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“Lo siguiente es un resumen razonable de los principales componentes del florecimiento de la literatura sobre el desarrollo en los primeros aos de la posguerra.”
Peter T. Bauer
LUNES, 21 DE ENERO DE 2008
Comments Peter Bauer, pionero en la economa del desarrollo, fue el primer ganador del Premio Milton Friedman al Avance de la Libertad, otorgado por el Cato Institute. sta es una trascripcin de su ensayo Remembranza de estudios pasados: Volviendo sobre los primeros pasos, publicado en 1984. Lo siguiente es un resumen razonable de los principales componentes del florecimiento de la literatura sobre el desarrollo en los primeros aos de la posguerra[1] . El comercio exterior en el mejor de los casos es ineficaz para el progreso econmico de los pases menos desarrollados (PMD), y con frecuencia es daoso. En lugar de ese comercio, el progreso econmico de los PMD depende de aportaciones amplias de capital a fin de habilitar recursos para infraestructura, para el crecimiento rpido de la industria manufacturera y para la modernizacin de sus industrias y sociedades. El capital que se precisa no se puede generar en los propios pases menos desarrollados debido a la limitacin inflexible e inexorable de los ingresos bajos (el crculo vicioso de pobreza y el estancamiento), reforzada por el efecto de demostracin internacional y por la falta de oportunidades de inversin privada rentable en los pases pobres con mercados locales limitados por su propia naturaleza... El atraso general, la apata econmica y la falta de iniciativa son casi universales dentro del mundo menos desarrollado. Por lo tanto, si se desea lograr un progreso econmico significativo, los gobiernos tienen que desempear una funcin tanto indispensable como integral en cuanto a llevar adelante los cambios crticos y en gran escala necesarios para derribar los obstculos formidables que se alzan al crecimiento e iniciar y sostener el proceso de crecimiento. Esas ideas se convirtieron en la esencia de la corriente principal de la literatura acadmica del desarrollo, la que a su vez ha servido como base de las polticas nacionales e internacionales desde entonces. Incluso cuando algunos elementos de esa esencia han desaparecido de los escritos ms acadmicos, han seguido dominando el discurso poltico y pblico, lo que constituye un ejemplo de los efectos que an subsisten de ideas descartadas. Mis primeras investigaciones de cuestiones econmicas en los pases menos desarrollados no fueron inspiradas por esos temas, en realidad estuvieron desconectadas por completo de ellos[2] . Llegu a ese campo general a travs de dos estudios: uno de la industria del caucho del Asia Sudoriental, y el otro acerca de la organizacin del comercio en lo que fuera el frica Occidental britnica. Dediqu ms de diez aos a esos estudios durante las dcadas de 1940 y 1950, cuando permanec durante perodos sustanciales en cada una de esas regiones. Lo que vi estaba en desacuerdo por entero con los componentes del consenso que comenzaba a apuntar de la corriente principal de la economa del desarrollo anunciada arriba. Mis indagaciones y observacin de la vida econmica, social y poltica en esas dos regiones principales provocaron en m un inters perdurable por la economa del desarrollo en general. Aunque mis ideas han evolucionado mucho desde la terminacin de esos estudios, no se han acercado ms a las doctrinas de la ortodoxia del desarrollo de los aos 1950, ni a su subsiguiente modificacin. I Incluso antes de poner pie en el Asia Sudoriental y en el frica Occidental ya saba que muchas de sus economas haban avanzado con rapidez (aun cuando eran colonias!). Despus de todo, no era preciso haber recibido instruccin en economa del desarrollo para saber que antes de 1885 no haba un solo rbol del caucho en Malaya, ni un solo cacaotero en el frica Occidental britnica. Para la dcada de 1930 haba millones de acres sometidos a estos y otros cultivos de exportacin en una gran parte propiedad de gentes no europeas y explotados por ellas. Pero si bien era conocedor de esto y de bastantes otras cosas ms acerca de las condiciones locales, de todos modos me sorprendi mucho lo que vi, inclusive la extensa transformacin econmica que estaba teniendo lugar en amplias zonas y el vigor de la vida econmica que estaba teniendo lugar en amplias zonas y el vigor de la vida econmica de muchas de las poblaciones locales. En Malaya (hoy Malasia), por ejemplo, la actividad econmica de las numerosas municipalidades y grandes poblados, las excelentes comunicaciones y la evidente prosperidad de grandes sectores de la poblacin no europea reflejaban un mundo totalmente diferente de la Malaya vaca en gran parte y econmicamente atrasada del siglo XIX. Los resultados de cambios un tanto similares, aunque menos extensos, tambin eran manifiestos en el frica Occidental, sobre todo en Nigeria Meridional y en la Costa de Oro (hoy Ghana). Cmo era posible todo esto si haba algo de sustancia real en las ideas centrales de la contempornea economa del desarrollo? En las primeras etapas las aportaciones locales de capital fueron mnimas. En el Asia Sudoriental, sin embargo, el mercado de exportacin de caucho (y en menor escala otros productos como el estao) atrajo la inversin de las empresas europeas, en particular para fines de explotacin de plantaciones caucheras en la selva vaca hasta entonces. En aquellos lugares donde el suministro de mano de obra local era insuficiente, como en Malaya y Sumatra, las empresas occidentales organizaron y financiaron la contratacin e inmigracin en gran escala de trabajadores analfabetos, procedentes sobre todo de China y la India. Las actividades de las empresas occidentales propiciaron secuencias inesperadas. Por ejemplo, el comercio de caucho atrajo a los negociantes chinos, algunos de los cuales iniciaron sus propias plantaciones, en tanto que otros llevaron semillas y bienes de consumo a la poblacin indgena de Malaya y de las Indias Holandesas (hoy Indonesia). Esos negociantes, en consecuencia, alentaron a la poblacin local a plantar rboles del caucho y a producir para el mercado. Para fines de la dcada de 1930, ms de la mitad de la superficie dedicada al cultivo del caucho en el Asia Sudoriental era propiedad de los asiticos. Esa superficie representaba los resultados de la inversin directa pese a los ingresos inicialmente bajos[3] . La historia fue un tanto diferente en el frica Occidental. En esa regin haba (y hay) plantaciones de propietarios no europeos. La amplia zona cultivada con cacao, man, algodn y nuez de cola ha sido ocupada por fincas establecidas y operadas por africanos y de su propiedad. El cuantioso capital absorbido fue facilitado en parte por empresas mercantiles europeas que financiaron a comerciantes locales, y