Las cosas van de mal en peor. Ahora resulta que el Consejo Empresarial Turístico de la Ciudad de México, y la Asociación de Hoteles de la Ciudad de México, llegaron a un acuerdo con el gobierno capitalino, para que éste, a manera de compensación por los daños sufridos por obra y gracia del secuestro de Reforma, les condone, a hoteleros y restauranteros afectados, de manera retroactiva al primero de agosto, y por tiempo indefinido, el pago de impuestos locales, como lo son el predial, el de hospedaje y el del 2 por ciento sobre nómina.

Qué bueno, entre comillas, por los restauranteros y hoteleros privilegiados, quienes algún beneficio recibirán, pero qué malo por lo que todo ello supone, comenzando por la ruptura del pacto tributario o, si se prefiere, por la claudicación del gobierno, quien, lo que les ha dicho a los contribuyentes condonados es, más o menos, lo siguiente: “Dado que no puedo darles el servicio por el cual les cobro impuestos, ya no se los cobraré”. ¿De qué se trata? De la ruptura del pacto tributario.

Entre gobernados y gobernantes se establece un pacto que es, antes que de otro tipo, tributario. El gobierno tiene la obligación de hacer valer los derechos de los gobernados, garantizándoles vida, libertad y propiedad, y los gobernados tienen la obligación de pagarle impuestos para que cuente con los recursos necesarios para, con honestidad y eficacia, hacer valer esos derechos. Esto último es lo único que justifica, sobre todo moralmente, el cobro de impuestos. Si el gobierno no es capaz de garantizar los derechos de los gobernados, comenzando por el derecho al libre tránsito, parte fundamental del derecho a la libertad, ¿qué justifica que siga cobrando impuestos?

Llegados a este punto se puede decir que, al final de cuentas, dado que el gobierno no puede garantizar ciertos derechos de sus gobernados se justifica, como un acto de justicia, la condonación del pago de impuestos. Nada más que hay que distinguir: en el caso que nos ocupa no se trata de que el gobierno no pueda garantizar esos derechos, sino de que no quiere garantizarlos porque, de entrada, Encinas anda, indecentemente, grillando y no gobernando, a las órdenes del delincuente López Obrador.

Preguntas. ¿Con qué derecho, si ya no pagan impuestos, le exigirán restauranteros y hoteleros, al gobierno capitalino, que libere las zonas secuestradas? ¿Qué responsabilidad, si ya no cobra impuestos, tiene el gobierno capitalino para con los hoteleros y restauranteros? ¿Por qué solamente ellos, y no muchos otros contribuyentes, igualmente afectados, reciben el privilegio de la condenación? El gobierno capitalino, ¿tiene la facultad legal de condonar impuestos o, una vez más, violó la ley? La condonación de impuestos nos muestra cómo, de manera indirecta, pero de alguna manera al final de cuentas, el gobierno capitalino sí está financiando el vandalismo del delincuente López Obrador. ¿Por qué mejor no restarle al PRD, de las cuotas que recibe del erario, el importe por los daños causados? ¿Y si no alcanza? Entonces se le restará en los próximos años hasta que, responsablemente, tal y como demanda la decencia, ¡y la justicia!, pague lo que debe.

En fin, que se ha ido de mal en peor, hasta haber llegado a la ruptura del pacto tributario, a la claudicación del gobierno, todo lo cual muestra el cinismo con el que ha actuado el gobierno de la capital. ¡¡¡Qué vergüenza!!!