El próximo 2 de julio vamos a elegir al futuro presidente, senadores y diputados de la República Mexicana. En los últimos meses hemos sido bombardeados por una gran cantidad de declaraciones de los candidatos y otros políticos (incluso algunos intelectuales) que están metidos en la contienda, declaraciones que en su mayoría buscan desprestigiar a sus oponentes, a veces logrando el objetivo. También nos han inundado con mensajes publicitarios vacíos y que solo ofrecen ilusiones. Por último, la oferta populista está a la orden del día; los candidatos no le han hecho el feo al voto popular y algunos han ofrecido dádivas postelectorales (digo algunos porque los dos partidos minoritarios no se han visto nada populistas).

Sin embargo, en el fondo y tal vez muy en el fondo de cada una de las propuestas de los candidatos se puede leer la visión de cada uno de ellos y es esa visión la que debemos de evaluar (puede darse el caso de que no exista visión alguna y la mercadotecnia, las declaraciones difamatorias y las ofertas populistas sea lo único que pueden ofrecer), es esa visión (si a caso la hay) la que nos va a indicar si tal o cuál candidato merece nuestra confianza.

Hay quienes creen que la alternancia es lo saludable para una democracia; otros piensan en la continuidad; algunos otros le quieren dar otra oportunidad al pasado; un tanto más van a hacer uso del "voto útil"; otros pocos piensan invertir su voto en las nuevas generaciones políticas.

También existen los ciudadanos que se dejan llevar por la ilusión, por el ofrecimiento barato, por lo popular, por la dádiva sin ideas; son ciudadanos que también están en su derecho de elegir y su elección como la de todos es respetable.

Incluso, los hay quienes evalúan las propuestas y emiten su voto pensando solo en el beneficio de su grupo social (sean indígenas, campesinos, sindicatos, empresarios, vendedores ambulantes, políticos, etc.)

Pero ¿qué es lo que funciona?

No le busquemos tres pies al gato, los países que literalmente han salido de pobres y que en este momento se le ponen a las patadas a las potencias económicas del mundo, son aquellos en los cuales sus gobiernos han procurado la libertad para sus ciudadanos.

¡Libertad! Pero ¿qué a caso México no es un país libre?, no, México no es un país totalmente libre. Desde el momento en que:

• Se aplican impuestos a productos extranjeros para proteger a industriales mexicanos o grupos "des protegidos", que en lugar de abaratar sus productos para el beneficio común, los aumentan para su propio beneficio. Llegando a casos tan absurdos como el del azúcar de caña, en donde resulta más costosa el azúcar nacional que la fructuosa extranjera, cuando es lo primero un producto más económico de producir que lo segundo. Todo por proteger a un grupo de campesinos cañeros y con ello dañar la economía de millones de ciudadanos.

• Existe un IVA diferenciado. Toda la frontera con Estados Unidos goza de un IVA del 10%, mientras el resto del país pagamos el 15%; de ninguna manera existe libertad cuando unos pagamos más que otros, solo para proteger la economía de los empresarios locales.

• Es difícil crear una empresa en México y más difícil pagar tasas impositivas mayores al 30% sobre utilidades. El modelo impositivo mexicano en lugar de quitarle al rico para darle al pobre (como nos han hecho creer los políticos), lo único que provoca es que los grandes empresarios tengan la cancha para ellos solos; los micro y pequeños empresarios (que son los mayores creadores de empleo) no sobreviven en un mercado tan asfixiante, en donde no es la competencia la que los abruma, sino el mismo gobierno que no permite su crecimiento.

• Las paraestatales resultan más caras que las empresas de la iniciativa privada. Y el mismo gobierno mexicano participa en inversiones en el extranjero en conjunto con la IP, porque en México es ilegal que la IP invierta en ciertos sectores "estratégicos".