en parte mediante la inversin directa de africanos, esta ltima en casos importantes llevada a cabo por agricultores emigrantes en regiones muy alejadas de sus lugares de origen. En todo esto fue crucial la funcin que desempearon los comerciantes; Sir Keith Hancock ha calificado con toda justeza al frica Occidental el campo sin explorar de los comerciantes. stos facilitaban bienes de consumo e insumos de produccin y proporcionaban los establecimientos de distribucin para los cultivos comerciales. Sus actividades estimulaban la inversin y la produccin. La funcin desempeada por los que se sola llamar bienes de induccin expresin que era familiar en otros tiempos pero que ahora rara vez se encuentra en la literatura moderna del desarrollo- fue notable. La secuencia mostr lo impropio del concepto del efecto de demostracin internacional, la idea de que el acceso a los bienes de consumo baratos, en especial de los importados, retarda el desarrollo en los pases menos desarrollados al aumentar la propensin a consumir de las poblaciones locales. El rpido progreso econmico general en esas zonas, del cual la formacin de capital en gran escala en la agricultura por la gente local fue un componente principal, no se puede armonizar con la idea del crculo vicioso de pobreza y estancamiento. Hubiera sido una casualidad extravagante que se hubiera dado el caso de que yo me hubiera encontrado en las dos nicas regiones del mundo menos desarrollado donde la gente se las hubiera arreglado para eludir los imperativos de una ley de economa. En realidad, por supuesto, el concepto del crculo vicioso de la pobreza, de que la pobreza se perpeta a s misma, la desmienten las pruebas de todo el mundo desarrollado y menos desarrollado y, de hecho, la existencia misma de los pases desarrollados. Ese concepto no lo rescata la sugerencia, examinada con toda minuciosidad desde la dcada de 1950, de que la produccin de bienes para exportacin dio por resultado meramente la creacin de enclaves operados por los occidentales sin beneficio para la poblacin local. Segn ya he expuesto, una gran parte de la produccin, y en ocasiones toda ella, estuvo (y sigue estando) en manos de la gente local. Lo mismo cabe decir de las actividades de comercio y transporte. De haber sido esto de otro modo, el desarrollo de los cultivos de exportacin no hubiera transformado las vidas de la gente local como lo ha hecho. En esas regiones, al igual que en muchas otras, el avance econmico generalizado ha posibilitado que la poblacin mayor viva ms aos y con niveles de vida ms elevados. El disponer de una infraestructura desarrollada no fue una condicin previa para el surgimiento de los principales cultivos comerciales en el Asia Sudoriental y en el frica Occidental. Como tambin ha ocurrido con frecuencia en otras partes, las instalaciones conocidas como infraestructura fueron desarrolladas en el curso de la expansin de la economa. Es ajeno a la historia el prever y elaborar una infraestructura costosa como el cimiento necesario para el avance econmico. Un nmero incontable de gentes desempe a menudo el comercio y el transporte los servicios asociados usualmente con la infraestructura creada con intensidad de capital. Por ejemplo, el transporte humano y animal, los contactos entre los numerosos comerciantes y las largas cadenas de intermediarios fueron sustitutos parciales pero eficaces de las carreteras y los sistemas de comunicacin costosos. II La experiencia histrica que he sealado (y que tuvo su contraparte en muchos pases menos desarrollados) no fue el resultado de la conscripcin de la gente ni de la movilizacin forzada de recursos. Tampoco fue el resultado de la modernizacin obligatoria de actitudes y comportamiento, ni de la industrializacin en gran escala patronizada por el estado, ni de ninguna otra forma de empujn enrgico. Y no fue originada por el logro de la independencia poltica, ni por la inculcacin en la mente de la gente local del concepto de la identidad nacional, ni por la provocacin del entusiasmo de la masa a favor del concepto abstracto del desarrollo econmico, ni por cualquier otra forma de revolucin poltica o cultural. No fue el resultado de esfuerzos conscientes dirigidos a crear una nacin (como si las personas fueran ladrillos sin vida, que se pueden mover de un lado para otro por algn maestro de obras), ni tampoco de la adopcin por los gobiernos del desarrollo econmico como una meta o dedicacin formal de poltica. Lo que ocurri fue en gran medida el resultado de las reacciones voluntarias individuales de millones de personas ante las oportunidades que surgan o se expandan creadas en su mayor parte por los contactos externos y que se seal a su atencin de muy diversas maneras, principalmente a travs de la operacin del mercado. Un gobierno firme pero limitado posibilit el que se produjera esa serie de circunstancias, sin grandes erogaciones de fondos pblicos y sin recibir cuantiosas subvenciones externas. La ndole de esas reacciones me descubri, a su vez, lo hueco de varios estereotipos estndar. Fue evidente que la gente comn de los pases menos desarrollados no era insensible, rgidamente constreida por la costumbre y el hbito, econmicamente tmida, miope por su propia naturaleza y deficiente en general en iniciativa. En una dcada o dos, el campesinado analfabeto del Asia Sudoriental plant millones de acres de cultivos comerciales desconocidos hasta entonces, caucho y cacao, que habran de ver transcurrir cinco aos para llegar a ser productivos. Los cambios voluntarios en la conducta, actitudes y motivaciones de numerosas personas, que en muchos casos entraaron sacrificar tiempo de recreo y la modificacin de relaciones personales, posibilitaron el que se aportaran cuantiosos volmenes de inversin directa para lograr ese resultado. Sin embargo a los malayos, indonesios y africanos figuraban precisamente entre los que se describa (y en ocasiones todava lo son) como incapaces de considerar perspectivas a largo plazo o de crear capital, y de estar trabados por la costumbre y el hbito. El establecimiento y explotacin de terrenos que producen cultivos comerciales son actividades empresariales. Como tambin lo son las actividades omnipresentes de comercio y transporte de la gente local. Esto invalida el argumento de que los pases menos desarrollados carecen de aptitudes y actitudes empresariales. En realidad se hallan presentes a menudo, pero asumen formas que estn en armona con los atributos e inclinaciones de la gente y con las condiciones y oportunidades locales. En muchas partes del mundo menos desarrollado hay pruebas de mucha iniciativa y de aceptacin de riesgos, con frecuencia en pequea escala individual, pero en manera alguna restringida a la agricultura y el comercio. La contribucin al desarrollo econmico aportada