La renuncia de Fidel Castro a la presidencia de Cuba es el fin de un régimen que no había existido en ninguna parte del mundo moderno, un “estado personificado” y sin relación con ningún otro sistema de gobierno. La Cuba de Castro ha sido el arquetipo del culto a la persona.
Hay un solo camino a la liberación y éste es la genuina liberalización de la economía y de la política. En este sentido, la Iglesia puede aportar a la sociedad un liderazgo independiente de la política. Como vocero de la oposición, la Iglesia Católica encontraría su verdadera voz como defensora de los derechos humanos y de la libertad.