Se ha vuelto infortunadamente común. Un grupo de unos 50 activistas del PRD, entre los que se contaban el vocero del partido Gerardo Fernández Noroña, el presidente del PRD en la capital Martí Batres y la actriz Jesusa Rodríguez, bloquearon el 28 de septiembre las oficinas de Felipe Calderón en la colonia del Valle de la ciudad de México. En la acción se produjo un zipizape con las tropas del Estado Mayor Presidencial que ya custodian al presidente electo.

Virtualmente no hay presentación de Calderón o del presidente Vicente Fox en que los activistas del PRD no se presenten. En muchos casos los activistas se limitan a hacer protestas pacíficas, a pegar de gritos y a mostrar carteles. Pero son frecuentes los casos en que buscan provocar al personal de seguridad para generar enfrentamientos físicos. Nada beneficiaría más a sus propósitos que estos roces llevaran a actos de mayor violencia e incluso a un mártir.

Las cosas se van a mantener por el mismo camino en el futuro. El senador perredista Ricardo Monreal ya le advirtió al presidente Fox que no se atreva a presentarse en el Senado el 10 de octubre para la entrega de la medalla Belisario Domínguez como ha sido tradicional. El presidente finalmente optó por no presentarse en el Senado.

Lo curioso del caso es que el lenguaje de los perredistas se ha vuelto engañoso, como ese newspeak que inventó George Orwell para su novela 1984. El presidente electo Calderón y el presidente Fox son los culpables de “intolerancia” por tratar de llevar a cabo su trabajo. Los activistas, en cambio, cumplen con el derecho de libertad de expresión al tratar de impedir que Fox y Calderón gocen de libertad de palabra.

Mientras tanto Andrés Manuel López Obrador, quien se llama a sí mismo “presidente legítimo” de México, mantiene su programa de trabajo normal sin enfrentar movilizaciones en su contra. En las últimas semanas ha estado involucrado en la campaña de Raúl Ojeda, el candidato de la coalición Por el Bien de Todos al gobierno de Tabasco. Al contrario de Calderón y de Fox, los panistas no envían a grupos de activistas a bloquear las actividades del perredista. De hecho, el perredista aprovecha toda oportunidad para referirse a Fox como “traidor a la democracia” y a Calderón como “pelele”.

Ese mismo día que los militantes perredistas bloquearon sus oficinas, Calderón presentó a los representantes de todos los partidos políticos su agenda legislativa nacional. La idea es que esta agenda sirva como base de una discusión sensata sobre las reformas que deben hacerse en este país. Las propuestas de Calderón van desde la reelección de legisladores y presidentes municipales por periodos limitados hasta el fortalecimiento de Pemex y de la Comisión Federal de Electricidad.

Calderón ha señalado que ha tenido respuestas positivas de varios partidos. El PRI, cuyo papel será crucial en la nueva legislatura, ha señalado que estudiará las propuestas con sus órganos de decisión, entre ellos su consejo político nacional. El PRD simplemente ha señalado que no dialogará con un presidente que considera espurio.

Es una lástima, sin embargo. El PRD tiene una gran oportunidad para impulsar una agenda de izquierda en las reformas que inevitablemente se avecinan en nuestro país. Pero sus militantes están más interesados en mantener las tácticas de confrontación de los viejos partidos fascistas que en emprender un diálogo abierto que les permita apoyar a esos pobres que dicen representar.