México ha experimentado su mayor alza de precios desde diciembre de 2017. La presente alza de precios no parece ser de carácter transitorio y de corta duración. Aquí algunas recomendaciones.
México ha experimentado su mayor alza de precios desde diciembre de 2017, entre los que destacan por su mayor incidencia durante octubre del presente año, bienes de consumo como la electricidad, con un alza mensual del 18.8 %; el gas LP 8.20%; el huevo 4.51%; carne de res 1.23% y el tomate verde 25.55%.
Los precios al consumidor dados a conocer el pasado 10 de noviembre por INEGI, presentaron un alza mensual del 0.84% y un alza anual del 6.24%, ubicando este último dato como el octavo mes consecutivo que está fuera del rango de variabilidad establecido por Banxico: 3% 1+, 1-.
A lo anterior, es común que gran parte de las personas encargadas de las compras del hogar muestren molestia por el elevado precio de los bienes alimenticios, ya que son las más concurridas y a los que se les asigna gran parte de nuestros ingresos.
Si bien en esta época del año las personas prevén un aumento constante de los precios de diversos bienes y servicios, por lo que liberan recursos (dejan de consumir otros productos) para comprar los que consideran más necesarios, la persistente alza de precios en lo que va del año les ha restado gran margen de maniobra a esa anticipación.
No obstante, el argumento típico ante este escenario de precios radica en trasladar el reclamo o la culpa a los comerciantes, al percibirlos como “abusivos” y “aprovechados” o al mismo gobierno cuando se le considera que éste ordena el aumento sostenido de precios para incrementar su recaudación. Sin embargo, el razonamiento tiene una explicación estricta por los movimientos de demanda y oferta.
En términos generales, la acentuación del elevado crecimiento de precios se ha reflejado en dos grandes factores. Por una parte, a medida que las políticas de confinamiento se han relajado, la demanda se ha acelerado vigorosamente. Por otra parte, la oferta no se ha recuperado con la misma velocidad que la demanda, sobre todo por los cuellos de botella que han presentado muchas cadenas de producción, debido a la caída de la inversión por la pandemia y el cierre de empresas productivas.
Asimismo, la crisis energética ha debilitado las cadenas globales de suministro que se registran a raíz, precisamente, por la crisis de la pandemia y el reacomodo del consumo.
Por ello, los observadores de la economía prevén que el punto del aumento de precios toque su máximo en el primer trimestre de 2022, superando hasta el 7% a tasa anual, lo que provocaría el reforzamiento de la postura monetaria del Banco de México, con una tasa de interés del 5% a final de 2021 y hasta el 6% en el transcurso de 2022.
En otras palabras, el fenómeno de precios no parece ser de carácter transitorio y de corta duración, por lo que, amigo lector, me atrevería a recomendarle lo siguiente:
Procurar buscar sustitutos de los bienes que experimentan un mayo precio, por ejemplo: Tomate/Jitomate; Melón/Papaya; Calefacción eléctrica/calderas de gas natural; Carne de Res/Carne de pollo, etc. O, en su caso, racionar el consumo y esperar a que la normalización de la producción llegue a ese “equilibrio” entre oferta y demanda el cual refleje el precio a que habituamos según la estación del año.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.