Cuando la ley se desvía de su función esencial (ser garante de los derechos fundamentales), cuando se utiliza para imponer diseños sociales o intereses de grupo, el resultado no puede ser sino caótico.
El moderno laicismo persigue los mismos fines de numerosos racionalistas estatales que ha habido en los países marcadamente católicos desde la Revolución francesa: suplantar a la Iglesia (percibida como rival), demoler los valores morales (católicos) y adoctrinar en idolatría y fidelidad hacia el Estado para formar ciudadanos convenientemente adocenados. De esto sabe mucho el socialismo.
El punto sobre la i
Durante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.