La semana pasada produjo multitud de ejemplos de lo que parece ser el estilo esencial de hacer política en América Latina, y que constituye una de las indudables causas del atraso económico y social de una región que tiene todo para acceder al desarrollo salvo la actitud adecuada.

En primer término está la inútil “hoguera de las vanidades,” para tomar el título de Tom Wolfe, que ocurre anualmente cuando descienden sobre Nueva York los líderes de la mayoría de los países para pronunciar vacuos discursos en la ONU ante un auditorio poblado por sillas vacías.

En esta ocasión las candilejas se las llevó el venezolano Hugo Chávez, lamentable payaso, como lo calificó Carlos Fuentes, que no podía dejar de hacer su numerito desde la tribuna de las Naciones Unidas para insultar al presidente estadounidense.

Chávez ya había tenido a bien pronunciarse sobre la legalidad de las elecciones en México cuando advirtió que no reconocería al gobierno de Felipe Calderón, repitiendo los mismos argumentos del “legítimo” bufón López Obrador. ¿No que no había vínculos entre ellos?

Una de las comparsas de Chávez, el boliviano Evo Morales, mostrando su pésima educación y seguramente siguiendo indicaciones de Chávez, dejó plantado al Presidente de México. Aquí lo que parece obvio preguntar es ¿quién fue el genio al que se le ocurrió recomendar a Fox reunirse con ese tipejo?

En Argentina, Néstor Kirchner tampoco canta mal las rancheras populistas. Se ha iniciado un movimiento “nacionalista” con el apoyo tácito del gobierno para expropiar las tierras que han venido comprando inversionistas de Estados Unidos y Europa con el fin de convertirlas en reservas ecológicas.

Uno de los ex-líderes piqueteros –protestantes callejeros profesionales a sueldo del gobierno- Luis D’Elia, convertido en subsecretario de Kirchner, tomó simbólicamente las tierras de Douglas Tompkins, quien tiene una finca de casi 300 mil hectáreas en la provincia de Corrientes.

¿Se trata de un justiciero movimiento para privar a un explotador extranjero de un improductivo latifundio? Para nada, allí está lo más absurdo del caso. Lo que Tompkins pretende, como ya lo hizo en Chile, es, primero, restaurar la biodiversidad original de las tierras para convertirlas en parques nacionales y una vez completado el proceso, donarlas a la nación.

En Ecuador, dónde se pierde la cuenta de los presidentes que ha habido en la última década, el candidato que encabeza las encuestas de opinión es el populista y admirador del payaso Chávez, Rafael Correa, quién ha anunciado la moratoria en el pago de la deuda externa del país, entre otras linduras.

En Nicaragua, todo parece indicar que las elecciones de noviembre marcarán el regreso de Daniel Ortega, cuyo gobierno sandinista devastó el país entre 1984 y 1990. En esta ocasión, el comandante Ortega cuenta con el apoyo de Chávez con quien firmó un convenio de cooperación en abril pasado.

Para los países de la región en los que se ha dado la espalda al populismo, como Chile, la clave ha sido el éxito de las políticas económicas liberales emprendidas inicialmente por la dictadura del general Pinochet y consolidadas por tres regimenes democráticamente elegidos, socialistas los últimos dos.

La lección de lo que ocurre en América Latina para el Presidente electo Felipe Calderón es muy clara: para vacunarse del peligro populista no hay más remedio que tener éxito en restaurar un crecimiento económico acelerado y sostenido que permita generar empleo y abatir la pobreza con premura.

Por fortuna para Calderón, los excesos y locuras del “legítimo” bufón han virtualmente eliminado el peligro que la opción populista vuelva a acercarse a acceder al poder por la vía electoral. Eso lo sabe el demagogo delirante por lo que lo está intentando por otros medios. ¡Hay que estar alerta!