Estamos frente a una avalancha de casos de la falacia de lo que no se ve, pero pocos se atreven a notarlo en voz alta. Ciento setenta años después de su publicación, seguimos sin adoptar una de las máximas del liberalismo que nos aportó Bastiat con su célebre ensayo de 1850, ¨Lo que se ve y lo que no se ve¨.

Por tanto, es ensordecedor el silencio de la sociedad, medios y academia sobre los errores y daños en lo cultural, lo político, psicológico, sanitario y económico de la cuarentena primitiva que han seguido muchos países, no todos, alrededor del planeta. En México mucho se habla de los casos más trágicos destacando España e Italia. Poco o nada se habla de los relativamente exitosos a la luz de los datos y la experiencia tras los primeros cien días de pandemia. Destaca el caso de Suecia.

En entrevista el 17 de abril, el Profr. Johan Giesecke habla en contra de las medidas draconianas implementadas sin base en el conocimiento o la evidencia empírica, y comunica cómo los suecos han hecho las cosas diferentes, con resultados posiblemente superiores al resto de países del globo. Pero, ¿quién es el Dr. Giesecke?

Uno de los epidemiólogos más destacados y veteranos del mundo, con vasta experiencia incluyendo la atención al brote del VIH-SIDA en los años 80´s, Giesecke ha sido directamente consejero del Gobierno Sueco ante la actual crisis (él contrató a Anders Tegnell, director de la estrategia sueca), fue el primer Científico en Jefe de la ahora famosa European Centre for Disease Prevention and Control (ECDC), y consejero del director general de la OMS.

Por su parte el 29 de abril, el titular del Programa de Emergencias Sanitarias de la misma OMS, el epidemiólogo Michael J. Ryan, ha reconocido la actuación del gobierno sueco que, parafraseando, se apoyó en la relación con los ciudadanos, y en la habilidad y disposición de los ciudadanos para implementar el distanciamiento físico y la autorregulación, de la cual admite podría representar un modelo de respuesta para el futuro.

Los Estados se han atribuido facultades extraordinarias, en algunos países legales, en otros países extralegales, por lo que han tomado decisiones policiales, judiciales y políticas que tanto o más destruirán las vidas de sus ciudadanos con sus efectos de largo plazo. Tan solo en los Estados Unidos las llamadas a las líneas de atención psicológica y prevención del suicido se han disparado en 900%, hay madres arrestadas por salir a parques vacíos con sus hijos, y varios hospitales están presionando a sus médicos para que reporten la causa de muerte por coronavirus en casos de personas no infectadas y que han muerto por otras condiciones.

Los récords históricos enseñan que una vez instalada una medida temporal, o un programa público por parte de un gobierno, suelen volverse permanentes. Milton Friedman sintetizó que ¨nada es más permanente que un programa gubernamental temporal¨ cuestión desafortunadamente cierta. Que un gobierno, cualquiera, pueda cancelar derechos y libertades, encerrar a sus ciudadanos sin ningún plan preciso y específico, sin límites, sin fechas, es más que peligroso. No importa si tiene o no las facultades legales para hacerlo. Es destructivo para cualquier sociedad en el corto, el mediano y especialmente en el largo plazo.