Ante la confusión política que vivimos en estos momentos, sigo recibiendo mensajes para silenciarme de quienes, según ellos, esto no es confusión y es mi derrota política e ideológica. Anoche recibí uno de otro miembro de esa sociedad mexicana de la cual han amenazado expulsarme que, al igual que el del intelectual de Monterrey, prácticamente me exige me calle pues la elección ha terminado y su candidato es el ganador. Cerraba afirmando que mis notas son solo especulaciones y ejemplo de las noticias falsas. Esas noticias que en los años que he residido en EU he atestiguado su transformación de una media fuente de información honesta y sin tintes políticos, hasta arribar al día de hoy que actúan como agentes de un movimiento político habiendo perdido su imparcialidad y, sobre todo, su integridad y ética profesional para avanzar las ideas de sus amos.

Siempre que toco este punto, recuerdo la frustración de mi padre cuando, después de haber vivido en Europa durante 12 años, haberse educado en las mejores universidades liberales de Bélgica e Inglaterra, regresaba a un México atrapado por una revolución que solo llegó para completar su destrucción. Era cuando, en su frustración, se quejaba de que su hermano Gilberto, con solo 12 años, se lo hubiera llevado a Bélgica para recibir su educación en el continente que todavía era liberal. Pero, al regresar a su país encontraba todo lo contrario a las ideas que él había adquirido, inclusive, del gran Hayek en el London School of Economics and Political Science y, cerraba afirmando, “me debería haber dejado en Sahuaripa para crecer con las ideas que en esos momentos están destruyendo todo mundo, aceptándolas como los grandes logros de la revolución”.

Pasaba luego a repetir las palabras de Horace Mann: “La ignorancia engendra monstruos para llenar las vacantes del alma que están siempre ocupadas por la ausencia de las verdades del conocimiento”.

Y, en estos momentos lo entiendo como nunca lo pude hacer cuando vivía, porque no hay nada más peligroso que la ignorancia en acción. Porque, en estos momentos, siento estar viviendo una experiencia similar a las de muchas víctimas de la Sagrada Inquisición cuando, ante algún descubrimiento científico o algún pronunciamiento diferente a lo “normal”, eran condenados a morir quemados en las plazas de los pueblos acusándolos de brujería. Este proceso político para mí ha sido la gran confirmación de la forma en que, operando sus armas silenciosas, el estado cada día aprieta más las cadenas de las sociedades. Si a eso le agregamos el arma más reciente de potencia destructora que han adquirido los enemigos de la libertad, las redes sociales, que en los últimos 20 años han hecho billonarios a un grupo de jóvenes marxistas para sumarse a las fuerzas oscuras. Herramientas con todo el poder de sus fortunas que, sumadas, alcanzan niveles de trillones de dólares, monto superior al PIB de México.

Esto es algo que debería pasar a la historia de la misma forma que la conquista espiritual de América Latina recién descubierta. Porque lo que ha estado sucediendo es la conquista de la humanidad para, como afirmara el filósofo chino Lao-Tse, “llevarnos como los bueyes al matadero contentos y agradeciendo lo que sus amos les habían proporcionado”.

Hemos llegado a lo que George Bernard Shaw describiera aconsejando no llegar a tal punto: “Has lo necesario para tener lo que deseas o te verás forzado a que te guste lo que ya tienes. Donde no hay ventilación el aire puro es declarado insalubre. Donde no hay cultura la hipocresía es de buen gusto. Cuando no hay conocimiento la ignorancia se considera ciencia”. Porque el conformismo mezclado con la ignorancia es lo que provoca la mediocridad de los individuos, de las sociedades y de los países. Y, así, los programan para ser prisioneros de los malos gobiernos. No sé si todavía tenemos remedio pues en México ya intentamos y comprobamos no se trata de gobiernos pues, ya experimentamos con todos y los resultados fueron los mismos fracasos de siempre. Y es porque no hemos llevado a cabo un ejercicio fundamental, el mirarnos en el espejo y ahí encontraremos las causas y las soluciones.

No hemos estudiado el caso EU cuando sus colonos pelearon por su libertad y construyeron un país que fue el ejemplo del mundo, porque había calidad en el elemento humano. Pero, para cambiarlo, sus enemigos primero se dieron a la tarea de cambiar a su gente y destruir su espíritu de libertad, su individualidad, su amor por su país, su capacidad de autosuficiencia, sus ambiciones. Y, con las armas silenciosas, poco a poco le dieran vida al hombre nuevo. Envidioso del éxito de otros, renegando de su patriotismo, de su religión, temeroso de su futuro, dependiente e inseguro, incapaz de labrar su propio destino, convenciéndolo el destino ya está escrito y nada puedes hacer. De esa forma se lo entregaran al estado esperando les satisficiera sus necesidades, les proporcionara trabajo, seguridad, protección, diversión para los aburridos, medicina para sus heridas, vino para los ancianos, leche para los niños.

Y, con el estado a cargo de sus vidas, evitarles esa dolorosa tarea de ser responsables, labradores de su futuro, organizados, puntuales, respetuosos, tener juicio para tomar sus propias decisiones, frugalidad, ahorro, amor por su país, ahora sería amor por el estado. Que los llevara de la mano desde la cuna a la tumba y entregar todo a la fuerza colectiva de sus amos sin escrúpulos, sin darse cuenta que lo que deseaban era explotar a su persona, su propiedad y su libertad. El robo, entonces, se convirtiera en un derecho y su defensa en un crimen que castigar.

Y esto, amigos mexicanos, americanos, latinoamericanos, continuará mientras los seres humanos sigamos viviendo esa pasividad, porque nos han convencido que somos incapaces de lograr nuestra propia prosperidad, nuestra propia felicidad, utilizando nuestra propia inteligencia, nuestra energía, nuestro trabajo, cuando dejemos de esperar todo del estado, mientras sigamos aceptando nuestra relación con el estado como algo similar a la de los borregos con su pastor. Protegidos con una ley que debe ser justicia bajo el reino de los derechos, bajo la influencia de la libertad, de nuestra seguridad, la responsabilidad de cada persona para obtener su propio valor, la dignidad de su persona. Solamente así, bajo la ley de verdadera justicia, la humanidad, sin lugar a dudas y con certeza, seguirá el designo de Dios para lograr un progreso ordenado, justo y pacífico.

Todo esto es lo que se está destruyendo en EU y quieren que me calle, pero, lo siento, pues yo no tengo espíritu de esclavo y sí tengo la información necesaria para mantener la llama de mi rebeldía.