Regresamos al infierno donde la economía se basa en influencia política, no en oferta y demanda. Y, como el fascismo, tolera la propiedad privada pero los derechos económicos individuales pueden ser nulificados a capricho del líder.
Ahora resulta que el Creador fue quien eligió a Donald Trump para hacer cumplir su mandato en la tierra, en la versión de sus seguidores evangélicos. Algo parecido ocurrió en México con fanáticos de distinta naturaleza pero similares tácticas elevando a su demagogo.
No pocos televidentes que vieron el debate consideraron ganador al candidato que ya les simpatizaba. El grado de fanatismo político parece rebasar al fanatismo en el futbol.
El PRI y el PAN, partidos de derecha, ya gobernaron y no redujeron la pobreza. Causaron desigualdad y concentración de la riqueza. ¿Hay que darle “chance” a la izquierda, a los socialistas, que gobiernen México?
¿Qué no sería capaz de hacer López Obrador una vez en el gobierno, ya con el poder de la coacción legal, con los recursos públicos y el papel incontestable de una Presidencia imperial renacida?
Una de las graves consecuencias de la llegada al poder de Trump, es que han empezado a ocurrir con creciente frecuencia acciones socialmente inaceptables antes de que este energúmeno apareciera en escena.
¿Son las mañaneras del presidente López Obrador propaganda gubernamental y como tal debe ser suspendida su transmisión íntegra, o ello sería un acto de censura por parte del INE?