por los numerosos empresarios en escala pequea y grande (agricultores, comerciantes, industriales y otros) pone de relieve el historial triste en general de los esfuerzos empresariales de los gobiernos de los pases menos desarrollados, financiados con demasiada frecuencia a gran costo de los ingresos fiscales obtenidos de la imposicin de gravmenes a los productores de cultivos comerciales. A menudo se sostiene en la literatura sobre el desarrollo, en apoyo de la supuesta necesidad de un extenso control y direccin estatales de la economa de muchos pases menos desarrollados, que sus poblaciones carecen de empresarios. Si la gente de un pas determinado careciera en verdad de capacidad o inclinaciones empresariales, es difcil ver cmo los polticos y los funcionarios pblicos podran compensar la diferencia. En el mundo menos desarrollado, la disposicin a incitarse uno mismo a asumir riesgos en el proceso no se limita a los empresarios en el sentido aceptado del trmino. Cientos de miles de gente rural sin tierras, sumamente pobre, ha emigrado miles de kilmetros para mejorar su destino. Es bien conocida la emigracin en gran escala de la China Sudoriental y la India Meridional a Fiji, Malaya y las Indias Holandesas. En mi trabajo pude mostrar que gentes analfabetas muy pobres estaban bien informadas acerca de las condiciones econmicas existentes en pases lejanos y extraos y que reaccionaron de manera inteligente a las oportunidades que percibieron[4] . III Cuando comenc mi trabajo, las ideas que estaban surgiendo acerca del desarrollo econmico atribuan importancia decisiva a la relacin entre el nmero de habitantes por una parte, y los recursos disponibles tierra y otros recursos naturales, as como capital- por la otra. Dado el tamao de la poblacin, los recursos fsicos era todo lo que importaba. Aparte de las diferencias de edad y sexo, se vea a la gente como un factor homogneo desde un punto de vista econmico. La nica salvedad parcial se proporcionaba en el nfasis creciente que se pona en las diferencias humanas resultantes del capital representado en la gente. Mi escepticismo con respecto a ese enfoque se vio reforzado pronto y con amplitud por lo que vi en el Asia Sudoriental. Las diferencias en desempeo econmico y, por ende, en realizaciones positivas entre los grupos fueron evidentes de inmediato, en verdad sorprendentes. Tal vez la demostracin ms clara de que a la gente, incluso con el mismo nivel de instruccin, no se le puede tratar como si fuese uniforme en el contexto econmico que se iba a encontrar en esa regin. Muchas plantaciones caucheras llevaban registros de la produccin diaria de cada sangrador y establecan una distincin entre la produccin de los trabajadores chinos y los indios. La produccin de los chinos era usualmente ms del doble de la de los indios, aunque todos ellos utilizaban el mismo equipo sencillo de cuchillo de sangrar, taza de ltex y cubeta. Haba diferencias similares o incluso ms amplias entre los pequeos propietarios chinos y malayos cuando visit propiedades pequeas en Malaya en 1946. Las acentuadas diferencias entre los chinos y los indios no se podan atribuir a las caractersticas especiales que poseen a menudo los inmigrantes, ya que ambos grupos eran inmigrantes recientes. La gran mayora tanto de indios como de chinos se compona de peones sin instruccin, de modo que las diferencias en su desempeo no podran explicarse en trminos de diferencias en la formacin de capital humano. No slo prcticamente todos los chinos haban sido inmigrantes muy pobres, sino que tambin estuvieron sujetos a una extensa discriminacin adversa por la administracin britnica y por los gobernantes malayos locales. Por supuesto, las diferencias entre grupos no se limitaron a conocimientos en el sangrado de caucho o a otros aspectos de la produccin de caucho. Fueron generalizadas en todos los sentidos en las economas locales en lo que se refiere al establecimiento y administracin de plantaciones y minas de empresas industriales y comerciales. Esas diferencias no fueron resultado de disparidades en los recursos iniciales de capital de los grupos. De hecho esas diferencias significaron, por supuesto, que los varios grupos aportaron contribuciones muy diferentes a la formacin de capital. Esas contribuciones, a su vez, fueron condicionadas no slo por las disparidades en productividad sino tambin por diferencias en preferencias y motivaciones personales y disposiciones sociales. Yo habra de encontrar fenmenos similares en el frica Occidental, el Oriente, la India y otras partes. No debera haberme sorprendido tanto de lo que encontr. Despus de todo, era conocedor de las acentuadas diferencias en desempeo econmico existentes entre los diversos grupos culturales como una caracterstica de mucha de la historia econmica, y del hecho de que los grupos que eran objeto de discriminacin con frecuencia eran especialmente productivos y tenan xito en sus empeos. Mi inadvertencia temporal es probable que se debiera a que sucumb al punto de vista prevaleciente a la sazn de que el mundo menos desarrollado recin descubierto por los economistas occidentales era un tanto diferente. Tambin fui vctima del concepto de la importancia primaria y suprema de los recursos fsicos (incluido el capital) como factores determinantes de los ingresos reales, un perodo breve de aberracin en el que hice caso omiso de lo que saba de historia econmica. Y, al igual que a otros, puede que me hayan confundido las cifras de los ingresos medios calculadas para la poblaciones enteras sin tener en cuenta la composicin tnica (y an ms, ni la edad). Pudiera sealar aqu que muchos millones de pobres del Tercer Mundo hoy, al igual que en el pasado, tienen acceso a tierra cultivable, y tambin que las relaciones convencionales mano de obra-tierra carecen de sentido. Grupos como los aborgenes, pigmeos y varias tribus africanas son casos extremos de pobreza entre tierra abundante. Incluso en la India, mucha tierra es clasificada oficialmente como incultivada pero utilizable. El reducido tamao y la baja productividad de muchas fincas del Tercer Mundo reflejan sobre todo la falta de ambicin, energa y aptitud, no carencia de tierra y capital. En cualquier caso, comprend con claridad que el concepto de tierra inclutivable es engaoso, toda vez que su posibilidad de cultivo depende en alto grado de las cualidades econmicas de la gente as como de las polticas oficiales que afectan a la utilizacin de la tierra. Ejemplos de este ltimo argumento son las polticas de precios de los gobiernos, el control de la inmigracin y la entrada de capital, y las condiciones en que se facilitan las tierras estatales[5] . La realidad e importancia de las diferencias de los grupos en el desempeo econmico no se pueden refutar, aunque el examen de ellas ha sido