• Pagamos por productos y servicios tasas impositivas de al rededor del 40%. Suena increíble ¿no?, si le sumamos toda la cadena de impuestos que se aplican a los productos y servicios que consumimos: impuesto sobre la renta, impuesto al activo, impuesto sobre nóminas, impuesto al valor agregado, tenencia sobre autos, impuesto al predio, uso de suelo e impuestos especiales (importaciones, autos nuevos, vuelos, etc.); todo esto nos da como resultado que paguemos más por el gobierno que lo que gastamos en nosotros mismos. ¿Esto es libertad?, a esto en la edad media le llamaban esclavitud.

• No existe seguridad jurídica. Una de las principales responsabilidades de un gobierno es la de impartir justicia, pero es el mismo gobierno el primero en violar contratos o expropiar propiedades para beneficiar a grupos sindicales. Dicho de otra forma, es casi imposible que un ciudadano le gane una batalla legal al gobierno; qué seguridad jurídica puede existir si el gobierno es prácticamente intocable cuando comete una ilegalidad o una injusticia.

• Tenemos demasiada burocracia y además muy cara, una burocracia con mayores prestaciones que las del ciudadanos común (por eso los impuestos son tan altos).

• Todavía se viola la libertad de expresión. Casos como el de Lidia Cacho y el "Gober Precioso".

Y podría listar más cosas pero no acabaría. El asunto es que otros países se han dedicado a liberar su economía y su sociedad, y nosotros los mexicanos aún seguimos tolerando que los políticos sigan con sus pies sobre nuestros cuellos.

Muchos políticos nos engañan diciendo que el Libre Mercado solo beneficia a los más ricos. Lo cierto es que los más ricos en México están cómodos sin libertad económica, pues de esta manera no tienen competencia. En los países donde existe la libertad hay también prosperidad para los más pobres; de hecho son los más pobres los que tienen la capacidad de levantar una economía, solo hay que dejarlos actuar.

De los cinco candidatos:

• ¿Quién tiene la propuesta que nos libere social y económicamente?

• ¿Quién tiene como propuesta abrirnos a los mercados mundiales? dándonos con ello acceso a productos y servicios más baratos, a la competencia justa, a la inversión y a la exportación e importación.

• ¿Quién de los cinco tiene la valentía de bajar los impuestos, aunque esto signifique no tener dinero para propuestas populistas?, o vamos más lejos ¿quién sería capaz de hacer como en otros países, poner un impuesto parejo menor del 25% y desaparecer todos los demás impuestos? Y así lograr que los pequeños empresarios compitan con los grandes; en lugar de que nuestro dinero se vaya hacía una burocracia cara, se quede en nuestras bolsas para invertirlo en nuestras familias.

• ¿Quién va a permitir que podamos comprar gasolina o electricidad barata? No porque desde el gobierno bajen el precio; tampoco digo que se vendan nuestras paraestatales, pero si dejar que venga la competencia y así tener libertad de elección.

• ¿Quién va a disminuir la burocracia, quién va a abaratar al gobierno?

• ¿Quién nos ofrece Estado de Derecho, quién va a hacer valer la ley?

Tal vez ninguno de los cinco nos ofrezca todo y tal vez halla quien ofrezca todo lo contrario, busquemos aquel que al menos nos de un acercamiento hacía la libertad. La tarea es ir encaminando a los políticos por nuestro deseo de libertad y no que ellos nos sigan manteniendo enfrascados en una economía de grupos que a demostrado no funcionar.

México ha sido presa de políticos e intelectuales que piensan que nosotros no tenemos la capacidad de ejercer nuestra libertad; creen que desde el Estado se tienen que tomar las medidas para regular lo que debemos hacer. Lo único que han logrado es que nos quedemos rezagados, mientras otros ciudadanos en otros países ya están disfrutando de ser libres.

Existimos muchos mexicanos sin partido y sin grupo, mexicanos libres que no necesitamos dádivas del gobierno. Encaminemos este dos de julio a nuestro México, conduzcamos a nuestro país por el Camino de la Libertad.