Algunas ideas para mejorar lo que tenemos o, al menos, para no culpar a las políticas monetarias de las crisis económicas que sufran nuestros países.
El dinero es una institución moderna que surgió cuando los hombres empezaron a disfrutar de libertad para realizar intercambios. Su origen se remonta al trueque, que inició apenas hace 20 mil años. Considere que el homo Sapiens tiene 100 mil años. Antes del trueque los intercambios eran involuntarios, violentos, salvajes y llenos de crimen y despojo.
El trueque surge en el momento de respetar la vida y la posesión de un individuo de otra tribu. Sin necesidad de conocerse ni hablar el mismo idioma se logran entender para ofrecer algo a cambio. Una experiencia totalmente nueva que transforma la relación entre individuos desconocidos.
Pero también surge un problema natural del trueque: A veces no coincidían los gustos, necesidades o caprichos de los sujetos: el que tiene manzanas quiere maíz; el que tiene maíz no quiere manzanas, sino pescado. Surge la necesidad de un bien u objeto que compatibilice los intereses o necesidades, nace el dinero. Es un bien aceptado, no porque lo pueda consumir, pero me va a servir para conseguir lo que sí me interesa.
Al principio, el dinero tomó forma de conchitas de mar, limpias, pulidas y ordenadas eran atractivas para cualquiera; luego se usó la sal, las plumas bellas de aves raras, el tabaco y por fin, el metal oro. Su brillo y belleza era y es atractivo para cualquiera. El metal oro se usó en granulado, en pepitas de diversos tamaños y al final se convirtió en monedas. Este metal logró el aprecio de la gente común, de los comerciantes y los gobiernos. Nadie se resistía a aceptarlo a cambio de una vaca, un costal de frijol o algunas tierras de cultivo, pues sabían que con ese metal podían conseguir lo que desearan.
El oro no se echa a perder como la fruta, no se esfuma como el hielo, no pierde el brillo y conserva su valor o se incrementa con el paso del tiempo. Hoy día, un kilogramo de oro puro cuesta más de 40 mil dólares y es apenas como un Cubo de Rubik de menos de cuatro centímetros de aristas.
Pero no a todos les gustaba cargar su fortuna en oro, temían los asaltos. Se les ocurrió dejarlo en custodia con algún agente de confianza. A cambio recibían un comprobante que certificaba la cantidad de oro que dejaban depositado y que se podía rescatar a la entrega de ese documento. “Certifico con este escrito el depósito de dos kilogramos de oro, mismos que devolveré a la entrega de este documento”.
Pronto se dieron cuenta que con ese pedazo de papel podían comprar tierras de cultivo, una buena cantidad de ganado u otros bienes. El que recibía el documento, también lo podía usar para transacciones y así surgieron los billetes que tenían respaldo de oro, es decir, podían rescatar, sin problema, el metal certificado.
En los Estados Unidos de América, a principios del siglo XX, había más de dos mil bancos privados que imprimían dólares con sus propios dibujos o retratos. Éstos valían en cualquier lugar, pues emitían papel moneda solo si estaba respaldado en el oro guardado de las bóvedas bancarias. A esto se le llamó PATRÓN ORO.
En 1913, los Estados Unidos de América crean el Fondo de la Reserva Federal (FED). El gobierno obligó a todos los bancos privados a que concentraran el oro en las bóvedas de la FED. A cambio, recibirían nuevos dólares oficiales y que solo el monopolio de la FED podía imprimir. Se prohibió el uso de otros billetes que no fueran emitidos por la FED.
Las bodegas del la FED crecieron más a partir de 1944 (Acuerdo de Bretton Woods) que se instaló el patrón dólar para todo el mundo. Se conminó a los países a dejar su oro en resguardo de la FED y a cambio recibirían los dólares correspondientes. Los gobiernos de otros países solo podían imprimir billetes nacionales según la cantidad de divisas que poseyeran, como si fuera oro. Se estableció el Patrón Dólar.