un tema en gran medida tab en la literatura del desarrollo de la posguerra. El tema est virtualmente proscrito en la profesin, aun cuando esas diferencias sirven como puntos importantes en los programas de poltica oficial, como ocurre en Malasia y en otras partes. El examen de las razones de las diferencias de los grupos en desempeo y su probable persistencia sera especulativo y el razonamiento econmico no es informativo con respecto a esas cuestiones, pero esto no constituye una excusa para el descuido sistemtico de las diferencias entre los grupos por los economistas. Esas diferencias son a todas luces pertinentes para la evaluacin de la situacin y en perspectivas econmicas en los pases del Tercer Mundo (y tambin de otras partes), y para el concepto de repercusiones de la presin de la poblacin. De esto tambin se sigue que la relacin entre desarrollo econmico y crecimiento de la poblacin no se puede examinar con sensatez simplemente sobre la base de cifras y recursos. IV Consideraciones como las expuestas hasta ahora han fortalecido mi renuncia a tratar de formular una teora del desarrollo econmico, y tambin mi rechazo de teoras basadas ya sea en etapas consecutivas de la historia o en el tipo convencional de modelo de crecimiento. Lo inadecuado de esas teoras lo revela en cualquier caso su incapacidad para explicar este fenmeno bien autenticado del descenso econmico (ya sea absoluto o relativo). Por otra parte, el desarrollo econmico no es sino una faceta de la historia de una sociedad, y los intentos de formular teoras generales hasta ahora han sido conspicuamente infructuosos, aun cuando muchas mentes distinguidas han abordado la cuestin. No es sorprendente que algunos de esos intentos hayan producido conocimientos informativos claros, pero ninguno de generalidad suficiente como para servir de base a una teora del desarrollo. En el contexto econmico ms estrecho, encontr que el enfoque incorporado a los modelos de crecimiento convencionales era poco til e incluso engaoso. El enfoque se concentra en variables independientes que llegu a saber carecan de importancia. De nuevo, ese enfoque hace caso omiso de la accin recproca entre las variables elegidas y los parmetros. As, los modelos toman un estado de hecho factores tan decisivos como la situacin poltica, las actitudes de la gente y el estado de conocimientos[6] . Los intentos de incrementar las existencias de capital por ejemplo, mediante la tributacin especial o restriccin de las importaciones- afectan en gran medida a estos y otros factores tratados como parmetros y tienen repercusiones que, en forma caracterstica contrarrestan con creces los efectos en el desarrollo que pudieran derivarse de cualquier incremento en el capital. Esas deficiencias son aparte de los problemas bsicos del concepto y medicin del capital y de la distincin entre inversin y consumo. Esa distincin es especialmente nebulosa en las condiciones de los pases menos desarrollados, donde la utilizacin de bienes de induccin a menudo da por resultado el mejoramiento del desempeo econmico y el consumo es as complementario, en lugar de competitivo, del ahorro y la inversin. En la economa del desarrollo ha predominado un enfoque agregativo y cuantitativo desde la Segunda Guerra Mundial. Puede que ese enfoque haya sido inspirado por los modelos de crecimiento que se limitan a agregados como el capital, el trabajo y el consumo. La aceptacin de ese enfoque general ha tenido el confortante corolario de que la economa de un pas menos desarrollado se poda estudiar sobre la base de estadsticas fcilmente asequibles, y tambin que era legtimo prescindir en general de la observacin directa y de la informacin no cuantitativa. Ese abandono ha dado lugar a su vez a la aceptacin incondicional de las estadsticas disponibles. En mucho de la economa del desarrollo se han pasado por alto sesgos muy grandes en las estadsticas del ingreso internacional, as como cambios en la incidencia de stas en el curso del tiempo. De nuevo, en las estadsticas empleadas en la economa del desarrollo, la formacin directa del capital en la agricultura se ha subvaluado o, con ms frecuencia, se ha omitido por completo. Sin embargo, esa forma de formacin de capital es cuantitativa y cualitativamente importante en el avance desde las actividades de subsistencia en gran medida caractersticas de muchos pases menos desarrollados. Tal vez ms grave en sus repercusiones ha sido la falla en reconocer esa modalidad de formacin de capital en los anlisis del crecimiento econmico y por ende en las propuestas para promover el crecimiento. As, se han formulado a menudo polticas fiscales para acelerar la formacin de capital sin reconocer sus efectos necesarios en la formacin directa de capital en la agricultura. En la prctica, los resultados adversos de esa inadvertencia se han visto agravados por el hbito, alentado a s mismo por el enfoque agregativo, de hacer caso omiso de los precios como determinantes de las actividades econmicas[7] . La utilizacin de estadsticas ocupacionales presenta algunos ejemplos instructivos de la dependencia impropia de los datos asequibles y del descuido, incluso la atrofia, de la observacin directa. Las estadsticas ocupacionales daban a entender que en los pases menos desarrollados casi toda la poblacin estaba dedicada a la agricultura. Ese, por ejemplo, era un tema de los informes oficiales sobre el frica Occidental y de la literatura basada en ellos que consult antes de mi primera visita. El comercio y el transporte apenas figuraban en el censo oficial o en la obra de Lord Hailey, An African Survey (Londres, 1938). Por lo tanto me sorprendi mucho el volumen de actividades comerciales y el gran nmero de comerciantes que pronto iba a poder observar. Se puso de manifiesto que las estadsticas oficiales inducan a error porque no reflejaban, ni podan reflejar, la especializacin ocupacional incompleta prevaleciente. En unidades familiares clasificadas como agrcolas era usual que algunos miembros comerciaran de manera regular o intermitente, independientemente del sexo y, tambin, en gran medida de la edad[8] . La experiencia del frica Occidental, que a todas luces no era nica, salvo tal vez en la amplitud de la participacin en el comercio, me llev a examinar y echar abajo la hiptesis prevaleciente de Clark Fischer en el sentido de que el avance econmico lleva consigo un movimiento progresivo de la mano de obra de la actividad econmica primaria a la secundaria y luego a la terciaria[9] . Mostr que la teora se fundamentaba en estadsticas engaosas, que las actividades terciarias eran un conjunto diverso de actividades unidas slo por el hecho de que su produccin no era material, que no tenan la caracterstica comn de las elasticidades elevadas de la demanda en funcin del insurgimiento