El delincuente López Obrador (¿cuántos derechos y leyes ha violado en los últimos días?) promulgó, el 19 de diciembre del 2000, en su calidad de jefe de gobierno de la Ciudad de México, el bando número 13, cuyo nombre es Lineamientos de Política relacionados con las Marchas, Mítines, Plantones y Bloqueos que se realizan en la Ciudad de México, bando que ha dado de que hablar desde que el mentado delincuente bloqueó buena parte del Paseo de la Reforma (mal), con el visto bueno (peor) de Encinas, heredero incondicional, en la jefatura de gobierno, del malhechor López Obrador.

Vale la pena analizar algunos puntos del bando, comenzando por el que afirma que es deber, del gobierno, “conciliar el derecho constitucional a la libertad de expresión con el de libre tránsito”, derechos entre los cuales, bien vistos, realmente no hay nada que conciliar. ¿En qué sentido puede, el derecho de cualquiera, a expresar lo que dé la gana, violar la libertad de tránsito de los demás? O viceversa: ¿en qué sentido puede, el derecho de cualquiera, a transitar libremente, violar el derecho de los demás a expresar lo que les dé la gana? Yo, en estos momentos, estoy expresando lo que me da la gana, ¿la libertad de tránsito de quién estoy violando? No hay que confundir el derecho a la libertad de expresión con la violación del derecho al libre tránsito. ¿Alguien le ha impedido al delincuente López Obrador expresar lo que le ha dado la gana del 2 de julio a la fecha? ¿Qué acaso todos los mexicanos no sabemos lo que quiere, saber que es el efecto de la libertad con la que se ha expresado? No hay que confundir el derecho a la libertad de expresión con el libertinaje de expresarme donde me dé la gana y como me la dé.

En segundo lugar leemos que cualquier decisión, relacionada con prohibir la toma de calles y avenidas, “no sólo debe ser legal, sino también legítima; es decir, debe contar con el apoyo y el respaldo de la ciudadanía”. El bloque del Paseo de la Reforma, ¿es legal? Y más importante todavía, ¿es legítimo? ¿Cuenta con el apoyo y el respaldo de la ciudadanía? ¿Por qué el delincuente López Obrador hace aquello que, en un momento no muy lejano, consideró, ¡correctamente!, como ilegal e ilegítimo?

Por último cito el inciso g del bando 13: “No permitiremos el bloqueo de avenidas o vialidades primarias (¿por qué no de todas las calles?), que desquicien (sic: debe decir desquicie, en singular, ya que se refiere al bloqueo, no a las avenidas o vialidades primarias) el tráfico, eleven (sic) la contaminación y afecten (sic) el libre tránsito de terceros”. Hoy el delincuente López Obrador hace aquello que, no hace mucho, como gobernante, pretendía impedir, sin olvidar que lo que pretendía garantizar, impidiendo el bloqueo de calles, es algo justo: la libertad de tránsito. ¿Cómo explicarlo? Muy sencillo: el malhechor López Obrador considera que bien vale la pena (¿realmente le apena?) violar el derecho de los demás y las leyes justas a cambio de que se salga con la suya. ¿Qué otra explicación, lógica, se puede dar?

Si la explicación de la causa por la que el delincuente López Obrador incumple leyes justas y viola derechos de terceros es verdadera, entonces resulta que la afirmación en el sentido de que el mentado malhechor es un peligro para México es cierta: si como excandidato a la Presidencia de la República es capaz de hacer lo que ha hecho, ¿qué no podría hacer si llega al poder?

Recordemos, una vez más, lo dicho por David Hume: “Lo propio del ser humano es ser gobernado por leyes, no por hombres”. ¿Qué es lo primero que se necesita para hacer realidad dicha afirmación? Que los gobernantes cumplan (y hagan cumplir) la ley, algo que es, dicho sea de paso, su verdadera razón de ser. ¿O no Encinas?