Burocracia parásita que depreda el ambiente y los recursos naturales y además... les pagamos por ello.
Ya se acerca la temporada de
caza y pronto la matanza de especies animales con el intragable argumento del deporte cinegético
será una lastimosa realidad en nuestro territorio.
Le platico que a finales del
año pasado, en un lugar cercano a la ciudad de Hermosillo, estuvieron llegando
varios fines de semana unos vehículos identificados con el logo de una empresa
dedicada a los servicios cinegéticos, transportando a ciertos turistas armados
con poderosas escopetas.
Se apostaban camuflageados
en distintas posiciones de un cuerpo de agua, a esperar que arribaran las cada
vez más menguadas parvadas de patos canadienses. El tiroteo despiadado de los dizque cazadores y sus anfitriones mexicanos, tenía como
consecuencia la muerte de docenas de los hermosos palmípedos, sin distinguir ni
edades, ni tamaños, ni sexo.
Pareciéndome vil, abusivo y
depredador en extremo –además de ilegal- el acto que se repitió todo diciembre
y enero, hasta que prácticamente habían desaparecido las familias de patos
canadienses en el lugar, me pareció fácil acudir a las dependencias oficiales
encargadas del medio ambiente y la fauna silvestre, es decir, Secretaría del
Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y Procuraduría Federal de
Protección del Ambiente (PROFEPA), para que alguien me ayudara a comprender
aquellos actos de exterminio de un recurso que pertenece a la humanidad y no a
un grupo de matarifes armados hasta los dientes.
Después de recorrer la lista
interminable de subsecretarías, direcciones generales, subdirecciones,
departamentos, coordinaciones, delegaciones y oficinas; después de hablar con
docenas de los señores Pérez, los licenciados López y las señoritas Marías; tras
de recorrer agotado y frustrado las oficinas y los teléfonos de decenas de
“servidores públicos”, encontré que es una sola mafia que vive muy bien de la
venta legal de permisos y de la complicidad ilegal en el incumplimiento de la
normatividad respectiva.
Hasta donde mi conocimiento
llega, un permiso de cacería establece con claridad el número de ejemplares que
se puede capturar por temporada y señala además las reglas que se tienen que
cumplir para demostrar que se está cumpliendo correctamente con las normas para
la conservación de las especies permitidas. Sin embargo, ninguno de los
funcionarios y empleados a los que acudí quiso explicar el por qué de las
matanzas irrestrictas de especies migratorias que se toleran a unos cuantos
minutos de la capital de Sonora.
Con un poco de interés en el
asunto, averigüé que lo mismo sucede con todas las especies como otras aves, pequeños
mamíferos, venados, jabalíes y felinos. También fui informado por lugareños,
quienes por algunos pesos ayudan a “los cazadores” a recoger las presas, que el
negocio consiste en preparar los patos, congelarlos y trasportarlos
atractivamente empacados a las grandes ciudades de Estados Unidos donde son
servidos en restaurantes de lujo a exigentes gourmets quienes ni idea tienen
de la forma en que las aves fueron masacradas. Y si lo saben… les vale.
Invito al lector a recorrer el
sitio web de SEMARNAT y PROFEPA. En ellos va a
encontrar una burocracia tan grande como inútil. Burocracia parásita que
depreda el ambiente y los recursos naturales y además… les pagamos por ello.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.