de la produccin de subsistencia en los pases pobres, que en el comercio y transporte en pequea escala de los pases menos desarrollados el capital puede sustituirse con facilidad con trabajo, y que careca de fundamento la creencia de que el progreso tcnico era necesariamente ms acentuado en la produccin de bienes que en la de servicios. Se mostr, adems que la agregacin comn de actividades econmicas en tres grupos distintivos careca de valor para el anlisis y para formulaciones sensatas de poltica. Sin embargo, todava sigue vivo el concepto de que la clasificacin tripartita de actividades econmicas no slo es vlida y firme sino que puede servir como base para la poltica. En el contexto general de la economa del desarrollo, los varios ejemplos precedentes de agregacin engaosa son eclipsados por una prctica que todava no he examinado aqu. Es el tratamiento del mundo como si fuesen dos agregados distintos: los pases ricos y en progreso y los pases pobres y en estancamiento. El segundo agregado, y mucho mayor, se compone prcticamente de toda Asia y frica y de toda Amrica Latina. Esta colectividad se ve como ampliamente uniforme, atrapada en un crculo vicioso de pobreza, separada de los pases ricos por una disparidad amplia y creciente en los ingresos, y afligida adems por una relacin de intercambio en deterioro en general en sus transacciones con el otro agregado. De hecho este cuadro no tiene semejanza con la realidad. No hace justicia a la rica variedad de humanidad y experiencia existentes en el mundo menos desarrollado, ni al rpido crecimiento de muchos pases antes pobres, ni a la prosperidad de amplios grupos que se encuentran all. El amontonamiento impropio de todos los llamados pases menos desarrollados ha hecho que resulte ms difcil para los economistas y otros rechazar los conceptos prevalecientes que he sealado al comienzo de este captulo y, por lo tanto, reconocer lo impropio de las formulaciones de poltica derivadas de esos conceptos. Ahora veo con mucha mayor claridad que cuando comenc mis estudios hasta qu punto fue impropia la divisin del mundo en los agregados supuestamente distintos. V En la literatura sobre el desarrollo de los primeros tiempos de la posguerra la actividad comercial se pas por alto en gran medida. Se hizo caso omiso de ella en las estadsticas, en el examen de las perspectivas del desarrollo, en la literatura sobre la planificacin y en los propios planes. Cuando alguna vez se tuvo en cuenta, el examen del comercio se expres tpicamente en trminos peyorativos. Se vea, por ejemplo, como un semillero de imperfecciones y como una fuente o manifestacin de despilfarro. De ello se seguan propuestas de poltica para el reemplazo de los mecanismos de comercio privados mediante el establecimiento del comercio estatal y sociedades cooperativas patrocinadas por el estado. En contraste, la funcin indispensable de los comerciantes, sobre todo en el desarrollo de cultivos comerciales, fue evidente en mis indagaciones tanto en el Asia Sudoriental como en el frica Occidental y en otros pases menos desarrollados que llegu a conocer.
Advert que ya se haba observado a menudo por historiadores econmicos, administradores y otros observadores, que los comerciantes proporcionaban y ampliaban mercados y en consecuencia ensanchaban las oportunidades asequibles a la gente como productores y consumidores[10] . Los comerciantes llevaban bienes nuevos y ms baratos a la atencin de la gente y los ponan a su alcance, proceso que induca a un mejor desempeo econmico. En ocasiones los comerciantes en pequea escala penetraban en zonas antes de que exploradores y administradores hubieran llegado a ellas. Sin las actividades comerciales no poda haber excedente agrcola. Los comerciantes vinculaban a los productores y los consumidores creaban nuevas necesidades y alentaban o incluso posibilitaban la produccin que se precisaba para su satisfaccin. En trminos ms generales, ponan al corriente a la gente del funcionamiento de una economa de intercambio y de las actitudes apropiadas hacia ella. Al extender los horizontes econmicos de la gente y establecer nuevos contactos, las actividades de los comerciantes alentaron a la gente a poner en tela de juicio los hbitos y costumbres existentes y promovieron la erosin no reprimida de actitudes y costumbres existentes incompatibles con el progreso material. Adems, el comerciar ampliamente result ser un semillero de actividades empresariales que se extendieron ms all del propio comercio. De ese modo los comerciantes con iniciativa y exitosos en ocasiones comenzaron o expandieron sus intereses agrcolas (muchos, en cualquier caso, eran agricultores a tiempo parcial). El comercio llev a destacarse a empresarios que se dieron cuenta de las oportunidades econmicas y estaban listos para aprovecharlas. No fue sorprendente que empresas de transporte y manufactureras que funcionaron con xito fueran establecidas a menudo por comerciantes, tanto locales como del exterior. Estos efectos dinmicos de las actividades de los comerciantes fueron omitidos en gran parte en la literatura de la posguerra sobre el desarrollo. La funcin que desempearon los comerciantes en cuanto a lograr una asignacin ms eficaz interregional e intertemporal de la produccin se poda haber reconocido ms ampliamente, pero incluso cuando se reconoci, las actividades de los comerciantes y la organizacin del sistema de comercio fueron sometidas a mucho anlisis y enjuiciamiento crtico que partieron de un concepto equivocado. Por ejemplo, se critic con frecuencia la multiplicidad de comerciantes y la subdivisin vertical de la actividad comercial en numerosas etapas sucesivas. Mostr que esas caractersticas se podan explicar en razn de la relativa escasez de capital y de aptitudes administrativas, de las posibilidades de sustituir el capital en el comercio con trabajo y de la disponibilidad en gran nmero de personas para dedicarse a tiempo parcial o por entero a la actividad comercial. Mis observaciones y anlisis de las actividades y mecanismos comerciales dieron lugar a que economistas y antroplogos hicieran mucho trabajo subsiguiente. El profesor Walter Elkan ha llegado hasta a sugerir que ese trabajo temprano abri el camino para el reconocimiento de la presencia e importancia de lo que ha llegado a denominarse el sector no estructurado en los pases menos desarrollados e inici el estudio de su economa[11] . Adems, mi trabajo me permiti poner al descubierto las fallas subyacentes en propuestas y polticas familiares para reestructurar el sector comercial en los pases menos desarrollados. Esas medidas comprendieron desde la restriccin del nmero de comerciantes y la eliminacin forzada de determinadas etapas en la cadena de distribucin hasta el apoyo en amplia escala del estado al comercio cooperativo