Los hondureños demostraron una fuerza indoblegable de un pueblo que cree en sus instituciones y en el espíritu democrático. No pudo la impúdica presión del exterior coartar el derecho de los hondureños a labrarse su propio destino.
Lamentamos profundamente la inmoderada intromisión del mandatario venezolano Hugo Chávez en este delicado asunto, el mismo que, consideramos, debe ser resuelto de manera bilateral entre Colombia y Ecuador. Su no solicitada intrusión ha agudizado la crisis entre estos dos países hermanos, y obedece en realidad al propósito de distraer la atención de graves problemas internos en Venezuela.
La pretendida reforma constitucional aludida no sería más que un golpe de Estado ejecutado por medios aparentemente democráticos. Esto constituye un acto más de la nueva modalidad asumida por gobiernos de corte autoritario y populista en Latinoamérica, de apelar a medios ofrecidos por la democracia, para subvertirla hasta hacerla irreconocible.