Este pasado 3 de noviembre se llevó a cabo el primer debate entre los precandidatos del PRI a la Presidencia de la República, Everardo Moreno y Roberto Madrazo. Escribo estas líneas antes de que se efectúe el debate, pero parece haber pocas dudas acerca del impacto que éste tendrá en el ánimo de los electores.

Madrazo parece tener amarrada la candidatura. Moreno es un político de larga militancia priísta, y que ha sido subprocurador de justicia de la república, pero difícilmente tiene la fuerza política para enfrentarse al ex gobernador de Tabasco. Durante años, de hecho, la candidatura de Moreno fue una especie de chiste. Sólo la renuncia de Arturo Montiel le ha dado realce al dejarlo como el único rival de Madrazo en la competencia interna del partido.

Roberto Madrazo debe tener mucho cuidado para evitar que el previsible triunfo interno se vuelva pírrico. Una victoria frente a Montiel habría sido un galardón importante que llevar a la elección constitucional. Pero es poca o ninguna la gloria que el tabasqueño puede obtener en ganarle una batalla a Moreno. Es tan desigual el enfrentamiento, de hecho, que cualquier porcentaje más o menos importante del voto que obtenga Everardo se considerará como un golpe a la campaña de Madrazo. Un triunfo de 70-30 de Madrazo frente a Montiel, por ejemplo, habría consolidado a Madrazo como el claro vencedor de un competido proceso interno. El mismo margen de victoria frente a Moreno hará que se levanten dudas sobre la capacidad de Madrazo para triunfar en la justa constitucional.

Si, como todo parece indicar, Madrazo se va a convertir en candidato presidencial del PRI, tendrá que hacer un enorme esfuerzo para unificar al partido. Los políticos que formaron parte del grupo Unidad Democrática, los cuales no son pocos ni faltos de influencia, se sienten agraviados por la renuncia de Montiel. Su apoyo es muy importante para conseguir un triunfo del PRI en muchas regiones del país. Y Madrazo tendrá que convencerlos de que en una presidencia suya ellos tendrían alguna influencia.

La divulgación de la información financiera sobre Montiel y su familia, mientras tanto, ha tenido un impacto negativo no sólo sobre la imagen del ex gobernador de estado de México sino sobre todo el PRI. En las encuestas de opinión se ha registrado un descenso de la popularidad del partido y de muchos de sus integrantes. Incluso Beatriz Paredes, que está buscando la candidatura priista en el Distrito Federal, ha visto caer su apoyo como consecuencia de esta situación.

Dada la desigualdad de posiciones entre Moreno y Madrazo no es realmente importante el debate, pero sí las medidas que se tomen para la lograr la unidad del PRI. Este partido no podrá aspirar a regresar a la Presidencia de la República si se presenta desunido a la elección constitucional de julio del 2006. Pero en el momento de escribir estas reflexiones, lo más probable es que las diferencias internas del partido se intensifiquen en lugar de restañarse.