y a la supresin de los comerciantes privados y su reemplazo por organizaciones estatales de comercio. La adopcin de tales medidas en varios pases menos desarrollados ha tenido las consecuencias poco sorprendentes de restringir las oportunidades de los productores y consumidores, de afincar la ineficiencia en el sector comercial[12] , y de obstruir el progreso econmico y el ensanchamiento de los horizontes. La mayora de esas llamadas reformas ha causado penalidades generalizadas y ha recluido a mucha gente dentro de la produccin de subsistencia[13] . VI Desde la dcada de 1930, por lo menos, tanto en la literatura popular como la acadmica han condenado las fluctuaciones en los precios de los productos primarios, en especial los producidos en los pases menos desarrollados. Los planes de estabilizacin de productos bsicos han figurado ahora como temas importantes en las agendas por espacio de varias dcadas. Esos planes se han propuesto usualmente como instrumentos para reducir las fluctuaciones de los precios. En la prctica, sin embargo, el objetivo ha sido por lo comn el alza monopolizadora de los precios. Esto es transparente hoy, cuando esos planes se consideran como una forma de transferencia de recursos de Occidente al Tercer Mundo. Pero la intencin monopolizadora ya era clara en los planes de regulacin entre ambas guerras, como la Regulacin Internacional del Caucho, la que yo habra de estudiar con detenimiento y pude documentar que, en tanto que la regulacin del caucho no estabilizaba los precios[14] , s ampliaba las fluctuaciones en la produccin y probablemente tambin en los ingresos del productor. Entre otros efectos desfavorables, impona penalidades a productores potenciales que, en general, eran ms pobres que los beneficiarios. Ulteriormente examin a fondo las operaciones de las juntas de comercializacin oficiales del frica Occidental[15] . A esas organizaciones estatales se les concedi el derecho exclusivo de comprar para la exportacin y de exportar los productos controlados. El propsito proclamado de esas disposiciones fue estabilizar los precios recibidos por los productores e incluso mejorarlos. De hecho pronto se convirtieron en un sistema de pagar a los productores bastante menos que el valor de mercado de sus productos y fueron, en realidad, un instrumento de tributacin onerosa, persistente y discriminatorio. Durante perodos prolongados desestabilizaron los precios al productor y sus ingresos. Seal los principales efectos de esa onerosa tributacin, sobre todo el hecho de que reduca la explotacin de cultivos comerciales y el ahorro privado, obstaculizaba el surgimiento de un campesinado y una clase media de africanos prsperos, y serva como fuente dominante de dinero y padrinazgo para quienes tenan poder poltico. As, de manera paradjica, aunque la estabilizacin se invoca tpicamente como cubierta para el alza monopolizadora de los precios del productor, en este caso se invoc como cubierta para el pago persistente menor del debido a los productores posibilitado por los poderes de monopsonio de las juntas de comercializacin[16] . Mi trabajo acerca de la regulacin del caucho y con respecto a las juntas de comercializacin en conjunto tuvieron varios efectos secundarios. Primero, mostr que es necesario distinguir con claridad la uniformacin de las fluctuaciones de los dems objetivos de los planes oficiales, como el alza monopolizadora de los precios o la tributacin de los productores al pagarles menos de lo debido. Segundo, tambin mostr que incluso si la reduccin de las fluctuaciones era el objetivo genuino de un plan, su puesta en vigencia tropezara con enormes problemas conceptuales y prcticos, entre ellos los de determinar sobre una base actualizada la tendencia de los precios a largo plazo, los de elegir entre la fijacin de precios al productor a discrecin de las autoridades o de conformidad con una frmula anunciada, los de elegir entre la estabilizacin de precios y la estabilizacin de ingresos al productor. Tercero, mi trabajo y la reaccin que produjo en el Profesor Milton Friedman[17] me llev a plantearme la pregunta de si el ejercicio del poder gubernamental era conveniente o necesario para que los productores lograran la estabilizacin de precios o ingresos si sentan la necesidad de ella. Si se desea la estabilizacin de los ingresos disponibles, los productores por su propia cuenta pueden ahorrar reservas a las que pueden recurrir en pocas de adversidad. En caso necesario pueden formar asociaciones voluntarias para ayudarles a alcanzar ese propsito. VII La verdad del dicho francs, rien ne vit que par la dtail, se me grab en el curso de mi trabajo en el Asia Sudoriental y en el frica Occidental. Mucho de ese trabajo puso al descubierto fenmenos y relaciones que no se haban reconocido en grado adecuado en estudios anteriores de esas regiones ni en los textos econmicos ms generales. Enumerar brevemente varias de esas cuestiones que no se han examinado ya en este ensayo; exposiciones ms completas se encuentran en otras partes de mis publicaciones. De todos modos, varios de los asuntos planteados o ilustrados son de alguna significacin e inters generales. El suministro de caucho por los pequeos propietarios se haba presentado comnmente como ejemplo de un caso clsico de una funcin de la oferta inclinada hacia atrs. En realidad era posible establecer no slo que la curva de oferta era ascendente hacia delante sino tambin que esto se reconoca plenamente en la aplicacin de la poltica oficial (por ejemplo, en la imposicin de gravmenes especiales a la exportacin a fin de restringir las exportaciones de los pequeos propietarios de conformidad con la regulacin del caucho). La densidad mucho ms elevada de plantas en las propiedades caucheras pequeas que en las plantaciones sola atribuirse a los mtodos ms primitivos utilizados por los pequeos propietarios. De hecho podra mostrarse que reflejaban diferencias en la disponibilidad de factores de produccin para los dos amplios grupos de productores. Adems, incluso el breve perodo de precio de oferta del caucho no se poda estimar simplemente por referencia a los desembolsos corrientes, sino que tambin tena que incluir la esperada reduccin de ingresos a futuros a travs del consumo corriente de la corteza que contena ltex. Se encontr, tambin, que el costo de produccin variaba mucho con el precio corriente del producto (mucho ms que con la escala de las operaciones). As, el costo de la produccin, y por consiguiente el precio de oferta, dependa en grado significativo de los precios futuros esperados as como de los precios corrientes[18] . Cuando se reconoce que los precios corrientes y presuntos de los productores afectan a los costos, no es legtimo entonces considerar la oferta como independiente de la demanda (como es la prctica