Ojalá García Márquez en la actual etapa de su vida, de recuento y reflexión, tenga el valor, como lo hizo “Rius”, de condenar públicamente a su amigo, el “comandante” Fidel Castro, quien ha ejercido una de las dictaduras más largas y nefastas de la historia moderna.
En la convulsa Latinoamérica de ayer, de hoy y quizá de siempre, sacudida por los fantasmas del populismo y de la demagogia, Vargas Llosa se ha transformado en un auténtico referente ético e ideológico.
Sigo feliz y asombrado. Feliz, porque la Academia Sueca ha premiado este año, ¡por fin!, a quien pudiese ser, a mi juicio, el más grande novelista en lengua española del siglo XX; grande entre grandes, por cierto. Asombrado, porque llegué a estar convencido de que estas cosas no sucedían en el mundo real.