Los gobiernos confiaron en el Tío Sam. Inocentemente enviaron su metal a los Estados Unidos, quienes prometieron regresar oro por billetes verdes cuando así lo quisieran los gobiernos. Algunos países, en la década de los 70, se llenaron de dólares y pensaron que era el momento de rescatar el metal áureo. Sin embargo, en 1972, Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos se negó a regresar el metal demandado. Pero ofreció que se podían llevar lavadoras, refrigeradores, automóviles, etc. Un atraco inesperado.
Las bodegas de la FED, hoy día guardan el 72% de toda la existencia de oro mundial. Estados Unidos tiene 8,133 toneladas de oro; Alemania 3,747; México 120 toneladas, pero hay países que nada tienen.
Desde que se eliminó el Patrón Oro y luego el Patrón Dólar, se estableció la discrecionalidad de cada país para producir dinero. Desde ese momento algunos gobiernos pensaron que tener una imprenta que produjera toneladas de billetes, era una bendición y sus economías crecerían sin límites. Pero ocurrió todo lo contrario. Mientras más trabajaba la imprenta, más se caía la economía, se incrementaba la pobreza, se caía la producción, subían los precios, el consumo se reducía y se generaba violencia y crisis políticas.
Bien decía Friedrich von Hayek, líder de la Escuela Austriaca de Economía, que el tema monetario es de los más difíciles de entender en la economía y peor para los políticos que llegan al poder. Se establecieron bancos centrales para administrar el dinero y los gobiernos los han usado para financiar gastos y proyectos faraónicos que les permita continuar en el trono.
¿Regresar al PATRÓN ORO?
Ante los desastres monetarios que vive la gente, surge la propuesta de regresar al Patrón Oro: Producir billetes únicamente si se tiene oro en la bodega. No es mala la idea, pero aun recordamos que habiendo Patrón Oro se produjo la crisis de 1929 en los Estados Unidos. El error fue dejar la imprenta en manos del gobierno. A los políticos en el poder les surge la tentación de usar la maquinita de imprimir billetes, es una forma cómoda de exprimir el bolsillo del ciudadano.
Para que funcione bien el Patrón Oro se requiere a) Que la banca central tenga el monopolio de emitir billetes. b) Que solo emita dinero respaldado por el metal áureo. c) Que tenga prohibido prestarle al gobierno. d) Que la imprenta solo la use para reponer billetes viejos (que debe quemarlos) o para fraccionar billetes de alta denominación. Cada billete debe indicar la cantidad de oro que puede rescatar. Sin embargo, algunos países no tienen oro y por lo tanto no pueden crear sus propios billetes, aunque no es gran problema si tienen abiertas sus puertas para el comercio internacional.
Hay que recordar que la institución DINERO toma cuerpo en distintos objetos. Como el oro no se puede producir a capricho, resultó un buen representante del dinero. Pero, si de pronto se encontrara la fórmula para transformar cobre o plomo en oro, o se encontrase montañas de oro, este metal ya no serviría como dinero, pues produciría hiperinflación como ha sucedido cuando se pone a trabajar a la maquinita día y noche.
EL BILLETE DE ORO
Friedrich von Hayek abogaba por la libertad de que cada persona o institución pudiera imprimir sus propios billetes. Parecía una idea loca, absurda, pero ahora se puede ver que es genial y correcta.
Piense, por un momento, que todo billete para las transacciones comerciales fueran una mezcla de papel y metal oro; algunos billetes contendrían un miligramo de oro, un gramo o algo más. Esto es posible hacerlo con las tecnologías modernas. Los precios de todas las mercancías se indicarían en cantidad de oro. Un kilogramo de carne costaría, digamos, 3 miligramos de oro; una bicicleta, 5 gramos; el salario de un obrero podría ser de un gramo de oro al día. Sería dinero verdadero, no fiat money.
Si se pone en el horno un billete oro de un gramo, el papel se quema y recoge exactamente un gramo de oro. Si mete al horno mil billetes de un gramo cada uno, recogerá un kilogramo de oro. Hoy día, un gramo de oro equivale a 40 dólares, sería el valor de ese billete; pero puede haber billetes de denominación más baja o quizás más alta, es decir, billetes que contengan 5 gramos de oro, su valor sería 200 dólares.
