En el momento en que escribo estas notas se habla insistentemente de la posible renuncia de Arturo Montiel a la candidatura presidencial del PRI. El daño que le ha hecho al ex gobernador del estado de México la revelación de los ingresos excepcionales de sus hijos y el amplio número de casas acumulado por él mismo ha sido demasiado.

Mucho se ha dicho que los electores mexicanos son muy condescendientes con el enriquecimiento de sus políticos. Pero la verdad es otra. Carlos Salinas de Gortari dejó la Presidencia en 1994 en un muy alto nivel de popularidad. Ésta aguantó incluso la devaluación de diciembre de ese año. Lo que ya no pudo resistir fue el descubrimiento de que su hermano había depositado en cuentas bancarias de Europa cientos de millones de dólares.

Montiel quizá habría podido tratar de sobrevivir a las acusaciones. Finalmente, la Procuraduría General de la República señaló que no tenía ningún caso abierto en contra de él, mientras que Hacienda simplemente dijo que no podía decir nada acerca de un caso que estuviera en estado de investigación. Me imagino que el ex gobernador del Estado de México pudo haber aclarado el origen de su dinero y el de sus hijos. Pero el daño ya estaba hecho. Roberto Madrazo, o quienquiera que haya decidido filtrar la investigación sobre el aspirante presidencial, sabía exactamente lo que traía entre manos.

El mismo día de la renuncia, Montiel canceló abruptamente algunas presentaciones, una de ellas ante los presidentes de la Confederación de Cámaras de Comercio. Él mismo había solicitado a los periodistas y a los asistentes de los foros en los que se presentaba que no tocaran ya el tema de las supuestas investigaciones de Hacienda y de su propia fortuna personal. Pero él mismo se dio cuenta de que era imposible desviar la atención. No había presentación suya en la que no se le hicieran las mismas preguntas. ¿Quién le había pagado esas cantidades millonarias a sus hijos y a cambio de qué? ¿De dónde habían salido sus fastuosas casas? La cosa no iba a mejorar.

La renuncia de Montiel deja virtualmente la candidatura del PRI en manos de Madrazo. Es difícil saber si él realmente fue el origen de la filtración de los documentos sobre Montiel a Televisa, pero de lo que no cabe duda es de que él es el beneficiario directo del escándalo.

Ahora bien, el PRI no se beneficia de la renuncia de Montiel. Ni siquiera Madrazo puede sentirse muy satisfecho. El escándalo acabó con la carrera política de Montiel, pero ha ensuciado a todo el PRI. Un partido que tenía muy buenas posibilidades de alcanzar la Presidencia de la República hoy se enfrenta a un reto enorme. ¿Cómo explicar que no es el partido del corporativismo y de la corrupción?

Falta aún mucho tiempo para las elecciones de julio del 2006, es cierto. Pero los candidatos priístas, no sólo a la Presidencia sino a todos los cargos de elección, tendrán que justificarse constantemente de que no son corruptos. Parece que el PRI no aprendió las lecciones del 2000. Sigue empeñado en destruirse a sí mismo a la menor oportunidad.