¡Quién lo iba a decir! Tal vez ustedes, lectores, no estén para saberlo, ni yo para contarlo, pero, aunque no lo crean, soy víctima de un complot, cuyo fin es ¡impedir que pague impuestos!, y a las pruebas me remito, una por una.

Comienzo por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, la SHCP, quien me obliga, de manera por demás arbitraria, a pagar impuestos, ÚNICAMENTE, por la vía electrónica. Y digo que lo hace de manera por demás arbitraria, porque cualquier contribuyente debería poder pagar impuestos presentando, en ventanilla bancaria, desde dinero contante y sonante hasta un cheque a nombre de la Tesorería de la Federación, tal y como se hacía no hace mucho. Pero no, por ser el tipo de contribuyente que soy (lo cual de entrada supone que para efectos de la forma de pagar impuestos no todos somos iguales), la única manera que se me permite para pagarlos es la electrónica. ¿Qué tenemos? Una arbitrariedad, porque a ver: ¿qué pasa si, por alguna razón, no se puede realizar el pago electrónicamente?, tal y como es mi caso, lo cual me lleva al segundo complotante: HSBC.

Resulta, uno, que mi cuenta la tengo en HSBC y, dos, que a partir del pasado 3 de marzo, para poder pagar impuestos electrónicamente, se requiere de un dispositivo, el OTP, que con toda anticipación solicité, y que me debería de haber llegado, a más tardar, el pasado 3 de marzo. Escribo esto el 8 por la tarde, a las 13:32 horas, momento en el cual todavía no cuento con él, razón por la cual no he pagado mis impuestos, pago que tiene como fecha límite hoy, 9 de marzo. Después de muchos intentos, ¡muchos!, logré comunicarme con un “asesor” de HSBC (¡para lo que me sirvió!), quien me dijo que lo único que podía yo hacer era comunicarme a Aeroflash, la empresa encargada de repartir los OTP’s, para ver por dónde andaba el mío, lo cual me lleva al tercer complotante: Aeroflash.

El 2 de marzo, un día antes de la fecha límite para que recibiera mi OTP, recibí un correo electrónico de HSBC, que me proporcionó una dirección electrónica en la cual yo podía consultar “el estatus del envío”. Así lo hice y por ello me enteré que el “estatus del envió” era, y cito, “en tránsito” y así, en tránsito, sigue siendo, seis días después de la fecha límite en la cual debía de haber recibido el mentado dispositivo. El asesor de HSBC me recomendó, como ya lo mencioné, que me comunicara a Aeroflash, me dio los siguientes teléfonos - 56 27 38 65; 56 27 38 64; 54 45 21 00 y 54 45 21 25 - , y hasta el momento, después de por lo menos una docena de intentos, y muchos minutos perdidos, nadie ha respondido mis llamadas. (¿Para qué proporcionan números telefónicos que nadie responde? ¿No se dan cuenta que es contraproducente?)

El problema es que hoy, 9 de marzo, se termina el plazo que tengo para pagar mis impuestos, y a partir de mañana lo tendré que hacer con recargos, situación que me lleva a la siguiente pregunta: no siendo yo responsable del atraso en el cumplimiento de mis obligaciones tributarias, ¿quién va a asumir el costo de los recargos: la SHCP, HSBC, Aeroflash? ¿La SHCP por no permitirme pagar “a la antigüita”? ¿HSBC por no haber tomado las previsiones necesarias para hacer llegar los dispositivos OTP a tiempo? ¿Aeroflash por no haber, por lo menos, contestado una de mis muchas llamadas? Mucho agradeceré, de alguno de ellos, la respuesta, que pueden poner en el espacio para opiniones que aparece al final de este artículo. Si no la recibo daré por hecho que, efectivamente, se trata de un complot.

Dicho sea de paso, y ya encarrilado el contribuyente, ya pagué, a la antigüita, con dinero en efectivo, en ventanilla bancaria, las tenencias de mi coche y del de mi mujer, un impuesto que es un robo con todas las de la ley, una muestra de que, como lo dijo Ronald Reagan, “el gobierno es como un bebé: un canal alimenticio con gran apetito en un extremo y ningún sentido de la responsabilidad en el otro". Total, aquí estamos los contribuyentes para, si nos dejan, seguir pagando impuestos.