Si tal fuera el caso, con el billete oro tendríamos el mejor sistema monetario mundial. Prácticamente se estaría comerciando con oro embarrado o integrado a los billetes. Tendrían valor universal real sin importar dónde se produjera o qué dibujos y retratos tuvieran pues lo que importaría sería la cantidad de oro contenido. En consecuencia:
A pesar de que sería el mejor sistema monetario, tiene algunos problemas menores: Si hoy mismo se llegara al acuerdo de establecer el Billete Oro obligatorio en todo el mundo, generaría un caos pues hay países que no tienen en sus bodegas ni un kilogramo de oro. Además, los países tienen papel moneda que solo valen por la confianza que la gente deposita en ellos. ¿Acaso dejarían de servir? Aunque no es una idea que se puede aplicar e imponer en todo el mundo, se puede establecer unilateralmente para que siga un proceso natural. Quizás muchos lo usarían a manera de ahorro o para protegerse ante desastres monetarios. Lo cierto es que se le estaría dando un uso mejor al metal áureo en lugar de tenerlo durmiendo en las bodegas.
Se debe comprender que lo importante es la institución dinero, que a veces está representada por distintos objetos o sustancias, pero éstos solo son representantes. La lección es evitar la perversión o destrucción del dinero. Éste se pervierte o se destruye cuando aumenta artificialmente. Un solo billete adicional ya está echando a perder el dinero, porque ese billete ejerce una sobredemanda y esa sobredemanda empuja los precios hacia arriba, lo cual hace perder poder adquisitivo a los que no recibieron el billete. Por eso se dice que el señoreaje, es decir, la impresión de dinero por parte del gobierno es un impuesto oculto, y más bien es una manera sofisticada de robarle a la gente. Veamos otra alternativa.
MASA MONETARIA FIJA
Como dijo el Dr. Ludwig von Mises, gran pensador de la Escuela Austriaca de Economía: La cantidad de dinero que debe haber en la economía es la que hay en este momento, ni un peso más, ni un peso menos. Dicho en otros términos, lo que cada país necesita hacer es quemar su fábrica de imprimir billetes a fin de no seguir produciendo más. La imprenta solo debe usarse para fraccionar, compactar o reponer billetes viejos. Si ya están circulando mil billones de bolívares en Venezuela, es la masa que se debe mantener invariable. Las tasas de cambio de una moneda contra otra nunca deben ser dictadas por el poder políticos, se deben establecer en el mercado libre de divisas, tal como se hace en Perú, que hay decenas de cambiadores de billetes en la calle, es un mercado competitivo.
DOLARIZACIÓN
Es deseable transitar a una sola moneda para toda América. De hecho, es el futuro, tal como lo ha mostrado la Comunidad Económica Europea. Ecuador ya adoptó el dólar como moneda de curso legal y no tienen problemas de inflación. Igual El Salvador y Panamá.
El dólar no es cien por ciento bueno, pero es más confiable que cualquier moneda de América Latina y es la más utilizada para comercio internacional.
Sería deseable que las economías se dolarizaran para facilitar las relaciones comerciales entre los países latinoamericanos entre sí, con los Estados Unidos y con el resto del mundo; promover más el turismo y mejorar las relaciones de amistad. Sería deseable que el banco central de Estados Unidos, la FED deje de estar bajo el poder del gobierno, es decir, que la FED tenga prohibido financiar con empréstitos espurios al gobierno norteamericano u otros. De hecho, la FED tendría que asumir el compromiso de mantener la masa monetaria fija y transitoriamente ayudar a la dolarización de los países.
Conclusión: Introducir el Billete de Oro es perfectamente posible desde ahora y es lo mas confiable porque se estaría usando dinero real, no fiat money; el Patrón Oro es buena idea, pero requiere que la administración del dinero sea privada con reglas estrictas; la Masa Monetaria Fija es fiat money, desligada del oro y requiere cuidado extremo para que nadie falsifique, se eliminaría el precio artificial del oro. Finalmente, la dolarización es deseable y posible con la buena voluntad del Tío Sam o sin ella. En efecto, se puede realizar unilateralmente con procesos suaves, no traumáticos.
Cualquiera de estas ideas mejora lo que tenemos o, al menos, no culparemos a las políticas monetarias de las crisis económicas que sufran nuestros países.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.