados polticos de las contiendas electorales-. En otras palabras, ms que exigirles a los datos que tengan una fiabilidad del 100% para no desecharlos en bloque, nuestra tarea como investigadores consiste en establecer con precisin su confiabilidad y sus limitaciones concretas, en vistas de contribuir a un conocimiento ms riguroso de los procesos de transicin y consolidacin democrticas. Dentro de esta ptica, tampoco sobra mencionar las reacciones de los funcionarios y especialistas de los distintos tribunales electorales de Centroamrica que participaron en estos seminarios. Sin excepcin, fueron todos totalmente abiertos, receptivos y sensibles a las crticas, explorando las razones a las que se pudieran deber y comprometindose a referirlas a los magistrados e instancias competentes, en vistas de investigar las irregularidades. Ello ilustra el ambiente de apertura y pluralismo en el que se desarrollan hoy en da los debates sobre las elecciones en Centroamrica, con la participacin activa de especialistas y representantes de muchos sectores sociales y polticos. Muestra, a su manera, los avances sustantivos y alentadores de la democratizacin en el istmo, independientemente de su grado institucional de consolidacin. El difcil aprendizaje de la gobernabilidad democrtica [conclusin] Veinticinco aos despus del inicio de las transiciones, los avances "formales" de la democracia en Centroamrica son innegables, pero sus posibilidades de consolidacin a ms largo plazo se ven comprometidas por resultados econmicos y sociales limitados. En este contexto, el multipartidismo y la separacin de los poderes se convierten fcilmente en los ingredientes de una crisis de gobernabilidad. Sirva de ilustracin el conflicto que marc la vida poltica nicaragense entre 2004 y 2005, despus de que el ex presidente liberal, Arnoldo Alemn, pactara con su adversario sandinista, Daniel Ortega, el blocaje sistemtico del ejecutivo desde el congreso, con el objetivo de destituir al presidente Bolaos. La situacin slo pudo normalizarse despus de otro pacto, sellado al margen de las instituciones, esta vez entre el gobierno y los sandinistas... En El Salvador, el espritu de concertacin que prevaleci bajo la presidencia de A. Cristiani -permitiendo que se firmara la paz en 1992-, tambin se agot durante el mandato de A. Caldern Sol (1995-1999). El dialogo se dificult notablemente durante la gestin de F. Flores (1999-2004), para desembocar finalmente en una confrontacin abierta durante las campaas presidenciales de 2004, y legislativas y municipales de 2006. En Guatemala, para terminar, la ausencia de disciplina de partido, as como el "nomadismo" de los diputados, acentan la fragmentacin del Congreso. Y los presidentes sucesivos tienen que negociar constantemente con grupos de la ms diversa ndole: desde 2004, ms de 40 de los 158 legisladores guatemaltecos abandonaron la formacin con la que haban sido electos, para sumarse ya sea a la alianza gubernamental, ya sea a la oposicin. Pero hasta en los pases ms estables de la subregin, la democracia enfrenta retos importantes: declive de los bipartidismos y erosin de las lealtades tradicionales, desaparicin de los clivajes ideolgicos, ausencia de programas, reaparicin de la poltica carismtica e incremento de la corrupcin. La ltima campaa electoral hondurea -que culmin el 27 de noviembre 2005 con la eleccin del liberal Manuel Zelaya- estuvo dominada por los ataques personales y por un debate fuertemente enfocado en... la inseguridad. Finalmente, la crisis costarricense tambin cuestiona la democracia ms antigua del Istmo. Ms all de los cargos presentados en contra de los hombres que gobernaron el pas entre 1990 y 2002, las elecciones de 2006 confirmaron el aumento del abstencionismo y la prdida de legitimidad de los dos principales partidos polticos, que se haban alternado en el poder desde 1986. Para terminar, cabe resaltar que la ciudadana sigue siendo un concepto ambivalente en la subregin, as como un fenmeno frgil y reciente. Si bien se pueden registrar innegables progresos en sus vertientes polticas, sus dimensiones civiles y sociales no mejoraron sensiblemente, cuando no retrocedieron. Despus de haberle apostado todo al libre comercio y al mercado, los centroamericanos tendrn que responder a una pregunta crucial para su futuro inmediato: Se puede consolidar una democracia sin dotarla de instituciones publicas slidas, que garanticen la seguridad fsica y permitan la integracin social de las mayoras, su acceso a la salud, a la educacin, a la justicia -o dicho de otra manera- sin construir un autntico Estado de derecho? Lo cierto es que, en esta ltima eleccin guatemalteca, el interior del pas se moviliz cmo nunca antes. La leccin es muy clara, no es posible ganar un proceso electoral en base a una simple estrategia de marketing poltico. Es necesaria la capacidad de movilizacin, la capacidad de pactar con los lderes de clanes, caciques y caudillos locales. Pero por sobre todo, qued claro que hay dos Guatemalas, una urbana que no recuerda los excesos de las dictaduras militares, y otra rural, que no perdona el peso de la bota militar. El reto de la futura administracin Colom