El plantón, que frente a la Bolsa Mexicana de Valores llevaron a cabo, el pasado jueves, los delincuentes que mantienen secuestrada, entre otras calles, a Reforma, lo “justificó” Martí Batres afirmando que la bolsa de valores “es uno de los símbolos del México que no queremos”, agregando que “es el símbolo de la especulación, del poder financiero que no paga impuestos”, para terminar señalando “que es un símbolo de la especulación no productiva”. Lo dicho por Batres, que seguramente es compartido por más delincuentes perredistas, comenzando por López Obrador, muestra, primero, la ignorancia que los aqueja en materia de economía; segundo, la falta de conocimientos en materia de leyes fiscales y, tercero, el talante autoritario que los caracteriza. Voy por partes.

Batres apuntó, en primer lugar, que la bolsa de valores “es uno de los símbolos del México que no queremos”. Antes que otra cosa hay que señalar que la bolsa de valores no es un símbolo, es un mercado, en el cual se ofrecen, con la participación de las casas de bolsa, las acciones emitidas por las empresas, con el fin de obtener, a cambio, capital para financiar sus operaciones. Se trata del mercado primario, cuyo fin es poner en contacto a los demandantes de capital (empresas) con los oferentes del mismo (inversionistas), capital necesario para crear empresas y puestos de trabajo, para producir bienes y servicios cuyo fin es satisfacer las necesidades de los consumidores, y para generar ingresos. Al afirmar que la bolsa de valores es uno de los símbolos del México que no quiere, ¿Batres  se pronunció por un México sin capital? 

Hay que tener claro que, como se señala en la página web de la Bolsa Mexicana de Valores, a las bolsas de valores “acuden los inversionistas como una opción para tratar de proteger y acrecentar su ahorro financiero, aportando los recursos que, a su vez, permiten, tanto a las empresas como a los gobiernos, financiar proyectos productivos y de desarrollo, que generan empleos y riqueza”. Dicho sea de paso, en épocas del delincuente López Obrador al frente del gobierno de la capital, éste recurrió al mercado de valores en búsqueda de financiamiento.

En segundo lugar Batres señaló que la bolsa de valores “es el símbolo de la especulación”, lo cual nuevamente no es cierto: la bolsa de valores no es el símbolo de la especulación, ¡no!, es el lugar donde se especula. Una vez que las acciones, emitidas por las empresas, han sido compradas por los inversionistas, éstos pueden venderlas, lo cual supone que alguien más las compra. Se trata del mercado secundario, en el cual se intercambian acciones, con un solo objetivo: comprar a un precio para vender a uno mayor y, así, obtener una ganancia. Como nunca se sabe, a ciencia cierta, lo que sucederá, se trata, efectivamente, de una especulación, de la misma manera que se especula jugando póquer, apostando en el hipódromo o echando un volado. Además de los participantes, ¿a quién más perjudica la especulación, cualquiera que sea? ¿Por qué la condena de Batres?

En tercer lugar Batres dijo que la bolsa de valores es el símbolo “del poder financiero que no paga impuestos”, lo cual es cierto, pero no porque quienes participan en el mercado bursátil sean evasores, sino porque la ley no obliga al pago de impuestos por ese tipo de transacciones. En todo caso, si Batres quiere repelar por este motivo, debe hacerlo ante los legisladores, para que, cambiando la ley, se graven las operaciones bursátiles.

Por lo pronto ha quedado expuesta la ignorancia, y la mala fe, de Martí Batres, y Dios nos libre de que esta gente llegue a manejar las políticas económicas del gobierno. Y no bromeo: Dios nos libre.