Felipe Calderón señaló los tres grandes retos que enfrentará su gobierno: pobreza, seguridad pública y empleo. Así lo dijo el domingo 10 de septiembre: “Convoco a todos los mexicanos a sumarnos en una lucha decidida contra la pobreza, a rescatar la seguridad pública y a crear los empleos que necesitamos. Esas son las prioridades que ha marcado la sociedad y tendrán una respuesta cuanto antes porque no hay tiempo que perder”. Más que de las prioridades marcadas por la sociedad, son los problemas que encontramos en la realidad: en contra de la pobreza se ha avanzado, pero falta mucho por hacer; en materia de seguridad publica que es, en esencia, seguridad en contra de la delincuencia, los pendientes son más que los logros; en materia de desempleo la tendencia de mediano plazo ha sido, en los últimos años, a la alza.

Sí, se puede aceptar que, en términos generales, esos son los tres grandes retos que enfrentará, no solamente el gobierno de Calderón, sino cada mexicano afectado por uno, dos o tres de los problemas señalados. Esto último hay que tenerlo en cuenta: el reto no es, exclusivamente, y en el caso del empleo y la pobreza, ni siquiera principalmente, del gobierno.

El gobierno, cualquier gobierno, es responsable de garantizar la seguridad contra la delincuencia (la llamada seguridad pública) y de impartir justicia (castigar a quien delinca), y que gobierno que no cumple, con honestidad y eficacia, esas dos tareas, estrictamente hablando NO es gobierno. Queda claro que el de Calderón tendrá que ser, en estos términos, gobierno.

Con relación al combate contra la pobreza hay que tener muy claro, uno, que el origen de la pobreza no es, tal y como lo repiten los pobretólogos, la desigualdad, ni en la generación del ingreso, ni en su distribución[1], sino la incapacidad de la gente pobre para, por medio de un trabajo productivo, generar un ingreso suficiente que le permita, por lo menos, la satisfacción de sus necesidades básicas y, dos, que la única manera de eliminar la pobreza, no solamente de paliar algunos de sus efectos negativos, es por medio de la creación de riqueza, y que el enorme reto es que esa nueva riqueza, entendida como ingresos, efecto de la producción y venta de mercancías, la deben generar los pobres.

Del empleo hay que decir (se desprende del párrafo anterior) que es la condición necesaria para superar la pobreza. El reto consiste en crear empleos para los pobres, para lo cual, de entrada, se requieren dos condiciones: inversiones, de parte de los empresarios, y educación y capacitación, de parte de los trabajadores, para que sepan aprovechar las inversiones. Saber hacer las cosas (educación y capacitación) y tener con qué hacerlas (inversiones).

Con relación a la superación de la pobreza y a la generación de empleos al gobierno le compete, de manera subsidiaria, ayudar a los pobres en tres frentes - alimentación, atención médica y educación – y, de manera permanente, crear las condiciones que faciliten la inversión y la creación de empleos, para lo cual se requiere, entre otras cosas, pero de manera principal, garantizar la seguridad contra la delincuencia, lo cual exige que el gobernante sea eso, gobernante, dispuesto a hacer respetar, por medio del uso de la fuerza pública cuando sea necesario, los derechos y las leyes, y no político, haciéndose de la vista gorda ante la delincuencia o transando con los delincuentes. Al respecto, el domingo 10, Calderón señaló que “la sociedad exige con justicia que el gobierno cumpla su deber de garantizar el respeto a la ley, a las instituciones y a que se consolide un auténtico Estado de Derecho”. Si, de una buena vez por todas, se logra esto último, el avance será muy importante. Calderón mediante, así deberá ser.