Las mentes progresistas del mundo han atribuido en las últimas tres décadas todos los pesares del mundo a tres fenómenos: el cambio climático, los afanes imperialistas de los Estados Unidos y el “Consenso de Washington”.
Las mentes
progresistas del mundo han atribuido en las últimas tres décadas todos los
pesares del mundo a tres fenómenos: el cambio climático, los afanes
imperialistas de los Estados Unidos y el “Consenso de Washington”, todas las
demás causas a sus problemas no tienen la relevancia para ellos como para ser
consideradas como Jinetes del Apocalipsis modernos.
Así las
desventuras del clima son azote de los pueblos, lo mismo que la maquinaria de
guerra de los gringos pero fundamentalmente el azote viene por el lado
económico en que las crisis son motivadas por las malas políticas que promueve
el Fondo Monetario Internacional y a las que los países del tercer mundo se ven
obligados a aceptar. Por ello hay hambre, hay pobreza, la deuda es impagable,
los gobiernos son corruptos, los países no producen, las economías se abren y
se ven forzadas a importar, llega el monstruo de la privatización, los pobres
emigran como ilegales y súmele usted su dolor de muelas o las desventuras de
vivir en una sociedad con grandes índices de violencia e inseguridad. El gran culpable
es el “Consenso de Washington”.
El “Consenso”
fue el resultado de una encuesta entre agencias de gobierno, multilaterales y think tanks que
realizó el economista John Willianson
sobre las medidas de política económica que se recomendaban a mediados de los
años 80. de esta encuesta surge un paquete de políticas populares, no
imposiciones o decálogos de las agencias, que consisten en: Disciplina fiscal, Prioridades
en el Gasto Público, Reforma Fiscal, Liberalización Financiera, Tipos de
Cambio, Liberalización del Comercio, Inversión Extranjera Directa,
Privatización, Desregulación y Derechos de Propiedad. Muchos países adoptaron esta recetas “ortodoxas” y otros no, parece que la gran
mayoría de los que sí hicieron la tarea están creciendo, mientras que los que
no nos seguimos lamentando y nos atrasamos.
Y es que esa
es la diferencia, en los 80´s el concepto de
competencia entre países era relativamente nuevo, prevalecía el concepto de
productividad pero también era nuevo, ahora la productividad tiene que ser
global si no no sirve de nada, por ello los preceptos
del viejo “consenso” tienen dos destinos o son verdad irrefutable (disciplina
fiscal y derechos de propiedad) o han pasado a formar parte de las herramientas
necesarias pero no suficientes para conseguir el crecimiento.
El consenso
hoy parece estar por el lado de las reformas transversales, ya no es
desregulación sino mejora regulatoria o ya no es
apertura sino competitividad, ya no es privatización sino competencia como
meros ejemplos de hacia a dónde se está moviendo el mundo, y de nuevo los
detractores de la sensatez salen a las calles a combatir el comercio o la
flexibilización laboral.
Lo cierto es
que nuestro querido México no terminó de hacer las reformas de primera
generación y aún hay varias pendientes, pero tiene que competir con países como
Eslovenia, Estonia, Polonia o Corea del Sur que ya están muy avanzados con las
reformas de segunda generación y van encaminados a las de tercera que tienen
que ver con asuntos como democratización tecnológica, sociedad del conocimiento
o marcas país.
Por ello nos
urge que el ejecutivo y el legislativo se pongan de acuerdo para de una vez por
todas ponernos al día, ni siquiera a la vanguardia, al día nada más en: propiedad
privada, una mejor regulación, una mejora sustancial en administración de
justicia, una política energética competitiva y moderna, la reconstrucción de
nuestra cultura laboral y más que nada sindical, una mayor apertura y
competencia en el sector financiero, adecuar las telecomunicaciones a los
adelantos mundiales, una nueva política de salud que no se base únicamente en
el asistencialismo y particularmente que desactive la
bomba de las pensiones que no es ya de tiempo sino suicida seguir con el mismo
modelo y una verdadera revolución educativa para que no sigamos siendo la
mayoría de los mexicanos unos analfabetas funcionales en Español, matemáticas o
tecnología. Es pues un reto en el que todos, menos los retrógradas de la
política, estamos de acuerdo y no es un consenso que venga de fuera, la
economía mexicana ha cambiado y por ello la necesidad de ser competitivos ya no
es sólo de las empresas exportadoras sino de las papelerías, las taquerías o hasta del peluquero.
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.