La inflación es un fenómeno monetario, ¡no tributario!, consecuencia de políticas monetarias inflacionarias, y la introducción de un impuesto en cascada, si el banco central no practica una política monetaria inflacionaria, no es ocasión de inflación.
Lo que hay que tener claro es que el impuesto se paga cuando se compra, razón por la cual, tal vez, valga la pena cambiar el nombre del mismo de Impuesto Único a las Ventas, IUV, a Impuesto Único a las Compras, IUC.
Hay de redistribuciones a redistribuciones, ya que una es la redistribución para satisfacer necesidades básicas, y otra la redistribución para defender intereses.
¿Cuánto se hubiera necesitado, en 2012, para pagar por esas tareas, las que legítimamente le corresponden al gobierno, aquellas a las que no puede renunciar sin dejar de serlo?
Me queda claro que, ¡ni por asomo!, el gobierno llevará a cabo una revisión amplia y profunda de en qué, cuánto y cómo gasta, mucho menos con el fin de dejar de gastar en lo que nada tiene que ver con sus legítimas funciones.
A más impuestos, a mayores tasas impositivas, y mayor complicación en su cálculo y pago, menor competitividad, y a menor competitividad menos inversiones directas, y a menos inversiones directas menor progreso económico.
Si algún contribuyente evade el pago de impuestos -en el esquema del IUV- se le debe castigar severamente, sanción rigurosa que ocasionaría entre los contribuyentes un efecto disuasivo eficaz.
¿Todo recaudador de primer orden -el vendedor-, cobrará el IUV con el fin de pagarlo al recaudador de segundo orden -el gobierno-, con relación al cual resulta contribuyente?
El IUV cumple con las tres condiciones que generan la obligación moral de pagar impuestos, otra razón para considerarlo como sustituto del engredo tributario que padecemos.
¿Cuáles son las condiciones que, desde el punto de vista tributario, deben cumplirse para que surja la obligación moral de parte del contribuyente de pagar los impuestos?
Desde el punto de vista tributario, la posibilidad de que un contribuyente recupere el impuesto ya pagado no tiene, ya que el fin de la recaudación es recaudar, ningún sentido.
La reforma fiscal correcta, por lo menos en su fase tributaria, no debería de meterle mano al engendro tributario que ya padecemos sino arrancar de cero.
La reforma fiscal que propondrá el Ejecutivo por ningún motivo debe incluir más impuestos. ¡Al contrario! Debe proponer el Impuesto Único a las Ventas.
La reforma fiscal correcta será aquella que contribuya a elevar la competitividad de la economía, haciéndola más segura y confiable, más atractiva para los capitalistas y las inversiones directas, de las que depende el progreso económico.
La reforma fiscal que está planeando el gobierno tendrá como principal objetivo la redistribución, y no la eliminación de los excesos y defectos que hacen del sistema fiscal mexicano un engendro impresentable, que disminuye y debilita las posibilidades de lograr un mayor progreso económico.
En el paquete económico, la SHCP pronostica un crecimiento para la economía mexicana de 4.6% en el 2021. El Fondo Monetario Internacional subió su proyección hasta 4.3%. El presidente ha dicho que será hasta de 5%. ¿Quién quedará más cerca?