Los costos del berrinche
La autoridad federal se ha vuelto cómplice de AMLO. ¿Para qué correr los riesgos políticos de tomar medidas para mantener abiertas las vialidades? Mucho más fácil es dejar que López vaya destruyendo ese respaldo político que durante años construyó en el Distrito Federal.
Son las paradojas de la política. El
recuento de los votos en 11,893 casillas electorales se está llevando a cabo
como consecuencia de la petición de Andrés Manuel López Obrador y de sus
seguidores. Nadie más cuestiona la limpieza o la validez de la elección del 2
de julio. La coalición Por el Bien de Todos ha mandado representantes a los
recuentos, donde han hecho todo lo que han podido para entorpecer el proceso, pero
aun así han señalado que no reconocerán los resultados.
La verdad es que el asunto empieza a
volverse largo y cansado. López Obrador ha hecho una vez más gala de la testarudez
y el poco respeto a las instituciones que lo han caracterizado a todo lo largo
de su trayectoria política. También ha demostrado que poco le importan los
medios que aplique para conseguir el fin que se ha propuesto.
El bloqueo del Paseo de
El gobierno del presidente Vicente Fox
tampoco parece demasiado preocupado por la situación de quienes están perdiendo
ingresos. En una lógica perversa, desde Los Pinos se percibe que el movimiento de
protesta y el prolongado bloqueo sólo pueden desgastar la imagen de López
Obrador y la de su partido político, el PRD. Por eso la autoridad federal se ha
vuelto cómplice de López Obrador. ¿Para qué correr los riesgos políticos de
tomar medidas para mantener abiertas las vialidades? Mucho más fácil es dejar
que López Obrador vaya destruyendo ese respaldo político que durante años
construyó en el Distrito Federal.
La gran preocupación es lo que viene
después. No se pierde nada si el 1ro de septiembre el presidente Fox es objeto
de interpelaciones al presentar su último informe de gobierno. Tampoco será una
gran tragedia para el país que el presidente no pueda dar el grito desde el
balcón de Palacio Nacional este 15 de septiembre ni que las tropas del Ejército
Mexicano se vean imposibilitadas de realizar su desfile anual el día de la
independencia.
El problema es que ni la ciudad de
México ni ninguna otra puede darse el lujo de tener su columna vertebral y su
centro tomados durante meses o incluso años por un pequeño grupo de activistas.
Si en cualquier circunstancia esto sería inaceptable, en un caso como el
actual, en que la acción se lleva a cabo como simple consecuencia del berrinche
de un político que no sabe perder una elección, el asunto se convierte en una
verdadera tragedia.
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EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
