En entrevista con Freddie Sayers, publicada el 2 de mayo en el canal de YouTube de UnHerd, el Profr. Michael Levitt argumenta que la epidemia no fue exponencial como se divulgó ampliamente alrededor del mundo.

Michael Levitt es un profesor de Biología Estructural en la Escuela de Medicina de Stanford, y ganador del Premio Nobel de Química en 2013 por su trabajo "el desarrollo de modelos multiescala para sistemas químicos complejos" y tiene a bien aclarar que no es epidemiólogo. Con una perspectiva puramente estadística, desde enero ha estado atento diariamente a los números del SARS-CoV-2.

Por divulgar su análisis y emitir juicios que contrarían a la nomenclatura política y la ortodoxia periodística, Levitt recibió un trato lastimoso por parte de algunos particulares, colegas académicos y medios de información. A inicios de febrero tras analizar los números de casos y muertes reportadas en Hubei, predijo que la epidemia en esa provincia china toparía alrededor de las 3,250 muertes, lejos de las decenas y cientos de miles de los modelos que alarmaron al mundo.

No perdamos de vista el orden de magnitud. Los números reportados al 11 de mayo (aun con sus problemas de credibilidad) indican una tasa de mortalidad del 0.3% para la República Popular China. Esto es consistente con los números del resto del mundo (entre 0.1 y 0.3%). Toda la provincia de Hubei, con cerca de 60 millones de habitantes, reportó 4,512 muertes (casi todos en la ciudad de Wuhan, cercana a 11 millones) llegando a un 6.62% de mortandad contra el número de 68,134 casos reportados. Esto representa el 0.41% de la población de Wuhan y el 0.0075% de todo Hubei.

La observación inicial de Levitt fue que brote tras brote (país tras país), se observó un patrón matemático similar, indistintamente de las intervenciones gubernamentales. Tras unas dos semanas de crecimiento exponencial de los casos, algún tipo de rompimiento se presentaba por lo que la tasa de crecimiento de los casos desaceleraba. Argumenta que la curva pronto se comporta "sub-exponencialmente".

Llegados marzo y abril comenzó a difundirse evidencia de que organismos internacionales, y agencias nacionales en diversos países participaron en la manipulación de las cifras tanto de contagiados como de recuperados y muertos. Es decir, han jugado con el numerador (pocas pruebas a nivel nacional y falta de muestreos estadísticamente significativos a nivel local), y también con el denominador alterando las tasas de mortandad reportadas.

Específicamente la OMS modificó las reglas para medir las muertes. Al mismo tiempo enfrentamos inconsistencias en la información provista por autoridades y una exageración de las proyecciones de contagios y muertes.

Inicialmente Italia (18 de marzo) reportó que el 99% de muertes fueron personas mayores a 75 años con una, dos y hasta tres condiciones preexistentes. Pudieron haber fallecido de comorbilidad por senectud y cualquiera de las otras enfermedades. Sin identificar con precisión la causa de muerte, fueron reportadas como Covid. Al 8 de mayo sabemos que el 91.6% de los muertos en dicho país fueron mayores de 60 años.

El problema con el numerador se agrava a nivel mundial porque además de las personas que murieron y habían resultado positivos (pero pudieron fallecer  de otras causas); se agregaron a los que -probablemente- murieron de coronavirus, aunque no hayan probado ser positivos ni estando vivos, ni tras haber fallecido. Aunque no se les aplicó la prueba vivos ni muertos.

Esto no es asunto terminado pero requerimos mejor información para tomar mejores decisiones. Mientras tanto Levitt lamenta que históricamente a los epidemiólogos se les cuestiona cuando subestiman las muertes pero no cuando la sobreestiman por factores de 100 y más veces, como sucede recurrentemente con los ejemplos del SARS, MERS, Ébola, Gripe Aviar, etc.

Declara además que (los epidemiólogos) "ven su papel como asustar a la gente para hacer algo, y eso lo entiendo… pero en mi trabajo, si yo digo si un número es muy pequeño y estoy equivocado, o muy grande y estoy equivocado, ambos errores son lo mismo". Finalmente Levitt describe al encierro indiscriminado como "un gran error", y aboga una política de "encierro inteligente", enfocado en medidas más efectivas, enfocado en proteger a los ancianos. En Europa a nivel general, el 90% de los fallecidos han sido mayores de 65 años.

Es posible que los escasos y valiosos recursos pudieran haberse enfocado mejor desde temprano alrededor del mundo incluyendo a México. El pánico es mal consejero y sumado a creencias inflexibles es probable que los daños los veamos multiplicados en mayor pobreza, mayor indigencia, desempleo, suicidio, muertes por hambre y otras causas médicas que dejaron de tratarse.