Lo lógico es que en el 2012 el PRI no tenga unos rivales tan fáciles. El simple hecho de ser nuevamente el partido número uno del país lo convierte ahora en un blanco fácil para ataques y cuestionamientos. La victoria puede ser muchas veces más peligrosa que la derrota.
Muchos mexicanos todavía no captan la importancia del Poder Legislativo. Votan para elegir presidente y se abstienen en las elecciones de diputados. En los recientes comicios votaron casi 8 millones menos que en las presidenciales del 2006.
El PAN debe corregir y volver a sus valores tradicionales. Dormirse en los laureles del poder, lidiar con la mafia corporativa priísta, definitivamente no es buena idea. Ahí están los resultados. Ya veremos si se impone la cordura, la inteligencia ó tristemente prosigue la soberbia.
Una lectura del pasado episodio electoral es inevitable: una parte importante de la sociedad civil ha perdido confianza sobre la efectividad del proceso político.
Felipe Calderón no perdió, ya había perdido la batalla desde antes. Los gobiernos priístas le han dejado, a Calderón, la guerra contra la delincuencia organizada. Dicha guerra ha sido el eslogan del presidente y fue, al menos en Nuevo León, el eslogan de Fernando Elizondo. El índice de popularidad de Calderón podrá mantenerse aceptable, pero hay quienes no esperamos más de lo mismo para los próximos tres o seis años.
Dentro de un año habrá elecciones federales en México. Ni esas elecciones ni ningunas otras deberían ser tan cruciales en nuestras vidas. ¿Por quién votar en 2009? Para empezar hay que castigar al PAN por su traición.