Tal vez el episodio de este miércoles sea uno de los capítulos más denigrantes o extravagantes (según se vea) de la política exterior mexicana, con su jefe de Estado que confunde sumisión con diplomacia.
La política exterior debe atender a los intereses del país, lo que no sucede con el actual gobierno de México, y las decisiones recientes así lo acreditan.
México no puede tratar, tal como la Guardia Nacional ha venido tratando, a los migrantes centroamericanos, y al mismo tiempo defender con un mínimo de autoridad moral a los mexicanos en EEUU.
Declararse contra las violaciones a los derechos individuales por parte de dictaduras, de Derecha o de Izquierda, no es intervenir en los asuntos internos de un país. Es mostrar respeto y solidaridad para con sus ciudadanos, que sufren.
La demagogia es como la peste, se contagia con extrema facilidad, y ahora llega a poner en entredicho las instalaciones diplomáticas de México en el extranjero.
¿Son las mañaneras del presidente López Obrador propaganda gubernamental y como tal debe ser suspendida su transmisión íntegra, o ello sería un acto de censura por parte del INE?