es desarrollar polticas pblicas que impidan esta fragmentacin del pas, dgase en pocas palabras, crecimiento econmico y redes de seguridad que hagan llegar a los marginados, los efectos del mercado libre. En teora, el voto es el resultado de la confrontacin de una demanda poltica ciudadana con una oferta poltica partidista, una respuesta individual a una pregunta cerrada. Pero las contiendas electorales no solamente constituyen consultas multitudinarias, que manifiestan la correlacin de fuerzas entre los distintos grupos que compiten por el poder. Ponen en juego la seleccin, la permanencia, la renovacin y la legitimidad misma de los gobernantes, confirindole un peso cuantificable y un poder de decisin a los proyectos polticos de los diversos sectores organizados que conforman las sociedades. Revelan, asimismo, un complejo conjunto de lealtades, intereses e identidades colectivas territorializadas, fuertemente estructuradas y articuladas en los distintos niveles de la geografa poltica. Rovira Mas, Jorge 2001 - Se debilita el bipartidismo?, En Rovira Mas, Jorge (ed.) 2001 - La democracia de Costa Rica ante el siglo XXI, San Jos, Ed. de la Universidad de Costa Rica, Friedrich Ebert Stiftung, pp. 195-232 ; Seligson, Mitchell 2001 - Problemas en el paraso? La erosin en el apoyo al sistema poltico y la centroamericanizacin de Costa Rica 1978-1999, En Rovira Mas, Jorge (ed.) 2001 - La democracia de Costa Rica ante el siglo XXI, San Jos, Ed. de la Universidad de Costa Rica, Friedrich Ebert Stiftung, pp. 87-120 ; Lehoucq, Fabrice 2005 - Trouble in the Tropics: Two-Party System Collapse and Institutional Shortcomings in Costa Rica, Journal of Democracy, Julio de 2005. Vase al respecto "Problemas en el paraso: Hacia el fin de la excepcin costarricense?", en Explorando los territorios del voto en Centroamrica, CEMCA, IHEAL, BID, en prensa. Asimismo, como se sostiene en un estudio reciente de Ciska Ravents, Olman Ramrez, Marco Vinicio Fournier, Ana Lucia Gutirrez y Ral Garca, la composicin sociolgica de los sectores abstencionistas es fluctuante y heterognea, mucho ms compleja y voltil de lo que se haba pensado hasta la fecha, lo que contrasta con las dinmicas espaciales, sorprendentemente estables, del fenmeno. Al respecto, vase la ponencia Participacin y abstencin electoral en Costa Rica, presentada por Olman Ramrez y Ciska Ravents en el I Seminario-taller de geografa poltica y cartografa electoral de Costa Rica, IHEAL, CEMCA, Instituto de Investigaciones Sociales-Escuela de Ciencias Polticas-Escuela de Geografa-Universidad de Costa Rica, 18 de noviembre de 2004, San Jos. Vase al respecto "La paradoja hondurea: Por qu los marginados votan tanto en Honduras?", en Explorando los territorios del voto en Centroamrica, CEMCA, IHEAL, BID, en prensa Vase al respecto "El legado electoral de la Revolucin: Las bases territoriales del voto y del sandinismo en Nicaragua", en Explorando los territorios del voto en Centroamrica, CEMCA, IHEAL, BID, en prensa. Vase al respecto "La geografa del poder poltico en El Salvador de la post-guerra civil: El voto revolucionario del FMLN y los castillos de ARENA", en Explorando los territorios del voto en Centroamrica, CEMCA, IHEAL, BID, en prensa. Vase al respecto "El mosaico guatemalteco: Tendencias territoriales del voto, pulverizacin partidista y etnicidad en una sociedad altamente fragmentada", en Explorando los territorios del voto en Centroamrica, CEMCA, IHEAL, BID, en prensa. Diego Achard et Luis Gonzlez (coords.), Un desafo a la democracia. Los partidos polticos en Centroamrica, Panam y Repblica Dominicana, BID, IDEA, OEA, San Jos, 2004 ; Mark Payne, Daniel Zovatto, Fernando Carrillo, Andrs Allamand, La poltica importa. Democracia y desarrollo en Amrica Latina, BID, IDEA, Washington, D.C., 2003. El grado de estructuracin territorial, tal como lo definimos y utilizamos en el marco de esta investigacin, es la correlacin Pearson entre dos elecciones sucesivas, a nivel municipal y cantonal. Un incremento de dicha correlacin para el FSLN (en Nicaragua) indica que este partido tiende a obtener sus mejores resultados en los mismos municipios, entre las dos elecciones sucesivas. En cambio, el declive de dicha correlacin para el PLN (en Costa Rica) indica que la distribucin espacial del voto de ese partido se parece cada vez menos, lo que indica un proceso de fragmentacin de las bases territoriales de dicho partido a nivel cantonal. Sonnleitner, Willibald 2003 - Dmocratisation lectorale, violence rvolutionnaire et indianit. Elments pour une sociologie rgionale de la transition politique dans les Hautes Terres du Chiapas, Mexique (1988-2001), Tesis de doctorado, Universidad de la Sorbona-Pars III, Pars. Oscar Hernndez: "Discrepancias en los totales de votos recibidos en las elecciones nacionales (1974-1998)", ponencia presentada durante el I Seminario-taller de geografa poltica y cartografa electoral de Costa Rica, IHEAL, CEMCA, Instituto de Investigaciones Sociales-Escuela de Ciencias Polticas-Escuela de Geografa-Universidad de Costa Rica, 18 de noviembre de 2004, San Jos. Comentarios al artículo...
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