Un “calumnista” metido a adivinador del gabinete de Felipe Calderón se aventó la puntada de escribir que la candidatura de Agustín Carstens a encabezar la secretaría de Hacienda condenaría al fracaso la principal prioridad del próximo gobierno: la creación de empleo.
Un “calumnista”
metido a adivinador del gabinete de Felipe Calderón se aventó la puntada de
escribir que la candidatura de Agustín Carstens a
encabezar la secretaría de Hacienda condenaría al fracaso la principal
prioridad del próximo gobierno: la creación de empleo.
Afirma el texto de marras “que el esquema hacendario que maneja Carstens…,
a decir de los expertos, no es compatible con la idea
de hacer del gasto público un motor de crecimiento y generación de empleo”
porque “representa el mismo enfoque restrictivo
y dogmático de
las finanzas públicas aplicado por el actual secretario de Hacienda.”
Resulta evidente que
quien escribe tales sandeces consultó a “expertos” equivocados y no leyó lo
dicho por Felipe Calderón pues el próximo Presidente invariablemente ha dejado
claro que entiende la importancia de mantener los equilibrios fiscales.
Calderón afirmó que
“México ha aprendido la dura lección de no seguir los lineamientos de
disciplina fiscal. Vivimos muchos años de indisciplina, de excesos en el gasto
público y endeudamiento que crearon los desequilibrios que desembocaron en las
costosas crisis que todos recordamos.”
Es útil analizar de
nuevo cómo puede incrementarse el gasto público y por qué resulta no sólo conveniente
mantener un razonable equilibrio fiscal sino que se trata de una condición
indispensable para lograr un crecimiento económico rápido y sostenido.
El gasto del gobierno
sólo puede aumentarse mediante el incremento de los ingresos públicos o
contratando mayor deuda externa o doméstica. Aumentar los ingresos requiere
mejorar la recaudación tributaria ya sea elevando los impuestos, abatiendo la
evasión o con una combinación de ambos.
Hay que recordar, sin
embargo, que aumentar los ingresos públicos significa reducir los del sector
privado y salvo que se demuestre que la rentabilidad del gasto público es mayor
que la del gasto privado, lo que frecuentemente no es el caso, un mayor
desembolso gubernamental no estimulará el crecimiento.
Otro medio para
aumentar los ingresos del gobierno radica en hacer más eficientes las empresas
públicas y en clausurar o vender las que pierden dinero como se hizo en el
período 1985-94 cuando se eliminó una estratosférica cifra superior al 15% del
PIB en pérdidas que aportaba el sector paraestatal.
Incrementar la deuda
pública es perfectamente razonable si se hace con prudencia, manteniendo su
proporción como porcentaje del PIB en niveles manejables que permitan que su servicio
no ponga en peligro las finanzas del gobierno y siempre que se inviertan los
recursos de la deuda adicional en proyectos con una elevada rentabilidad
económica y social.
La vía de recurrir al
crédito del banco central para gastar más, que se usó con irresponsable alegría
por los gobiernos populistas de la “docena trágica” (1970-82), quedó
formalmente cancelada desde que se aprobó la ley que se lo prohíbe
explícitamente al Banco de México, que entró en vigor desde 1994.
La otra opción para
estimular el crecimiento de la economía es gastar mejor pues no hay duda que
una proporción del egreso público se desperdicia. A este respecto, se ha
avanzado en la actual administración federal que ha transparentado el ejercicio
presupuestal en forma apreciable.
Hoy los egresos
federales son objeto de control y escrutinio notables pero, a diferencia de lo
que ocurría antaño, la mayor parte del gasto público –más de 75% del total- lo
ejercen estados y municipios sobre los que los mecanismos de vigilancia son
mucho más precarios.
En consecuencia, en
materia fiscal sólo hay dos formas de hacer las cosas: bien, como las ha hecho
la actual administración lo que se refleja en la valiosa estabilidad financiera
del país; o mal, usando el gasto como insensato motor para crear empleos
efímeros que invariablemente se esfuman en nuevas crisis.
¿Quién siembra estas
descalificaciones? ¿A quién benefician?
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.