Agrandar sus márgenes de actuación, incluso por encima de los frenos constitucionales, para hacer en el país su única voluntad. Eso es lo que se pelea en estas elecciones.
En poco menos de dos meses, México celebrará unas importantes elecciones que serán decisivas para su futuro.
El 6 de junio, se efectuarán las elecciones intermedias para renovar en su totalidad la Cámara de Diputados, hoy con mayoría absoluta en manos de López Obrador y de su coalición, encabezada por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), con sus partidos satélites. Tiene también una mayoría relativa en el Senado, que por ahora no se renovará. Sí se renovarán, en cambio, 15 de las 32 gubernaturas del país y una gran cantidad de ayuntamientos y Congresos locales. En todas estas elecciones se aplicará, por primera vez en la historia del país, la posibilidad de reelección de legisladores y alcaldes, algo por lo que muchos luchamos desde hace bastante tiempo.
Obviamente, la elección importante es la de la Cámara de Diputados. Si López Obrador conservara y hasta acrecentara su mayoría allí, la democracia mexicana estará en serio peligro. Aunque el dique de no contar con una mayoría absoluta en el Senado (lo que le permitiría, por ejemplo, cambiar a su antojo la Constitución del país) es poderoso, no es imbatible: El apoyo que logró de algunos partidos “de oposición”, para militarizar al país e inscribirlo en la Constitución, habla de que no es un dique inexpugnable y de que puede franquearse. Franquearse para lo que todos los días anuncia López Obrador: Agrandar sus márgenes de actuación, incluso por encima de los frenos constitucionales, para hacer en el país su única voluntad. Eso es lo que se pelea en estas elecciones.
Hoy, el apoyo popular a la figura de López Obrador es grande, aunque no mayúsculo, rondando alrededor de 60 por ciento de aprobación. Falta por ver si esa aprobación logra trasladarse a los partidos de su coalición, lo que por ahora no es seguro. Aunque en dos meses todo puede pasar, comenzado por la revelación de algunos escándalos, en detrimento de López Obrador o de la oposición, como ya comienza a suceder.
De cualquier manera, no deja de ser sorprendente la alta aceptación de López Obrador en medio de los reiterados fracasos de su administración: En 2020, el PIB bajó 8.5 por ciento, se perdieron 3.25 millones de empleos formales y la inseguridad pública alcanzó niveles históricos, a pesar del encierro provocado por la pandemia, de modo que todos los meses de su gobierno se han presentado un promedio de 3,000 víctimas de homicidio doloso y feminicidio cada mes, y por otro lado, hasta el Comando Norte de los EEUU nos advierte que 35% del territorio nacional está dominado por los cárteles del narco.
Tan solo este año, el 2021, el crecimiento que el gobierno anunciaba no se ve por ningún lado, quedando más bien a expensas del propio crecimiento de la economía de EEUU y del reciente plan de rescate del presidente Biden. Esto, mientras López Obrador se enfrasca en peleas diarias con empresas, contrapesos constitucionales y dramáticas descalificaciones mañaneras contra sus “adversarios” políticos.
Así, mientras López Obrador cosecha triunfos en su aceptación y popularidad, pulveriza a la oposición y denigra a sus críticos, va dejando en la ruina al país, en donde los problemas crecen, casi inercialmente, hasta niveles inmanejables o la próxima crisis sexenal, que los mexicanos creían haber dejado atrás, para siempre. En ese contexto, no sería de extrañar que tras las elecciones, el proyecto personalista de López Obrador se dispare, exigiendo una nueva Constitución política o eliminar el freno de la no reelección, ya sin obstáculos y fortalecido por el apoyo popular, para así, según él, solucionar los problemas del país.
Al fin y al cabo eso es lo que precisamente es el populismo: Propone soluciones muy fáciles y atractivas para el electorado, pero que terminan siendo falsas y hasta contraproducentes, y por lo tanto demagógicas. Por ese camino va México. Y no terminará bien.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.