estndar en la teora microeconmica). Encontr que las exposiciones estndar de monopolio y de su medicin eran incompletas, incluso engaosas. La regulacin del caucho cubra a mucho miles de productores, ninguno de los cuales controlaba ni siquiera el 2% de los suministros totales de un producto altamente estandarizado ni tena influencia alguna en los precios. La autoridad controladora, por otra parte, se enfrentaba a una demanda mucho menos que perfectamente elstica. Esta combinacin era muy diferente de la situacin que se analiza tpicamente en la teora del monopolio. En el estudio del comercio del frica Occidental, las estadsticas a que tuve acceso me mostraron que el grado de concentracin era sistemticamente ms elevado para productos estandarizados que para productos diferenciados. Esto fue contrario a lo que esperaba encontrar de discusiones contemporneas acerca de la diferenciacin de productos. Tanto en el Asia Sudoriental como en el frica Occidental el nmero de puntos de comercio disminua en forma constante y gradual desplazndose de los centros urbanos hacia las zonas rurales de las afueras. Encontr, sin embargo, que esto no tena relacin sistemtica con la intensidad de la competicin: el grado efectivo de monopolio no se poda predecir con fiabilidad alguna con base en el nmero de comerciantes presentes. El comerciante pequeo de un poblado remoto estaba expuesto a la competicin de muchas fuentes, inclusive de los mercachifles ambulantes y de los agricultores que hacan el papel de comerciantes a tiempo parcial. El nmero de comerciantes, sin embargo, cobraba importancia en cuanto a determinar la fuerza de la competicin siempre que la entrada se restringa oficialmente. Incluso entonces, la diversidad entre los comerciantes (como la diversidad tnica o las diferenciadas en duracin del establecimiento) poda modificar el efecto de los nmeros en la competicin. Que las estadsticas detalladas pueden ser reveladoras para exportar caucho de Malaya. Se poda hacer que stas revelaran tanto el grado de hecho de la restriccin como el precio de oferta muy bajo de grandes cantidades de caucho de los pequeos propietarios. El examen ms detenido de las estadsticas de la produccin total de las plantaciones y las de las compaas registradas localmente revel que las regulaciones del caucho daban a las compaas registradas del Reino Unido un trato ms favorable que a las registradas localmente, y a las plantaciones ms favorables que a las pequeas propiedades. Las estadsticas tambin se podan utilizar para medir el efecto del impuesto sobre las utilidades en exceso del 100% sobre el nivel de produccin. La observacin directa en conjuncin con ciertas series estadsticas, en especial estadsticas del transporte, ayud a poner al descubierto el gran volumen e importancia de la produccin y comercio de nuez de cola en Nigeria, actividades que estaban por entero en manos de africanos y que virtualmente no se hacan notar en publicaciones oficiales ni en otras. De nuevo, el examen detenido del funcionamiento de los controles de la importacin y los precios en el frica Occidental en tiempos de guerra y en la posguerra mostr con claridad que de medidas oficiales aparentemente innocuas podan derivarse consecuencias trascendentales polticas y sociales. VIII Durante los ltimos aos de la dcada de 1950 escrib primero acerca de dos asuntos importantes en la economa del desarrollo: la planificacin integral y la ayuda extranjera. Ms tarde habra de desarrollar mi anlisis y conclusiones cuando esos dos temas llegaron a vislumbrarse con ms amplitud en la literatura acadmica sobre el desarrollo y an ms en las deliberaciones pblicas. Seal entonces que la planificacin central integral desde luego no era necesaria para el avance econmico, era mucho ms probable que lo retardara. No aumentaba los recursos sino que slo los desviaba de otros usos pblicos y privados. Reforzaba la tradicin autoritaria prevaleciente en muchos pases menos desarrollados y tambin divorciaba la produccin de la demanda del consumidor y restringa la gama de eleccin de la gente. Acerca de la ayuda extranjera escrib poco, aparte de decir que no era indispensable para el progreso de los pases pobres y que a menudo serva para suscribir y prolongar polticas sumamente daosas que por lo comn se llevaban adelante en nombre de la planificacin integral[19] . No veo razn para retractarme de las conclusiones y evaluaciones expuestas en esta versin resumida de mis anteriores escritos. Pero s debo reconocer que hice una estimacin equivocada grave. No me percat a la sazn de la importancia generalizada de la politizacin de la vida econmica en los pases menos desarrollados. Excepto en mi tratamiento de las juntas de comercializacin del frica Occidental, era propenso a analizar las repercusiones y efectos ms especficamente econmicos de las medidas de poltica individual sin apreciar en forma adecuada cmo contribuyeron a la politizacin general de la vida en muchos pases menos desarrollados. Para fines de la dcada de 1950 las medidas principales incluan el monopolio estatal de las principales ramas de la industria y del comercio, incluidas las exportaciones agrcolas; la restriccin oficial de premios para desplegar actividades industriales y de otra ndole; la aplicacin de controles sobre las importaciones, exportaciones y las divisas, y el establecimiento de muchas empresas propiedad del estado y explotadas por l, incluidas las llamadas cooperativas apoyadas y operadas por el estado. Varias de esas medidas individuales dieron a los gobiernos control estrecho de los medios de subsistencia de sus sbditos. Esas medidas, cuando se aplicaban de manera simultnea, conferan an mayor poder a los gobernantes. En esas condiciones la adquisicin y ejercicio de poder poltico revistieron importancia suma. Lo que estaba en juego, tanto ganancias como prdidas, en la lucha por el poder poltico aument. Esos elementos intensificaron la incertidumbre, la angustia y la tensin poltica, en especial en los numerosos pases menos desarrollados que comprendan distintos grupos tnicos, religiosos o lingsticos. En consecuencia desviaron las energas y recursos de la poblacin de la actividad econmica hacia el campo poltico. Esos elementos y sus repercusiones se han hecho ms pronunciados y extendidos desde la dcada de 1950. No slo la supervivencia econmica, sino incluso la fsica de gran nmero de gentes han llegado a depender de las decisiones polticas y administrativas. Entre las vctimas han sido conspicuas las minoras tnicas productivas. Lo que yo atisb de manera tenue nada ms en la dcada de 1950 se ha convertido por lo tanto en un tema principal en algunos de mis escritos ms recientes. [1] En mi obra Dissent on Development (Londres: Wiedenfel and Nicolson, 1971, Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1972), passim, en especial los captulos 1 y 2, se presentan referencias detalladas a la literatura sobre el desarrollo de los primeros tiempos. [2] Los resultados de mis estudios se encuentran en las siguientes publicaciones: P. T. Bauer, The Rubber Industry (Cambridge, Mass: Harvard University Press, 1948; Report on a Visit to the Rubber Growing Smallholdings of Malaya, July-September 1946 (Londres: Colonial Office, 1948); West African Trade (Cambridge, Ing.: Cambridge University Press, 1954; Londres: Routledge and Kegan Paul, 1963); Economic Analysis and Policy in Underdeveloped Countries (Durham, N. C.: Duke University Press, 1957, y Cambridge, Ing.: Cambridge University Press. 