Reconozcamos que no les interesa.

Este miércoles pasado, el 4 de octubre, se llevó a cabo una reunión de la “mesa del pacto de gobernabilidad de Oaxaca”, una de esas “mesas de negociación” que le gustan tanto al secretario de gobernación Carlos Abascal.

Era una mesa de negociación mutilada desde el comienzo, porque la sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), las dos organizaciones que mantienen sin clases a los niños de Oaxaca y secuestrada la capital del estado desde hace cinco meses, decidieron declinar su participación o cancelarla.

Sí estaban presentes representantes de Ecocentro, del Museo del Palacio, de la Coparmex y de otras organizaciones e instituciones que no tienen nada que ver en las disputas que han paralizado Oaxaca.

Se trató, pues, de una mesa de negociación en la que no se encontraban presentes precisamente quienes mantienen vivo el conflicto. La mesa estaba convertida a convertirse así en foro de debates pero no de decisiones.

Pero ni siquiera así se pudieron lograr acuerdos. Lo único que hicieron los participantes fue suplicarle a la sección 22 y a la APPO “señales de distensión”. Optaron por terminar la sesión sin concluir nada y citando a una nueva reunión en una semana. Al fin que a ellos la tragedia de Oaxaca no les afecta directamente.

La Secretaría de Gobernación, a su vez, convocó a una “mesa de negociación alterna” con quienes sí tienen responsabilidad en la situación: la sección 22 y el APPO. Pero sabemos también cuál será el resultado de esta mesa.

Claramente no les interesa.

El gobierno de Ulises Ruiz o no puede o no quiere enfrentarse ya a la sección 22 y el APPO que han demostrado en varias ocasiones su poder.

El gobierno del presidente Vicente Fox, que sí tiene la fuerza para poner fin al conflicto, no quiere. Por eso prefiere organizar mesas de negociación que no pueden dar resultados. Le da igual lo que pase con los niños de Oaxaca. Le da igual lo que ocurra con la economía de los oaxaqueños.

Las señales que están surgiendo del gobierno revelan sus dudas y temores. En una reunión con los editores de periódicos de la Sociedad Interamericana de Prensa, el presidente Fox afirmó que hay que insistir en el diálogo, pero que cuando el diálogo fracasa hay que aplicar la ley. En la Cámara de Diputados, por el contrario, el secretario de gobernación Abascal afirmó que “En nombre de Dios no habrá represión.”

Mientras los políticos que han jurado guardar y hacer guardar las leyes negocian, sin embargo, el deterioro de Oaxaca se hace evidente. Un estado ha sido secuestrado por un grupo violento y el gobierno de la república prefiere no negociar.

Parece que a nadie le interesa lo que les pase a los oaxaqueños.