Estamos en espera de la primera acción que demuestre un genuino deseo de romper con los abusos de monopolistas y otros grupos de interés que tienen capturado al gobierno.
La semana pasada comentamos en este espacio que una lectura preliminar de los primeros actos del Presidente Calderón –que para entonces se limitaban a haberse presentado a rendir protesta ante el Congreso y unos cuantos nombramientos— permitía percibir algunas primeras diferencias entre el dicho (voluntad de diálogo) y el hecho (nombramiento de un Secretario de Gobernación conocido por todo menos por su voluntad de diálogo.)
Un amable lector nos instó a
darle una oportunidad a este gobierno y a no condenarlo de antemano al fracaso.
Nada más lejos de nuestra intención. Lo que sí hacemos es dar cuenta de lo que
observamos, proponer una interpretación y escuchar otras. Esta semana, la
primera del flamante Presidente, da ya por dónde empezar el ejercicio.
Un primer tema es que
continuaron los nombramientos. Resulta claro que Calderón empieza por dar
signos de distanciamiento del anterior gobierno, no sólo en el fondo, sino
también en la forma. Ha elegido personalmente no sólo a los secretarios y
titulares de ya un buen número de descentralizados y desconcentrados, sino
también a muchos subsecretarios y funcionarios de menor jerarquía, cosa que Fox
no hizo en su momento (y lo pagó). Esto habla de una renovación del poder centralizado,
ejercido de arriba hacia abajo. Es esperable, entonces, un gobierno más
coordinado, más integrado, más disciplinado y, sobre todo, mejor alineado. Es
esperable, también, que cada nombramiento resulte en la salida de funcionarios
experimentados y conocedores de los temas, pero no suficientemente cercanos al
Presidente como para permanecer en sus cargos. Se pierde tal vez en pericia, se
gana en política. Ya veremos los resultados.
Otro gran tema de la semana
fue la aprehensión de Flavio Sosa y otros dirigentes de la APPO, a su llegada a
la Ciudad de México a una “mesa de diálogo”, que ahora tendrá lugar con otros
representantes a menos que alguien se vaya a sentar con Sosa en Almoloya.
Señales mixtas. Se acabó la interlocución con un oportunista que ha desfilado
por todo cuanto partido político y organización de choque ha habido en el país
y cuya última preocupación es la pauperie de los oaxaqueños de los que se
erigió unilateralmente en portavoz. Enhorabuena. Irritar al PRD a estas alturas
sólo resulta en pérdidas marginales. Cosa distinta es empezar convirtiendo en
preso político a un delincuente común; poner a México en la mira de nuevas
violaciones a los derechos humanos porque, sea o no el legítimo representante
de los intereses de los oaxaqueños, Sosa fue el interlocutor oficial de las
demandas del movimiento de la APPO ante el gobierno saliente y es públicamente
conocido como su líder. Su nueva residencia en un penal de alta seguridad no
puede escapar de una lectura de silenciamiento político.
Si de mandar señales
enérgicas se trata, es indispensable que vengan más en otros temas importantes
para el futuro del país. Estamos en espera de la primera acción que demuestre
un genuino deseo de romper con los abusos de monopolistas y otros grupos de
interés que tienen capturado al gobierno. La señal a los empresarios de que
sólo en condiciones de verdadera competencia y competitividad se vale
enriquecerse en este país, previo pago de impuestos. En el agregado, la
protección de intereses de unos cuantos en perjuicio de los consumidores le
cuesta tanto o más a este país que cualquier conflicto. Esperamos la señal
contra el narco y contra la corrupción, contra los evasores de impuestos y
contra los subsidios no fiscalizables. Aguardamos los resultados de la negociación
del presupuesto para ver la seriedad de sus compromisos de campaña y cómo se
responde ante la anticipable presión que ejercerán los diversos actores que se
rehúsan a volverse eficientes en lugar de estirar la mano para recibir fondos
federales. Esperamos, pues, señales de que la política de cero tolerancia no
será sólo contra los movimientos sociales, legítimos o no.
Por otro lado, el ejercicio
de la disciplina gubernamental no habrá de llevarnos de regreso hacia tristes
lugares por los que México ya pasó. Se perciben preocupantes signos de deseos
de silenciar a las voces discordantes para que el coro suene bien. De querer
regalarle a la opinión pública las imágenes que alguien más cree que le
conviene ver. Lo ocurrido en la transmisión en cadena nacional de la toma de
posesión en voz de la muy aleccionada Diane Pérez y la denuncia de Gutiérrez
Vivó respecto a la cordial invitación que recibió a cooperar informativamente
con el nuevo gobierno pueden ser relevantes o no.
Cierto: es pronto para juzgar.
Pero no lo es para empezar a leer con detenimiento y exigir el cambio de curso
de acción donde sea necesario.
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.