1958) y en colaboracin con B. S. Yamey, The Economics of Under-developed Countries (Chicago: University of Chicago Press, 1957), y algunos de los ensayos publicados en Markets, Market Control and Marketing Reform (Londres: Weidenfeld and Nicolson, 1968). Quiero dejar bien sentado que desde 1951 he trabajado de manera tan estrecha con Basil Yamey que las ideas que se exponen en este documento son tanto suyas como mas. Es solo por comodidad de la exposicin que no establezco esa distincin en el texto de nuestro trabajo conjunto y el mo propio. [3] La industria de la plantacin de caucho comprende pequeas propiedades, es decir, terrenos de menos de cien acres cada uno, y propiedades grandes de plantacin de ms de cien acres cada una. Las pequeas propiedades, que representan ms de la mitad de la superficie total, son propiedad asitica por entero. Para ahora bastante ms de la mitad de las plantaciones tambin son de propiedad asitica, china en su gran parte. En una comunicacin privada de enero de 1983. W. G. G. Kellet, quien por espacio de muchos aos fue jefe de estadgrafo del International Rubber Regulation Committee y ulteriormente del International Rubber Study Group, situ la actual propiedad asitica en ms del 90%. [4] Vase The Rubber Industry, cap. 15 y append. D, y Economic Analysis and Economic Policy, cap. 1. [5] La distincin entre tierra cultivable e incultivable es arbitraria. Adam Smith seal que se podan cultivar uvas en Escocia. La ndole arbitraria de la distincin la pone de relieve la experiencia en zonas como Holanda, Venecia, Israel y otros pases del Oriente Medio. [6] Segn he observado en otros lugares, estos modelos de crecimiento han sido inspirados por Keynes: Damos como un estado de hecho la aptitud existente y la cantidad de mano de obra disponible, la calidad y cantidad existentes de equipo disponible, la tcnica existente, el grado de competicin, los gustos y hbitos del consumidor, la disutilidad de diferentes intensidades de trabajo y de las actividades de supervisin y organizacin, as como la estructura social. . . (J. M. Keynes, The General Theory of Employment, Interest and Money [Londres: Macmillan, 1936], p. 245). Esta simplificacin drstica es dudosamente apropiada incluso para el anlisis del crecimiento a corto plazo en una economa avanzada. Es del todo impropia para el examen del progreso a largo plazo de los pases menos desarrollados. [7] Vase Economic Analysis and Economic Policy, cap. 2 y The Economics of Underdeveloped Countries, cap. 10. [8] Vase West African Trade, op. cit., cap. 2. [9] Las referencias a los escritos pertinentes de Colin Clark y A. G. B. Fischer se encuentran en Markets, Market Control and Market Reform, caps. 1 y 2, que son versiones revisadas de dos artculos (en colaboracin con B. S. Yamey) publicados en el Economic Journal (diciembre de 1951 y marzo de 1954). [10] Toda vez que me remito a mis observaciones de principios del perodo de la posguerra utilizo el pretrito. Sin embargo, la funcin de los comerciantes todava se aplica en general donde quiera que se les permite operar. Vase West African Trade, op. cit., cap. 2 y Markets, Market Control and Marketing Reform, op. cit., caps. 1 a 3. [11] Walter Elkan y otros, The Economics of Shoe-Shining in Nairobi, publicado en African Affairs, vol. 81, n. o 23 (abril de 1982). [12] Es difcil explicar en retrospeccin por qu se acept casi universalmente como cosa axiomtica en los comienzos de la economa del desarrollo que las empresas cooperativas posean virtudes econmicas tan particulares que deberan gozar de amplio apoyo y proteccin del estado. Una sociedad cooperativa es simplemente una forma de organizacin econmica y, como tal, no tiene acceso de manera inherente a eficiencia superior a la de otros tipos de organizacin, privada o pblica. Si las sociedades cooperativas poseyeran tales atributos, no hubieran necesitado los favores oficiales. Estas cuestiones las examin plenamente en la obra The Economics of Underdeveloped Countries, op. cit., cap. 14. [13] Vase The Economics of Marketing Reform, publicado en la obra de Bauer y Yamey, Markets, Market Control and Marketing Reform, op. cit. [14] Vase The Rubber Industry, op. cit., passim, en especial la parte 3 y el apndice estadstico 2. [15] Vase West African Trade, op. cit., parte 5, y Markets, Market Control and Marketing Reforms, op. cit. 8 y 9. [16] Cuando publiqu por primera vez mis conclusiones fueron recibidas con indignacin por los portavoces oficiales y colegas economistas. En poca tan tarda como mediados de la dcada de 1950 quienes apoyaban a las juntas de comercializacin arguyeron que stas solo se dedicaban a la estabilizacin de los precios. Para la dcada de 1960 ya se aceptaba ampliamente que eran, y lo haban sido todo el tiempo, instrumentos de tributacin. Ahora tambin se conviene en general que los recursos obtenidos de esa tributacin fueron derrochados en gran medida. Las Juntas de comercializacin fueron descendientes en amplia medida de carteles privados de compra de productos que en gran parte no tuvieron xito. Los monopsonios estatales fueron introducidos a instigacin de miembros de esos carteles. Vase el ensayo 12 en mi obra Dissent on Development, op. cit. La version original apareci en Journal of the Royal Statistical Society (1954), parte 1. [17] Milton Friedman, The Reduction of Fluctuations in the Incomes of Primary Producers: A Critical Comment, Economic Journal (diciembre de 1954). [18] Con respecto a la oferta de caucho vase The Rubber Industry, op. cit., cap. 4 y apnd. E. [19] Mis escritos subsiguientes acerca de la planificacin y la ayuda extranjera se pueden encontrar en Dissent on Development, op. cit., y en Equality, the Third World, and Economic Delusion (Londres: Weidenfeld and Nicolson, y Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1981). He vuelto a esos dos temas en mi libro Reality and Rhetoric: Studies in the Economics of Development (Londres: Weidenfeld and Nicolson, y Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1984). Comentarios al artículo...
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